Sumario: AMLO Vs Norberto



AMLO Vs Norberto

Vi en la edición virtual de este semanario el epigrama de mi amigo Luis Gutiérrez Medrano la semana pasada, en el que pregunta: ¿Por qué se molestaron por tocar seis minutos las campanas?, ¿no es muchísimo peor cuando bloquearon la Avenida Reforma seis semanas? Ese -dice- es el PRD, no es cosa rara que nunca midan con la misma vara. Aunque nieguen Rosario y Obrador, asaltar catedral fue un gran error.

Estamos de acuerdo casi en todo, en que fue muchísimo peor y dañino el bloqueo, en que nunca miden con la misma vara, y en que asaltar la Catedral fue un gran error. Menos en que hayan sido sólo seis minutos de campanadas. Los simpatizantes y amigos del Peje le exageraron diciendo que fueron doce y hasta quince, y los católicos devotos como mi amigo el Poeta le achicaron.

Como yo me atreví a dudar de la versión de unos y de otros, para el comentario que escribí por esos días para el Diario Política establecí un término medio y dije que diez minutos de repicar las campanas es mucho... molestan. No tanto como el estallido de los cohetes, pero las campanas también son muy ruidosas y más si son muchas las que tañen al mismo tiempo.

Por eso a los convencionistas de López Obrador les pareció una provocación que sonaran tanto mientras hablaba Rosario Ibarra de Piedra. No se justifica su incursión violenta en la Catedral Metropolitana, pero a mí me parece también que los provocaron. Cinco minutos de repique (seis como dice Luis) hubiera estado bien, pero tanto...

Según la sabiduría popular, donde hay un loco con uno basta, ya con dos se vuelve un manicomio. Y si el Peje se volvió loco (bueno, loquito...) luego de perder la elección presidencial, y la gente de la Arquidiócesis de México se pone en el mismo plan, pues la vecindad entre el zócalo capitalino -propiedad del primero- y la Catedral Metropolitana se volvió un manicomio.

Visto así de simple parece fácil de entender, parecería que se trata de algo personal entre López Obrador y el cardenal Norberto Rivera, o entre la gente de ambos; pero la provocación primero y el cierre de la catedral después me hacen pensar que hay algo más de fondo, muy probablemente que la jerarquía católica sigue considerando que el tabasqueño es un peligro para México y sobre todo para la Iglesia, y que hay que cerrarle el paso para que no se convierta en otro Plutarco Elías Calles en la Presidencia.

En 1926 este general sonorense decretó como Presidente de la República la llamada Ley Calles para reglamentar el Artículo 130 de la Constitución de 1917, el cual les negaba ya la personalidad jurídica a las iglesias, las privaba de su derecho a poseer bienes raíces, prohibía la participación del clero en la política, desconocía derechos básicos de los ministros del culto e impedía el culto público fuera de los templos.

La reglamentación buscaba limitar aún más, o suprimir la participación de las iglesias en la vida pública, y dadas algunas características de la Ley Calles, como la que obligaba a los ministros de culto a casarse, o la que prohibía la existencia de comunidades religiosas, se consideró que la misma tenía un claro sesgo anticatólico, por ser la Iglesia Católica la única en México que cuenta con ministros obligatoriamente solteros y con comunidades en las cuales las personas deciden convivir, como los monasterios y los conventos.

Y aún más, dicha ley reglamentaria facultaba a los gobernadores de los estados a imponer cuotas y requisitos especiales a los ministros del culto, y los gobernadores más radicales lo hicieron, como Tomás Garrido Canabal en Tabasco quien decretó normas que iban más lejos, pues obligaban a los ministros a casarse para poder oficiar; en Chihuahua se pretendió forzar a la Iglesia católica a operar con un número mínimo de presbíteros, y en Tamaulipas se prohibió oficiar a los sacerdotes extranjeros.

Ya desde 1925 se había creado en México -con el apoyo de la CROM- la Iglesia Católica Nacional Mexicana, a la que se le entregaron edificios -que se le quitaron a la Iglesia Católica Romana-, así como recursos y medios para romper con El Vaticano. Y se armó la de Dios es Cristo... la jerarquía católica intentó reunir dos millones de firmas para proponer una reforma constitucional, pero tal propuesta fue rechazada.

La Iglesia, entonces, decidió cerrar los templos, lo que enardeció a los católicos que organizaron un boicot para no pagar impuestos, minimizar el consumo de productos comercializados por el gobierno, no comprar billetes de la Lotería Nacional ni utilizar vehículos a fin de no comprar gasolina, todo lo cual causó severos daños a la economía nacional y sirvió para que las posiciones de distintos grupos dentro de la propia Iglesia Católica se radicalizaran.

Tanto que algunos católicos decidieron levantarse en armas, iniciándose así la llamada Revolución Cristera, Guerra de los Cristeros o La Cristiada, que empezó en Los Altos de Jalisco, en Guanajuato, Michoacán y Zacatecas y pronto se extendió a todo el centro y parte del norte de la República, duró tres años y se estima que murieron en ella más de 250 mil personas, entre civiles y combatientes tanto de las fuerzas cristeras como del Ejército Mexicano.

"¡Viva Cristo Rey!" gritaban unos; "¡Viva el Supremo Gobierno!" contestaban los otros y se dieron con todo... Como dice el corrido de un tal Porfirio Cadena a quien le apodaban "el ojo de vidrio": Quedaron pueblos enteros llenos de puros colgados y nomás blanqueaban los cerros de puros encalzonados, "bueno -le agregaba Lalo González el Piporro a la canción-, blanqueaban los que traiban, los que no pos nomás negreaban..."

Fue una matazón de lado y lado, hasta que los obispos, asustados, decidieron negociar con el presidente interino Emilio Portes Gil la terminación del conflicto (esto después de que un católico fanático, José de León Toral asesinó al ex presidente Alvaro Obregón siendo éste candidato único a la presidencia para relevar a su paisano Plutarco Elías Calles) y una amnistía general para todos los levantados en armas. Se acordó devolverle a la Iglesia las casas curales, o curatos, y episcopales o sedes de los obispos, y evitar mayores confrontaciones en lo sucesivo. Pero ya habían muerto (y algunos fueron asesinados después) muchos sacerdotes católicos, algunos sin deberla porque se oponían incluso al uso de las armas. La Iglesia Católica los declaró mártires primero, luego beatos y finalmente santos.

Me parece que el cardenal Norberto Rivera no quiere ser mártir, ni beato, ni santo, no quiere ser perseguido y teme que Andrés Manuel López Obrador y sus huestes sean como sus paisanos de Tabasco Tomás Garrido Canabal y sus Camisas Rojas, y empiecen a matar curas si llegan al poder. No creo que los nuevos tiempos estén para eso, no creo que se repitiera el conflicto casi cien años después, pero Él por lo pronto mandó cerrar la Catedral Metropolitana, como los obispos de su tiempo ordenaron cerrar los templos.

¿Para qué...? ¿Para provocar que la autoridad legalmente constituida -la federal y la de la ciudad de México- terminen alejando del Zócalo a López Obrador?, ¿para quitarle su espacio vital y su tribuna al "presidente legítimo" desde la cual sigue alentando su proyecto de llegar a la Presidencia postulado por su propio partido que no será, por cierto, el PRD?

La mayoría de las personas a las que les he preguntado al respecto coinciden en que el Peje ya no llega a la Presidencia ni con chochos, que ya no votarían por Él ni la mitad de los mexicanos que lo hicieron el año pasado, que enloqueció, que está loquito... Entonces ¿para qué provocar a su gente a campanazos?, ¿para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo? Donde hay un loco con uno basta, ya con dos se vuelve un manicomio.

El conflicto aparentemente ya se resolvió, ya abrieron la Catedral el sábado pasado y ya hubo misa el domingo, pero durante días el señor Cardenal mantuvo acorralados al PRD y al gobierno capitalino (y eso que estaba en Roma), los puso contra la pared, ya no sentían lo duro sino lo tupido, porque sí fue muy grave lo que hicieron un grupo de imbéciles al invadir con violencia la Catedral, pero para mí que les pasó a esos lópezobradoristas lo mismo que les pasó a los priístas en Veracruz, donde la gente del PAN los provocó colocando una estatua de Fox en Boca del Río, y ellos cayeron en la provocación y la tumbaron; en la ciudad de México la gente del Cardenal provocó a los pejistas con un repique tan prolongado, y éstos cayeron en la provocación y cometieron una estupidez.

Pero ¡cuidado...! Como se arreglaron las cosas, pudieron no haberse arreglado tan fácil y provocar un conflicto mayor...

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