El Universal.- Luego de una década de mutis, regresan a la escena rockera con un disco independiente que contiene rolas con temas sociales.
La primera vez que Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio se presentó en público con ese nombre —tras haber utilizado otros más como “Pepe el Toro y los miserables”— fue el 9 de junio de 1985, y lo hizo en un horario “estelar”: Un viernes a las 10 horas en el Auditorio Nacional.
Lo curioso es que la agrupación no actuó adentro del coloso de Reforma, sino afuera del inmueble, como parte de un concierto convocado por el Partido Socialista Unificado de México (PSUM).
Era la década de los 80, en la que los grupos de rock en México como Maldita Vecindad, Caifanes, Rostros Ocultos, Santa Sabina, La Castañeda y los propios Café Tacvba luchaban por abrir la calle y los espacios para la cultura en el país.
Radicales libres
Quizá pensar en aquella frase popular que dicta: “Todo tiempo pasado fue mejor” suene nostálgico, lo cierto es que la banda integrada por Roco, Aldo, Pato y Sax puso su respectivo granito de arena para contribuir a que las disqueras supieran que el rock hecho en México se forjaba de forma diferente a lo que las compañías habían establecido hasta ese momento con grupos como Timbiriche.
El estribillo: “Dichosos los poetas pobres, de ellos será el reino de los suelos” (de su canción “Don Palabras”) define muy bien lo que estos cuatro cronistas urbanos —los mismos que se hicieron en las calles de la ciudad de México y un día fueron considerados un grupo de culto en Europa— han logrado con sus canciones, con temáticas sociales y contestatarias que hoy siguen coreando miles de personas en los conciertos.
A 25 años de ese andar callejero y 11 años de no lanzar un álbum en estudio, Maldita Vecindad habla para los medios sobre Circular colectivo, trabajo coproducido por Greg Landau, en el que abordan temáticas como los inmigrantes, el trabajo de la activista Digna Ochoa (asesinada en 2001), y mezcla géneros musicales como ska, música norteña, funk, electrónica y ritmos afrocaribeños.
— ¿Por qué este ayuno discográfico que duró una década?
Roco: — Con el disco Mostros (1998) terminó nuestro contrato con la compañía con la que estábamos (BMG). En ese momento tuvimos otras propuestas, pero preferimos quedarnos independientes, y empezar a trabajar en una infraestructura que nos permitiera sacar nuestros discos en completa libertad. Cuando comenzamos con Maldita, nuestra visión era distinta. Empezamos a abrir espacios para el rock en México, junto con otras bandas hermanas.
Cuando sacamos el Mostros, nos dimos cuenta de que la nuestra misión ya no era la misma: ya habíamos logrado todo esto, el rock mexicano ya es reconocido en todo América Latina, los espacios como la televisión y la radio, si bien no hay una presencia en el movimiento independiente, también ya se convirtió en una industria, ¡ahora todo lo quieren vestir con rock! Entonces tuvimos la necesidad de fundamentar nuestro trabajo con otras vías.
—En teoría todo tendría que ser más fácil cuando se tiene un renombre como el de Maldita...
Aldo: — Originalmente la forma en cómo planteamos nuestro trabajo no estaba enfocado a hacer discos o a producir bajo la fórmula de las disqueras. Vivimos el proceso de nuestra libertad, decidimos producir este trabajo, tomarnos el tiempo, tanto como productores como desde la parte de músicos. Este disco ha sido el que más trabajo nos ha costado en términos de dinero, de energía, considero que ha sido la culminación de todo ese tiempo en la cuestión de la crisis discográfica, los apoyos que hemos logrado han sido con los otros colectivos, de ahí el nombre.
— ¿De qué manera celebrarán sus 25 años de carrera musical?
Aldo: — Tenemos muchas ganas de festejar, y por supuesto que lo haremos. Hay por ahí la idea de hacer un documental, tenemos muchas sorpresas, y claro, habrá muchos conciertos de “paz y baile”.
— ¿Qué opinan de que hoy el título “rock” cabe casi en todos lados?
Roco: — Nosotros pertenecemos a una generación que construyó una escena, con una visión cultural que venía de varios años atrás, y que igual escuchaban Pérez Prado que The Clash o Los Tigres del Norte.
Nosotros armamos los primeros festivales después de la censura de Avándaro. Había una enorme diferencia, entonces se tenía la conciencia de cantar en español.
Fuimos el primer grupo que se presentó en el Zócalo, antes de que todo mundo llegara a imponer “récords de asistencia”. Lo hicimos con un colectivo de estudiantes en la segunda mitad de la década de los 90.
Actualmente, los grupos que cantan en el idioma inglés solamente copian lo que pasa en Inglaterra o en Estados Unidos; son, al final, grupos de la industria que siguen ese lema de que “mientras más te pareces a los neoyorquinos, más indie eres”.
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