+ Sencillo y profundo, humilde y sublime
Por Oscar Maldonado Villalpando
Pequeño de estatura física, su acción en esta Iglesia del occidente y en todo México, al lado y siguiendo las huellas de don José Garibi Rivera, ocupa un lugar sobresaliente; es una de las figuras del siglo XX. Especialmente en relación al Seminario de Guadalajara al que estuvo ligado directamente por no menos de cuarenta años, primero como alumno, maestro y rector.
Su vida se realiza entre la broma sutil y la entrega apasionada, realista y eficaz.
José Salazar López nació en Ameca, el 12 de enero de 1910. Estudió en el Seminario de Guadalajara. De esta etapa se conserva las referencias a la persecución que sufrían los alumnos, sorprendidos y desalojados de forma sorpresiva por el gobierno. Una vez cardenal fue invitado a la XV Zona Militar, el general le dice: “Pase eminencia, ésta es su casa” Él simplemente respondió: “Era”
Todos lo recuerdan con cariño en su expresión “Mire” levantando el dedo índice. Su vida se realiza entre la agudeza, la fidelidad, la inteligencia profunda, la broma, el realismo y la entrega.
Estudió en Roma, como se pondera su sencillez, inteligencia, diligencia, piedad y amor a la Iglesia. Fue ordenado sacerdote el 26 de mayo de 1934. Profesor y maestro por 27 años. El Papa Juan XXIII lo nombró obispo coadjutor de Zamora el 22 de mayo de 1961. El 15 de septiembre de 1967 fue nombrado obispo residencial de Zamora.
Arzobispo de Guadalajara y II Cardenal
Parecía imposible encontrar una personalidad capaz de suceder al gran Arzobispo y Primer Cardenal Mexicano don José Garibi Rivera por su labor tan sobresaliente desde 1930 a 1970. Don José Salazar López fue el elegido.
El Papa Paulo VI lo nombró Arzobispo de Guadalajara que toma posesión el 1º de marzo de 1970, en plena aplicación del Concilio Vaticano II. Esta fue su gran tarea. Es justo decir que a don José Garibi Rivera lo sorprendió el tiempo; participó en el Concilio desde el 11 de octubre de 1962 al 8 de diciembre de 1965, mas no alcanzó a concebir y aceptar la aplicación de esa nueva visión de la Iglesia. Por eso le correspondió a don José Salazar, con amplia visión, aplicar, con valentía y prudencia a la vez, las normas conciliares.
El 5 de marzo de 1973 fue creado cardenal de la Iglesia universal con sede en esta diócesis. Así fue cardenal elector del Sumo Pontífice en los cónclaves de 1978 para elegir a Juan Pablo I y a Juan Pablo II.
Presidente del Episcopado Mexicano en 1973 y 1979.
Anfitrión de Juan Pablo II en su primera visita a México
Así fue en enero de 1979. Un gran pastor de almas. Terminó su labor como Arzobispo Metropolitano en julio de 1987.
Su lema fue “Ministrare” es decir, servir, trabajar, entregarse, en una palabra, amar. Finalmente el 9 de julio de 1991 entregó su alma al Señor.
Hoy a los 100 años de su natalicio, el pueblo fiel lo ha recordado, grandes festejos se han organizado, sobre todo en su tierra natal, Ameca, Jalisco. Él merece reconocimiento y gratitud eterna.
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