Tepatitlán en el Tiempo

Los juguetes de cartón

Por Juan Flores García

Desde antes de la conquista española se ha trabajado el papel que tantos usos tiene, como el papel de desperdicio que se utiliza para armar todo tipo de trabajos manuales. Tal es el caso de los juguetes artesanales que son tradicionales en Guadalajara, sobre todo en el mes de noviembre como parte de las festividades de los días de todos los santos y fieles difuntos. Es costumbre que desde hace muchos años la llamada feria del juguete se instale en el parque Morelos. Los muy adultos que conocimos desde niños esta costumbre por haber radicado en nuestra capital de Jalisco y más todavía, que tuvimos de conocer y hacerlos como ayudante, en este quehacer tan laborioso. En una de las grandes casonas del viejo Guadalajara, por la calle Juan Díaz Covarrubias numerosas familias se dedicaban a hacer las diferentes y vistosas pintadas de fuertes colores, máscaras, las muñecas de cartón pintadas de vivos colores robaban nuestra atención, decoradas con elegantes aretes y collares con brillo de diamantes. Son rubias, morenas y pelirrojas, con rostros de expresión alegre, listas para que sean escogidas y las hay con diferente nombre.
Las máscaras de rostro sonriente que han servido como disfraz son las preferidas por sus variados rostros. Por los niños y jóvenes no ha pasado el gusto por ellas, y se renueva la alegría por disfrutarlas. Los tan gustado caballitos de cabeza de cartón introducido en un carrito para los niños son los preferidos para imaginar que galopan sobre ellos, con su casco romano hecho del mismo cartón sobre su cabeza como todo un caballero romano. Producen estos juguetes de todos los materiales: de madera, barro, hojalata, cartón y azúcar. Para quien no conozca esta feria del juguete diremos que todos estos materiales mencionados, son convertidos en objetos de diversión.
Caminar por este espacio donde están instalados cientos de puestos es muy dado encontrar también los preferidos títeres que al igual que las máscaras son las más vendidas. En madera vemos los tradicionales trompos, baleros, espadas, carros, las primeras trocas que de niños conocimos y jugábamos al chofer. De todos los tamaños y colores los había. La creatividad nos animaba a escoger el juguete que más deseáramos. De Tonalá y Tlaquepaque los silbatos de barro de diferentes formas de animales y no faltaba la flauta de carrizo y en grupo tocábamos y dábamos notas desafinadas, sin ton ni son. Sigue siendo atractivo para niños y adultos todo tipo de juguetes y las calaveras y después comerla, así como los alfeñiques (figuras de azúcar) decorados y vistosos. Los altares de muertos puestos sobre una pequeña mesa con manteles y cuadros y los pliegos de papel de china picado de vivos colores.
Panes, frutas, velas, el pan de muerto para regalo con el nombre. En este lugar tan concurrido no solamente encontramos los anuales juguetes. En improvisados puestos se venden toda clase de comida, antojos, tacos, lonches, tortas y lo más variado en golosinas. Diferentes lugares a lo largo de los años ha ocupado esta conocida exposición de juguetes, que esperábamos que llegara el mes de noviembre para ir con toda tranquilidad a comprar la diversión tan tradicional. A la fecha siguen este negocio, familiares de aquellos que iniciaron la venta del juguete artesanal, hace más de cincuenta años donde los conocimos, y que niños y gente grande igual recorren esa población llena de artesanía que ofrecen a la vista. En el mundo actual de la televisión, las maquinitas y computadoras, para los niños es una novedad el ingenio de ese mundo de colores que encuentran a su paso y a los adultos les despierta una suave sonrisa añorando la infancia ida.
Hay niños que disfrutan otras de las tradiciones, los altares de muertos porque sus papás los enseñaron a apreciarlas. Qué desilusión nos causa a los adultos que participamos en esta antigua costumbre, la aparición del halloween que fue traída como una de las malas exportaciones que tanto mal han causado con sus celebraciones de brujas usando tan horrorosas máscaras en lugar de nuestras máscaras llenas de alegría que manos artesanales mexicanas con espíritu creativo nos ofrecen, y con esto decimos fue Tepa en el tiempo.

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