Los sastres
Por Juan Flores García
Hubo un tiempo en nuestro Tepa, que nuestra ropa, concretamente los pantalones los hacían sobre medida. Los señores maestros en el arte del vestir, nos tomaban la medida para hacernos el pantalón. La tela que comprábamos era de casimir, dril o mezclilla, según la posibilidad económica. La moda por ejemplo, de los años cuarentas, en que se usó el pantalón con pliegues y amplios, con valenciana ancha. El costo de la hechura era de unos cincuenta pesos. Cabe hacer notar que un gran número de personas sólo podíamos tener un par de pantalones para el uso diario, cuando mucho, uno más que nos poníamos los días festivos y que a lo mejor era de casimir.
Le dábamos mucha importancia al estreno, como le llamábamos. Tarde se nos hacía ir por la prenda el sábado que por costumbre era el día que nos entregaban el trabajo, luego ¡domingo lindo!, después el baño dominguero, a lucir pantalón nuevo. La emoción de relatar esos acontecimientos para los que vivíamos ese tiempo, es imborrable en nuestro ser ¿o no, viejos amigos lectores? Donde los sastres trabajaban en aquellos amplios locales, donde en una gran mesa ponían la tela para cortarla, y luego sentarse detrás de la máquina para coser la tela usando aquel carrete u ovillo de hilo. Así, pedaleando hasta terminarlos para luego plancharlos con aquellas planchas de fierro que se manejaban sobre las brasas en aquel brasero con carbón porque todavía no había eléctricas.
Recordamos a don Pedro Estrada que hacía trajes de casimir. Se le veía armando los trajes sentado junto a la puerta, tirando libres hilvanes con la aguja y a su hermano don Esteban haciendo el mismo quehacer. A don Marcelino Venegas, don Carmelo, José Aguayo, al amigo inolvidable Juan Manuel Estrada, sastre cortador, Ramón de Loza y su hermano Salvador.
Don Valente M. González, Aristeo Silva Olegario el famoso futbolista seleccionado Cara de Gallo... en fin, era necesario que todos pasaran a mejor vida contando entre ellos de aquella época, nuestro amigo Pepe de la Torre, el Chiste. De ninguna manera es intencional el no mencionar el nombre de todos los maestros que, se encuentran entre nosotros y que conocemos y saludamos desde éstas líneas, pidiendo a Dios larga vida para todos y que sigan desempeñando tan necesario y útil quehacer.
Espero no haber olvidado el nombre de alguno de aquellos maestros en el arte de confeccionar nuestra ropa con aquel buen gusto que ellos nos daban en la prenda que nos poníamos. Hoy es tan estrafalaria la moda, que se confunden los gustos, sin embargo, en gustos se rompen géneros reza un refrán. Cuando en la actualidad todo se produce en serie, se ha desplazado en gran parte tan bonito oficio que es la sastrería, y que ahora nos da la oportunidad de recordar aquellos viejos tiempos que añoramos, y aquel grupo de caballeros, personas honorables que llevaron una vida positiva, por que así fue Tepa en el tiempo.
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