Extrañando Tepa

Qué lejos...

Extrañando a Tepa

+ De subida escalando y de bajada rodando
+ Y hablando sola frente a una máquina ¡uf!


Por Fabiola González Ontiveros

Amenacé a los lectores con que estaríamos de regreso muy pronto en estas páginas y aquí estamos, sólo que ahora no escribiremos desde la Prepa Tepa como antes, sino desde la capital del estado de Veracruz, Xalapa. Estamos en un parquecito cerca de mi nueva casa.

Cuando va uno de vacaciones a algún lado lo ve todo como extraño... con la mirada de visitante pues, y no te acostumbras a nada porque si algo no te gusta sabes que tarde o temprano vas a regresar a tu casa, no te quejas porque es temporal. Peeeero cuando cambias de residencia ves las cosas de diferente manera. Se los digo porque me parece sorprendente lo rápido que me estoy acostumbrando a todo lo nuevo, aunque no estoy muy segura de si “acostumbrando” sea la palabra correcta, se me ocurre otra que podría quedar mejor: resignación.

Por ejemplo, en Tepa no caminaba yo ni de mi casa al centro que está relativamente cerca (comparado con otras ciudades todo ahí está relativamente cerca), me daba flojera regresar de la oficina que está en el centro a mi casa, por la subida más que nada, me cansaba nada más de pensar en esa cuesta, así que lo más fácil era hacer una llamada para que alguien de la casa fuera a recogerme.

Acá en Jalapa ya me fui caminando de mi casa al centro, que está como a unas 8 cuadras pero de esas cuadras gigantes y cansonas, porque no hay ni una sola calle que esté parejita… pura cuesta para todos lados, tanto o más que en Zacatecas para quien conozca por allá, las calles están cruelmente empinadas. Al subirlas siento como si estuviera escalando, y para bajarlas mejor me voy rodando… Bueno, le exageré un poco, pero de que están difíciles lo están.

El punto era que aunque me canso caminando por la ciudad mejor ni me quejo y más bien le echo valor al asunto, porque sé que ya no tengo para donde hacerme, esto será mi vida durante un tiempo y es inútil renegar, porque como sea no hay solución.

También cuando estás de visita en una casa no terminas nunca de sentirte cómodo, porque tiene esto o aquello que no te gusta y no tienes por qué aguantarlo más que unos días, pero en mi nueva casa me decepcioné bastante porque no tiene nada que ver con la antigua. Me encontré con un espacio completamente vacío dividido por paredes, pero ahora que ya la llenamos de cosas hasta calientita y cómoda se me hace. Al principio la veía con cierto recelo, pero como no voy a poder huir en algunos años, ya hasta me gusta.

Y en lo que me adaptaba al nuevo estilo de vida, que nos caen los parientes que se quedaron en Tepa porque algún mosco les picó y decidieron llegar a Veracruz el fin de semana, así que los González Ontiveros invadieron el Estado. En realidad no somos tantos, pero es tan difícil que nos juntemos todos en un solo lugar, que me pareció todo un acontecimiento reunirnos todos en un fin de semana y sin preocupaciones, además tan lejos de casa y con el simple propósito de pasar unas minivacaciones para liberar el estrés.

Como la playa nos queda a una hora y cachito de la ciudad capital, pues nos fuimos desde temprano para disfrutar del buen tiempo. ¡Qué ciudad tan bonita es Veracruz! Llena de historia por todos lados y tantas cosas para ver, el único pero que le pongo es el calor porque lo odio, pero de ahí en fuera todo está muy bonito. Comimos en un barco de la Armada que tiene a bordo un restaurante que se llama La Cubierta y que está atracado permanentemente en la desembocadura del río Jamapa donde se junta éste con el mar.

Después nos dirigimos a la playa para refrescarnos un poco, donde jugamos y nos divertimos bastante. Hacía muchos años que no tenía yo unas vacaciones como estas, aunque fueron solo tres días me la pasé de lo mejor.

El lunes se regresó mi gente a Jalisco porque hay que seguir trabajando, así que nos fuimos haciendo menos en la casa, porque el martes se regresó mi otra hermana a la ciudad de México, y aunque aún me quedan mi mamá y mi sobrina no será por mucho tiempo. Así que la próxima semana seguramente me va a estar molestando la soledad, hasta que pueda regresar a Tepa por lo menos unos días.

Como aún no conozco a nadie acá y tampoco tengo mascotas, ya me hice amiga de unos cuantos perros que andan en la calle cerca de mi casa… total. Los vecinos ya me ven medio feo porque me siento en unas bancas al lado del edificio de la Dirección de Tránsito del Estado y me pongo a hablar con mi hermana por la computadora, y todos los demás me ven al pasar como si fuera un animal raro hablando sola frente a una máquina. Ni modo… así será mientras no conozca a nadie.
Pero igual ya este lunes se me acaban las vacaciones y entraré a la universidad, que ya será harina de otro costal y ya les contaré después cómo está eso de los compañeros nuevos con acento extraño.



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