San Diego de Alejandría: Los pioneros en la vida de Jalpa

Por Óscar Maldonado Villalpando

Se llegó el día que se pudo celebrar misa en el templo nuevo, en el precioso templo de estilo gótico alemán. Fue un 19 de septiembre de 1908, el imperio de don Porfirio se disponía a celebrar el centenario de la Independencia, pero en distintos rincones, sobre todo de la conciencia popular, se gestaba la Revolución, se asomaba una nueva etapa y el destino de Jalpa cambiaría radicalmente, la gloria de la hacienda vendría a menos, pero un pueblo nuevo estaba naciendo, la nueva comunidad de Jalpa.

Para ello trabajarían muchos personajes importantes, algunos sacerdotes de gran talla, como el Padre Pedro González, como el señor Cura Salvador Casas y el gran párroco don Aurelio Olmos.

Pero ellos no habrían hecho todo sin la gran colaboración de hombres sobresalientes del propio pueblo. Fueron muchos, podemos señalar algunos por ejemplo.

Don Faustino Coronado
15 de Agoto de 2006
Originario del Cañón de Jalpa

Fino artista en el labrado de cantera. Sus trabajos son muy reconocidos. Su obra está en el templo de San Felipe -su tierra- Agua Negra, Carrizo de Rubios, Guadalupe de Jalpa, el púlpito del Santuario de la Virgen de Guadalupe en Jalpa, así como en la parroquia de la Virgen de Guadalupe en San Juan de los Lagos. Allá lo invitó el señor cura Aurelio Olmos.

Don Faustino Coronado encontró, en don Pedro Escobar, un magnífico maestro como cantero; ellos fueron quienes terminaron el fino trabajo en el nicho del Señor de La Misericordia y el altar original que estaban inconclusos desde la época del Padre Pedro González.

Acompañaron a don Faustino, a realizar sus obras, buenos auxiliares como fueron Fidencio Rojas Ramírez de Churintzio, Inés Ponce y Pascual Villa del Cañón de Jalpa. Estas obras fueron promovidas por dos grandes sacerdotes de su época: El señor Cura don Salvador Casas Raygosa y el señor Cura don Aurelio M. Olmos.

Don José Barrera
Genial albañil, ampliamente reconocido de 1940 a 1960. Junto con don José Rojas, también albañil de la ciudad de León, Gto., hicieron la primera bóveda en la reconstrucción del templo viejo. Luego don José continuó solo la obra, alentado por el señor Cura Olmos. Construyó la capilla de Carrizo de Rubios. Y colaboró con la creatividad del señor Cura Olmos en sus numerosas obras materiales. Don José Barrera es abuelo materno del Padre Enrique Sotelo Barrera. Construyó además la capilla de Rancho Seco. Es pintoresco el hecho de cómo don José le decía al señor Cura que no se sentía bien allá en las alturas y que no sabía hacer algún trabajo, y el párroco le daba toda su confianza y lo impulsaba.

Así que el templo es la obra representativa de estos hombres, los sacerdotes, y tantos insignes colaboradores. Pero también merece alta estima la respuesta, dentro de sus limitaciones, de todos los fieles, que no los dejaban solos en semejantes empresas. Sería justo valorar tantas formas de colaboración, los donantes, los recaudadores, las señoras, las señoritas, las faenas. Ojala se pueda ir ampliando la noticia de más hombres y mujeres valiosos, para rescatar los trozos de historia que cada uno representa.

José Cabrera Cruz
Este es un caso excepcional. 52 años al servicio del Señor de La Misericordia, es un digno título para una vida consagrada a ese fin. Como los profetas, desde niño fue llamado al servicio del altar, primero acólito con el señor Cura Casas, se quedó para ir aprendiendo todos los oficios que se requieren en el templo, pero asimilados, vividos con devoción, con reverencia, como menciona la Biblia sobre Samuel.

Hombre de toda confianza de los sacerdotes por su gran responsabilidad, cuidado y cariño de las cosas y de la vida parroquial de Jalpa.
-Acólito.
-Sacristán mayor.
-Cantor.
-Jardinero.
-Encargado de recibir los diezmos.

Los sacerdotes, en primer lugar, encabezan los trabajos, pero don José ayudó a forjar la fisonomía, el rostro parroquial, vino a ser él, el contacto de la vida y de las cosas de la Iglesia y el pueblo cristiano. El curso de los acontecimientos en la historia de la parroquia de Jalpa, en gran parte, pasó por sus manos.

Es mínimo, dada su entrega y generosidad, lo que significa este reconocimiento y gratitud. Ellos también son la Iglesia, ellos también dan testimonio, ellos también comprometen.

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