Carta a los santos reyes

Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

Queridos Reyes Magos:
Todos los años, cuando llegan estas fechas, mi pensamiento se vuelve hacia ustedes.

Y, junto con el pensamiento, mi corazón va dictando una serie de deseos que, con su ayuda, quisiera los llevaran a Feliz Navidad.

Dejen en el mundo UNA ESCOBA. Para barrer todo lo que suene a la violencia y terrorismo.

Que no quede ni un solo rincón en las personas con resquicio de rencor o de odio.
Traigan y abundadamente JABON. Para limpiar nuestras personas de aquello que, la sociedad va imponiendo como normal y lógico.

Echen, en los ojos de todos los hombres y mujeres, COLIRIO para que, los unos a los otros lejos de vernos como adversarios, sepamos contemplar y respetarnos como hermanos.

Escondan, debajo de las almohadas de los que esperan, SUEÑOS.

Nunca, como hoy, tenemos abundancia de bienes para vivir, y nuca como hoy, hemos perdido los ideales por los que luchar.

En un rincón del corazón de las personas, derramen toneladas de AZUCAR.

Las prisas, los agobios, los trabajos, el afán de superación, nos está convirtiendo en autómatas.

Escasamente nos miramos a los ojos. ¡Necesitamos un poco de dulzura!

Si, en sus almacenes existen, solicitamos que nos proporcionen unas LIMAS.

Cada día que pasa, y por diversas circunstancias, los tropiezos las dificultades, los roces, hacen que nos distanciamos y que se acrecienten las diferencias. ¡Necesitamos suavizar las discrepancias!

Traigan unas grandes TIJERAS.

Para cortar todo aquello que no es positivo en nosotros.

Para confeccionar un traje con la etiqueta del amor, con los botones de la esperanza y de la caridad.

¡Ayuden a vestir con el traje de la FE!

Que sus pajes, aunque tal vez piensen que no ocupa nada, que nos transporten un poco de ALEGRIA.

Es un bien muy escaso. Es tan invisible que, en el mundo donde vivimos, no lo percibimos.

¡La necesitamos para volver a SONREIR!

Todos los años, les dejamos en el balcón o en la ventana, nuestro calzado.

En el presente año dejen unos ZAPATOS CELESTIALES. De tal manera que, al colocarlos en nuestros pies, caminemos por las sendas de la verdad, de la justicia y del perdón.

¿Tendrá mi número?

Si además añaden un ABRELATAS para abrir nuestro corazón a Dios.

Y un IMPERMEABLE para protegernos de las tormentas que descargan contra nuestras convicciones religiosas, les quedaré como si fuera un niño altamente agradecido.

Quiera Dios que todos esos buenos deseos se cumplan en el próximo año 2010 que ya está a punto de comenzar y que sea un año mejor que el que estamos terminando.

Publicar un comentario

0 Comentarios