Siete Días: Se patrocinan guerritas


Se patrocinan guerritas

Lo dijeron y lo cumplieron: los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) tomaron este viernes la caseta de la autopista México-Cuernavaca e instalaron un plantón en la avenida Reforma, en la Ciudad de México, para echar abajo las reformas hechas a la Ley del ISSSTE.
Ya desde hace más de dos semanas los “maestros” de la CNTE habían amenazado “endurecer sus acciones”. Apareció en el Universal, la nota decía que “Hay un acuerdo de la CNTE y del Consejo Nacional de Huelga en el sentido de que como vaya pasando el tiempo lo único que nos dejan es ir radicalizando las acciones como la toma de bancos de manera escalonada, lo mismo que centros comerciales y carreteras”, citando como fuente a Daniel Ávila, integrante de la dirección política del CNTE.
Y lo cumplieron. Ya comenzaron con las carreteras, aunque no les duró mucho el gusto porque este viernes, cuando alrededor de una centena de “profesores” apenas habían comenzado su desmadre en la caseta de la autopista México-Cuernavaca, 50 elementos de la Policía Federal Preventiva los corrieron con gases lacrimógenos. Antes, ya habían hecho disturbios afuera del edificio del ISSSTE en el DF, agarrando a palazos y pedradas a la policía, en donde también están plantados. Los daños al edificio se calculan en dos millones de pesos, además de que los “maestros” (insisto en las comillas porque no merecen ser llamados así) enfrentan cargos de secuestro por encerrar gente en el edificio al tomarlo.
Así las cosas, ¿usted de verdad cree, estimado lector, que estos manifestantes están actuando solos? No sería la primera vez que el magisterio inconforme se alía con grupos subversivos para ejercer presión (recuérdese el tristemente célebre caso de la sección 22 del SNTE y la APPO en Oaxaca), pero habrá que ver si, como en el caso oaxaqueño, el tiro no les sale por la culata a la CNTE, y sus aliados, sedientos siempre de violencia gratuita y protagonismo, se descontrolan y acaban haciendo su guerrita en la Ciudad de México, tal como la APPO en Oaxaca o los “estudiantes” de Michoacán.
¿Qué quienes son los aliados de la CNTE? Ellos mismos lo dijeron: la Unión Nacional de los Trabajadores (UNT), “La Otra Campaña” y la Convención Nacional Democrática, es decir, el EZLN y las huestes de López Obrador (de nuevo, aparecido en El Universal), cosa curiosa, además, porque estas dos últimas corrientes están peleadas entre sí por ganar el protagónico de la “verdadera izquierda mexicana”. La razón por la que la CNTE decidió aceptar a estos aliados fue, según las palabras del dirigente Daniel Avila, “demostrar la fuerza del movimiento”. Para que se vea quien manda, eso quiso decir.
Hasta el cierre de esta edición, los “profesores” habían iniciado una “marcha lenta” a la cámara de diputados, y luego se dirigirían al zócalo. Esto de la “marcha lenta” quiere decir que caminarían muy despacio por avenidas importantes para atorar lo más que se pueda la vialidad. Es parte de la “demostración de fuerza” y no sabemos como continuará la próxima semana.
El caso es que, ya sea por la rebonificación, por un aumento de sueldo, por la retabulación, por la ley del ISSSTE, por cualquier pretexto, las clases se suspenden, los “maestros” faltan, se hacen manifestaciones, marchas, plantones, se pelean con la policía, se agarran a pedradas, toman edificios, secuestran gente… y estas “acciones de protesta” no se limitan a los profesores. Cualquier grupo inconforme con cualquier cosa: estudiantes que no quieren clases, militantes que perdieron una elección, camioneros, taxistas piratas, cualquiera puede tomar una “causa”, pedirle una ayudita a los grupos subversivos que abundan en todos lados y “demostrar la fuerza del movimiento”, afectando a miles de personas que sí trabajan.
Ahí está la clave. Los manifestantes no tienen que ganarse la vida, nosotros les pagamos siempre, hagan o no hagan su trabajo. Den o no den clases. Asistan o no a su trabajo en las oficinas de gobierno. Los demás tenemos que mantenernos nosotros y mantenerlos a ellos. Tenemos que financiarles sus guerritas. Y la verdad es que, ¡qué poca madre!

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