Por Ana Paula de la Torre Díaz
Ya está de moda la palabra "guerra sucia". Cuando Andrés
Manuel López Obrador afirmaba en 2006 que había guerra sucia en su contra todo
mundo lo tachaba de dramático, guerra sucia, era un término entonces revoltoso,
no apto para lo que estaba pasando en su caso.
En estas elecciones a nivel estado de Jalisco y por ahí a nivel
nacional, la guerra sucia se ha convertido poco a poco en la mayor preocupación
de todos los políticos. El PRI Jalisco anuncia un equipo que se dedicará a
monitorear y también a denunciar ante las autoridades pertinentes, aquellos
actos o declaraciones que pretendan desprestigar sin tener bases sólidas para
el caso. Eso está bien, de hecho es un avance que exista cuidado especial en
dar propuestas y no estar criticando al contrario por el miedo a las
amonestaciones, sin embargo la historia es de repente absurda, en el sentido de
lo que un tiempo antes es lo más condenable, y tiempo después es lo más
aceptado por todos.
Existe también el riesgo de la "impugnitis", o la
"denuncitis". En donde cualquier declaración sea irritable para los
contrincantes y se atente contra la libertad de expresión incluso de
comunicadores que hagan alusión a impresiones sobre los candidatos. Con el
pretexto de, " parece guerra sucia".
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