Padre Miguel Angel

Un sueño lo hizo cambiar

Por el padre Miguel Ángel

Había en una ciudad un hombre que estaba harto de la vida.
Se quejaba de todo: de su trabajo, de su esposa, de su hija y de la comida.
Quería estar solo, no escuchar nada y decía:

Lo único bueno es el sueño. Al cerrar mis ojos siento un gran alivio de olvidarme de todo y de todos.
- Hola, vengo por ti.
- ¿Quién eres tú?, ¿Cómo entraste?
- Me manda Dios por ti, dice que escuchó tus quejas y tienes razón, es hora de descansar.
- Eso no es posible, para eso tendría que estar...
- Así es, lo estás, ya no te preocuparás por ver la misma gente, ni por caminar, ni de aguantar a tu esposa con sus guisos, ni a tu pequeña hija que te moleste. Es más, jamás escucharás los consejos de tu padre.
- Pero... ¿Qué va a pasar con todo? ¿con mi trabajo?
- No te preocupes, en tu empresa ya contrataron a otra persona para ocupar tu puesto y por cierto, está muy feliz porque no tenía trabajo.
- ¿ Y mi esposa y mi bebé?
- A tu esposa le fue dado un buen hombre que la quiere, respeta y admira por sus cualidades, que tú nunca observaste en ella y acepta con gusto todos sus guisos sin reclamarle nada, porque gracias a Dios y a ella, tiene algo qué llevarse a la boca todos los días, a diferencia de otras personas que no tienen nada qué comer, y pasan hambre hasta por meses y además, se preocupa por tu hija y la quiere como si fuera de él, y por muy cansado que siempre llegue del trabajo, dedica tiempo para jugar con ella. Son muy felices.
- No, no puedo estar muerto.
- Lo siento, la decisión ya fue tomada.
- Pero... eso significa que jamás volveré a besar la mejillita de mi bebé, ni a decirle "te amo" a mi esposa. Ya no veré a mis amigos para decirles lo mucho que los aprecio, ni darle un abrazo a mi padre. Ya no volveré a vivir, ya no existiré más; me enterrarán en el panteón y ahí se quedará mi cuerpo, cubierto de tierra. Nunca más volveré a escuchar las palabras que me decían: ¡Hey, amigo, eres el mejor! Hijo mío, estoy orgulloso de ti, cuánto amo a mi esposo; hermano mío, que bueno que veniste a mi casa; papito...
- NO, ¡NO QUIERO MORIR, QUIERO VIVIR!, ¡envejecer junto a mi esposa!, ¡NO QUIERO MORIR TODAVIA...!
- Pero es lo que querías, descansar, ahora ya tienes tu descanso eterno, duerme para SIEMPRE.
- NO, NO QUIERO, ¡NO QUIERO, POR FAVOR, DIOS...!
- ¿Qué te pasa, amor?, ¿tienes una pesadilla? -dijo mi esposa despertándome.
- No, no fue una pesadilla, fue otra oportunidad para disfrutar de ti, de mi bebé de mi familia, de todo lo que Dios creó.
- ¿Sabes?, estando muerto ya nada puedes hacer y estando vivo puedes disfrutarlo todo. Una vez cerrando tus ojos, nadie te garantiza volver a abrirlos.
Recuerden que despertar a cada día es maravilloso.
QUE BELLO ES VIVIR! HOY LO LOGRÉ, MAÑANA... MAÑANA DIOS DIRÁ.
Aunque las cosas no vayan nada bien, Dios nos da la oportunidad de despertar y disfrutar la vida... mientras estés vivo.

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