Todos somos misioneros

Por el padre Miguel Ángel

padremiguelangel@yahoo.com.mx

Este domingo celebramos en todo el mundo el día de los misioneros.
El Papa nos dice:
Queridos hermanos y hermanas:
Con ocasión de la próxima Jornada mundial de las misiones quisiera invitar a todo el pueblo de Dios –pastores, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos- a una reflexión común sobre la urgencia y la importancia que tiene, también en nuestro tiempo, la acción misionera de la Iglesia.
El tema elegido para la próxima jornada mundial de las misiones –Todas las Iglesias para todo el mundo- invita a las iglesias locales de los diversos continentes a tomar conciencia de la urgente necesidad de impulsar nuevamente la acción misionera ante los múltiples y graves desafíos de nuestro tiempo. Ciertamente, han cambiado las condiciones en que vive la humanidad, y durante estos decenios con todo, queda aún mucho por hacer para responder al llamamiento misionero que el Señor no deja de dirigir a todos los bautizados. Sigue llamando, en primer lugar, a las Iglesias de antigua tradición, que en el pasado proporcionaron a las misiones, además de medios materiales, también un número consistente de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, llevando a cabo una eficaz cooperación entre comunidades cristianas.
Quiera Dios que, como consecuencia de nuestro llamamiento, el espíritu misionero penetre más a fondo en el corazón de todos los sacerdotes y que, a través de su ministerio, inflame a todos los fieles.
Demos gracias al Señor por los abundantes frutos que se han obtenido en África y en otras regiones de la tierra mediante esta cooperación misionera. Incontables sacerdotes, abandonando sus comunidades de origen, han puesto sus energías apostólicas al servicio de comunidades a veces recién fundadas, en zonas pobres y en vías de desarrollo. Entre ellos ha habido no pocos mártires que, además del testimonio de la palabra y la entrega apostólica, han ofrecido el sacrificio de su vida.
No podemos olvidar tampoco a los numerosos religiosos, religiosas y laicos voluntarios que, juntamente con los presbíteros, se han prodigiado por difundir el Evangelio hasta los últimos confines del mundo. La Jornada mundial de las misiones es ocasión propicia para recordar en la oración a estos hermanos y hermanas nuestros en la fe, y a los que siguen prodigiándose en el vasto campo misionero. Pidamos a Dios que su ejemplo suscite por doquier nuevas vocaciones y una renovada conciencia misionera en el pueblo cristiano.
Queridos hermanos y hermanas, verdaderamente el mandato misionero encomendado por Cristo a los Apóstoles nos compromete a todos. Por tanto, la Jornada mundial de las misiones debe ser ocasión propicia para tomar cada vez mayor conciencia de ese mandato y para elaborar juntos itinerarios espirituales y formativos adecuados que favorezcan la cooperación entre las Iglesias y la preparación de nuevos misioneros para la difusión del Evangelio en nuestro tiempo.
Preciso que todas las comunidades eleven su oración al “Padre Nuestro que está en el cielo”, para que venga su reino a la tierra. Hago un llamamiento en particular a los niños y a los jóvenes, siempre dispuestos a generosos impulsos misioneros. Me dirijo a los enfermos y a los que sufren, recordando el valor de su misteriosa e indispensable colaboración en la obra de la salvación.
Que la Virgen María, que acompañó con solicitud materna el camino de la Iglesia naciente, guíe nuestros pasos también en ésta época y nos obtenga un nuevo Pentecostés de amor. En particular, que nos ayude a todos a tomar conciencia de que somos misioneros, es decir, enviados por el Señor a ser sus testigos en todos, los momentos de nuestra existencia.
A quienes de diversos modos se dedican al anuncio del Evangelio, les aseguro un recuerdo diario en mi oración, a la vez que imparto con afecto a todos la bendición apostólica.

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