Padre Miguel Angel

Termina el mes de mayo

Por el padre Miguel Ángel

Pero no debe terminar nuestra devoción a la Santísima Virgen, pues como afirmaba San Juan Bosco: "Si queremos gracias y favores recurramos a María, recemos a María, pero para que Ella interceda por nosotros es necesario demostrarle nuestra verdadera devoción en tres cosas: a) Evitar a toda costa el pecado y procurar mantenerlo siempre alejado de nosotros. Nada hay que nos pueda hacer más daño y que disguste más a Nuestra Señora y a su Santísimo Hijo, que el pecado. Había un joven que ofrecía a la Virgen, oraciones, obras buenas y limosnas, pero no se apartaba de ciertos pecados. Y una noche vio en un sueño que la Virgen Santísima se le aparecía y le presentaba una bandeja con las más bellas y atrayentes frutas: manzanas, uvas, peras, etc., pero todas cubiertas con el sucio trapo con el que se había limpiado las llagas un enfermo. La Virgen decía: "Recibe las frutas y come". Pero el joven contestó: -"Señora las frutas son muy hermosas, pero el trapo con que están cubiertas es tan asqueroso, que no me atrevo a recibir esas frutas porque me vomitaría". Entonces la Reina del Cielo le respondió: -"Así son las ofrendas y oraciones que tú me ofreces: muy bellas y atrayentes, pero vienen todas cubiertas con un trapo horrible: esos pecados que sigues cometiendo y que no quieres dejar de cometer". Al día siguiente el joven se despertó muy preocupado por este sueño, pero desde ese mismo día dejó las ocasiones de pecar y abandonó definitivamente esos pecados que tan antipática hacían su vida ante Nuestro Señor.
La segunda condición para que nuestra devoción a la Virgen sea verdadera es IMITARLA EN SUS VIRTUDES, especialmente en su gran caridad y en su gran pureza. Una devoción a María que no consiga un mejoramiento en nuestra vida no es verdadera devoción. Si rezamos a la Virgen y seguimos en nuestros pecados como antes, puede ser que nuestra devoción sea falsa. El verdadero devoto de Nuestra Señora la imita a Ella en su amor al prójimo. "María, dice la Biblia, fue corriendo a ayudar a Isabel". Fue corriendo porque los favores hay que hacerlos pronto sin hacerse de rogar. Las personas más devotas de María son siempre las que tratan con más caridad y generosidad a los demás.
Y hay una tercera condición para que nuestra devoción a la Reina Celestial sea verdadera: demostrarle con acciones externas, pequeñas pero frecuentes, el gran amor que le tenemos. Por ejemplo, llevar siempre su medalla y besar esa imagen de la Virgen al levantarse o al acostarse. Tener su estampa en el pupitre o mesa de trabajo para acordarse de ella e invocarla. Colocar un bello cuadro de la Madre de Dios en nuestra habitación. Adornar las imágenes de la Virgen en el mes de mayo. Ofrecer por Ella alguna pequeña mortificación o alguna obra buena o una pequeña limosna los sábados o en las fiestas marianas, etc. Narrar a otros los favores que María Auxiliadora ha hecho a sus devotos (la genuina devoción a la Virgen es prendediza, es contagiosa. Los que la aman le prenden a otros esta devoción). Repartir estampas o imágenes de Nuestra Señora, etc. Ella nos dice: "SI TU HACES ALGO POR MI, YO HARE MUCHO POR TI"
Por lo tanto, es muy importante que durante toda nuestra vida conservemos esta devoción.
Sin embargo debemos cuidar que nuestra devoción sea auténtica, verdadera, porque hay 7 clases de falsa devoción:
Los DEVOTOS CRITICOS: que se burlan de las formas sencillas que la gente humilde tiene para honrar a Nuestra Señora.
Los DEVOTOS ESCRUPULOSOS: que se imaginan que el Hijo de Dios se va a sentir porque honremos demasiado a su Santísima Madre.
Los DEVOTOS EXTERIORES: los que hacen consistir toda su devoción en exterioridades sin cambiar de conducta ni aumentar sus virtudes.
Los DEVOTOS PRESUNTUOSOS: son los que se engañan pensando que con rezarle a la Virgen ya se salvan, aunque no dejen sus malas costumbres.
Los DEVOTOS INCONSTANTES: o sea aquellos que porque no obtienen prontamente todo lo que le piden a la Santísima Virgen ya dejan de rogarle y tenerle devoción.
Los DEVOTOS INTERESADOS: que son los que recurren a María solamente para pedirle favores terrenales o librarse de males materiales, pero no la honran meditando en sus grandezas, dándole gracias por sus bondades imitando sus virtudes.
Los DEVOTOS HIPOCRITAS: que honran a Nuestra Señora porque los demás también lo hacen, o por parecer buenos, pero no porque sientan en su corazón un verdadero amor y aprecio por Ella, ni confianza y de en su poderosa protección.

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