El secreto del testamento

Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

Un hombre rico que tenía un solo hijo y que además tenía una gran pasión por el arte, formó una extensa colección de pinturas realizadas por famosísimos pintores como Picasso, Rafael y otros más.

Cierto día el hijo se fue a la guerra y allí murió salvando la vida de un compañero.

Aquel joven soldado, como agradecimiento pintó el retrato de quien había dado la vida por él en campo de batalla y lo regaló al papá del soldado muerto.

Aquel señor lo recibió con gran emoción y en seguida colgó el retrato arriba de la repisa de su chimenea. Cada vez que los visitantes e invitados llegaban a su casa, les mostraba el retrato de su hijo antes de mostrar su famosa galería. El hombre murió.

Unos meses más tarde se anunció una subasta con todas las pinturas que poseía. Mucha gente importante e influyente acudió con grandes expectativas de hacerse de un famoso cuadro de la colección. Sobre la plataforma estaba el retrato del hijo. El subastador golpeó su mazo para dar inicio a la subasta.

“Empezaremos los remates con este retrato del Hijo, ¿quién ofrece por este retrato?”

Hubo un gran silencio. Entonces una voz del fondo de la habitación gritó: “¡Queremos ver las pinturas famosas!”. “¡Olvídese de ésa!”.

Sin embargo el subastador persistió: “¿Alguien ofrece algo por esta pintura? ¿$100.00? ¿200.00?” Otra voz gritó con enojo: “No venimos por esa pintura, venimos por los Van Goghs, los Rembrandts. Vamos a las ofertas de verdad”.

Pero aún así, el subastador continuaba su labor: “el Hijo, el Hijo, ¿quién se lleva el Hijo?” Finalmente una voz se oyó desde muy atrás de la habitación: ¡yo doy diez dólares por la pintura! Era el viejo jardinero del padre y del hijo, era lo único que podía ofrecer.

“Tenemos $10. ¿Quién da 20?”, gritó el subastador. La multitud se estaba enojando mucho, no querían la pintura del Hijo, querían las que representaban una valiosa inversión para sus propias colecciones. El subastador golpeó por fin el mazo: “Va una, …van dos, ¡VENDIDA por $10!”

“¡Empecemos con la colección!”, gritó uno. El subastador soltó su mazo y dijo: “lo siento mucho, damas y caballeros, pero la subasta llegó a su final”.

“Pero, ¿y las pinturas?”, dijeron los interesados, “lo siento”, contestó el subastador; cuando me llamaron para conducir esta subasta, se me dijo de un secreto estipulado en el testamento del dueño. Yo no tenía permitido revelar este secreto hasta este preciso momento. Solamente la pintura de EL HIJO sería subastada. Aquel que la aceptara heredaría absolutamente todas las posesiones de este hombre, incluyendo las famosas pinturas. El hombre que aceptó quedarse con EL HIJO se queda con TODO”.

Dios nos entregó a su hijo Jesucristo.

Quien lo sigue a El, gana todo.

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