Tepatitlán en el Tiempo

La plaza de toros

Por Juan Flores García

Tepa tuvo su plaza de toros. Una de las pocas en el estado de Jalisco, de las más bonitas y funcionales, ya que tenía capacidad para unas cuatro mil personas. En este coso taurino se llevaron a cabo innumerables corridas de toros, participando en ellas las más grandes figuras de aquélla época.
José González "Carnicerito", era el nombre que ostentaba nuestra plaza y en grandes corridas alternaron en otros, Luciano Contreras, Pepe Ortiz, Alberto Balderas, David Liceaga, "Armillita", "El Soldado", Lorenzo Garza, Joselito Huerta, Manuel Capetillo, "Cagancho" y Chucho Solórzano.
Tepa tuvo dos diestros famosos, hijos predilectos de esta ciudad: Don Isidoro Flores, nacido por el año de 1830 y fallecido en 1914, y José González "Carnicerito".
La plaza de toros se construyó con la aportación de 50 (cincuenta) acciones de $100,00 (cien pesos cada una) en el lugar que fue de don Román Martín, entre las calles de Esparza, Manuel Doblado e Independencia; muchos aún jóvenes, recuerdan el lugar donde estuvo ubicada. Anterior a esta Plaza, se aprovisionaba en ocasión de la festividad del Señor de la Misericordia, una plaza portátil que en una corrida se vino abajo por el lado de sombra, cayendo entre palizada y demás escombros. Afortunadamente no hubo desgracias que lamentar, solo golpes leves.
Un personaje que contribuyó enormemente para la realización de grandes festejos, lo fue don Juan González (cariñosamente "Juan Largo"), famoso y conocido en todas las plazas de México, ya que no había corrida a la cual no asistiera; siempre preparaba gran cantidad de comida, que llevaba a todo festejo taurino y de la cual hacía partícipes a todos sus amigos.
Cuando se anunciaba una corrida en esta ciudad, don Juan pagaba el "convite", que consistías en recorrer las calles con tres a cuatro músicos; un violín, un redoble y dos tambores; se le llamaba la "chirimía". No eran de primer orden estos músicos, pero sí le ponían ganas al ruido. Por delante se llevaba un impresionante asta de toro adornada con banderillas de lujo. Se quemaban cohetes en el trayecto. Los muchachos nos íbamos juntando por la calle armando gran bulla. Llegado el domingo, anticipadamente los chamacos nos conveníamos con los componentes de la Banda Municipal, para, a la entrada de la Plaza, cargar el instrumento y pasar sin pagar. Yo le cargaba a Fernando Moreno.
La falta de afición y el alto costo del espectáculo taurino hicieron desparecer en nuestro Tepa tan hermosa Plaza de Toros, recordando que así fue Tepa en el tiempo.

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