Qué desmadre traen los vivos en el panteón de Tepatitlán

Los muertos, tranquilos, pero…

+ Muy religiosos pero bien que les gusta la brujería
+ De pendejos e ignorantes no los baja el padre Pancholín


Por Flavia Bustamante

La semana pasada mi suegra me venía diciendo que debería hacer una nota de relatos de muertos o aparecidos. Seguramente a mucha gente le guste hablar de estas personas pero definitivamente no me incluyo.

Pensé que a mi suegra este tema ya se le había olvidado. Hasta que escuché: "Flavia, mañana paso por ti para que vayamos al panteón". Fueron palabras de ultratumba, me corrió un escalofrío por la espalda. Hace muchos años que yo no piso un cementerio. Según mi papá, debería tenerle miedo a los vivos y no a los muertos que ya no hacen nada.

Y ahí fuimos en busca del encargado del panteón. Me imaginé encontrarme con un viejito que me contaría puras historias de susto, de gritos a medianoche, de fantasmas, etcétera. De sólo escribir ya se me pone la piel de gallina.

Rodeadas de tumbas esperamos al encargado. Este señor resultó ser un hombre joven, de cuarenta y tantos años pero que hace mucho que trabaja ahí.

No sabía cómo decirle que iba para que me relatara alguna anécdota, seguramente se me notaba el miedo en la cara y haría que relatos simples fueran espantosos nomás para asustarme y que dejara de molestar por ahí.

El encargado se llama Francisco Javier Vera González, alias "Paco Panteones".

Con ese apodo se imaginarán que las historias que nos contaba, de susto tienen poco y nada, por el contrario, tienen su lado de humor negro.

Fantasmas aquí no he visto, dijo Paco, pero sí puedo contarles sobre "los que se caen".

Preparé mi grabadora y no me quedó más que ponerla sobre una de las tumbas con el deseo de que al escuchar la grabación no se oyera la voz de alguno de los muertos que desde el más allá quisiera comunicarse.

Estas son algunas de las historias que Paco Panteones nos contó.

"En el 90 había fosas comunes, ahora no. Se llevó un cuerpo allá (señalando el lugar), y como era pura tierra, se tenían que poner montenes (largueros de metal) para asentar los cuerpos antes de bajarlos. Nomás que había un montén que estaba soldado a la mitad y pusieron a la señora, una señora de no muy poco peso, ya ve que dicen que luego de muerto uno se pone más tieso y pesado. Y ahí estaban todos con el tanguito de diario: ¡Ay que me muero!, ¡Que me voy con ella!; y se empiezan a subir todos que a ver la muerta ahí al montén. No pues, mi padre en ese tiempo vivía y les empezó a decir que no se subieran.

Y sucedió lo que tenía que suceder: muerto y personas pa’ abajo.

Se cayeron como 6, estaba hondito. Todos eran muy ligeros pero entre ellos había una gordita y con vestido. ¡No hombre! El zopilote (el que carga el cuerpo) que también se va con todo y madre pa abajo. Y desde allá abajo empujando a la gordita para subirla. El hoyo tenía dos metros, pero de todos modos, dos metros para un susto de esos y con todo y muerto...”

“Otra anécdota, de cuando la funeraria San Ramón, lo digo porque ya no existe, trajeron un servicio y viniendo ahí una persona que no voy a nombrar porque ése sí todavía vive, teniendo tantos años de experiencia no les dijo cómo acomodar las cuerdas en los herrajes para poder introducir el cuerpo.

Entonces, no le pusieron las cuerdas como eran y al bajar el cuerpo se recorrieron todas las cuerdas hacia atrás, pero la punta de la caja se fue. Pegó la caja abajo, se abrió y salió el muerto hecho el recio pa’ afuera, y de pura boca cayó, tenía los dientes llenos de lodo por el aterrizaje. Los parientes andaban que querían matar a los zopilotes y todos los que se arrimaran".

Y ahí Paco Panteones seguía con sus historias, mi suegra ya se había sentado en una de las tumbas pero a mí me daba pena pero no aguanté y me senté a su lado. En un bordecito apenas para que no se molestara el muerto.

Paco continuó: “Hay otra que no sé si llamarla anécdota. Un día hallamos ropa interior de una mujer dentro de una gaveta, y pues, empezamos a buscar en todas las gavetas y sacamos un montón de ropa de mujer, juguetes, animales, ouijas, barajas, perfumes del 7 machos. De brujerías, pila de cosas, monos con alfileres, con letreros.

Con decirle que en la gaveta de Federico, el que tenía una zona de tolerancia, encontramos ropa interior de mujer envuelta, con una toalla femenina y al desenvolverlo había una fotografía de un hombre".

Según Paco, hay más gente que cree en la brujería en Tepa de lo que uno piensa, y que usan la religión como escudo.

Mientras pasaba gente por ahí que iban a arreglar las tumbas, a pintarlas y limpiarlas, Paco contó un último relato.

"En el 91 trabajaba aquí mi compadre. En esa época no había baños, entonces la gente hacía donde le venía y dejaba aquí su donativo mientras otro cuidaba.

Un día entraron 3 mujeres que se le hicieron sospechosas a mi compadre y se vino siguiéndolas desde la entrada. Ahí para el naranjo (a pocos metros de donde estábamos) se sentaron a orinar, pero antes de eso él vio que escarbaron.

Luego de que se fueron, con una vara, él escarbó ahí y halló un mono lleno de alfileres, la cabeza era un papel envuelto y ese papel traía una letanía "que el güero de la Colonia del Carmen" y quién sabe cuántas maldiciones más decía el papel, y hasta un clavote en el pecho de ese mono.

Total que le hice caso a mi esposa que es bien catolicota (yo soy ateo, gracias a Dios) y agarró y dijo: "no, que llévaselo al padre Pancholín", era un padre que estaba de moda en ese tiempo.

Y ahí voy con toda mi carota a llevarle el mono al Pancholín.

¡No hombre! Fue para que me pusiera como lazo de cochino. "Que son unos pendejos los que creen en eso", nomás santo no me dijo y que lo tire. "Que éramos unos ignorantes", siguió diciendo. Y me vine yo como perrito regañado".

Con mi suegra le preguntamos si había visto peleas en los entierros y él dijo que no, que nomás relajitos y cuchicheos como "ahí anda la piruja de aquel, y él tan santito que se veía" y cosas por estilo, pero nada agresivo, dijo Paco.

Afortunadamente no sucedió nada que me espantara, entre tantas historias se me pasó un poco el miedo y me di cuenta de que hay que ser especial para trabajar allí. Paco Panteones es especial, logró que estando viva durara más de una hora allí.

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3 Comentarios

  1. El padre Pancholín puede decir lo que quiera. ¿Pero tendrá validez? El día que no anda borracho, anda crudo. Incluso puede andar con la cruda moral de haberse "aventado" a alguna chica por ahí.

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  2. No seas corriente piba. ¿Para que decir "desmadre"?

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