+ Un joven narra cómo se celebran fiestas de maricones en las que cobran el acceso
En la colonia Del Valle se realizan fiestas privadas para hombres gay con costo, en las que hay oportunidad de conocer a posibles parejas y divertirse.
Regularmente asisten círculos de amigos, por lo cual, cuando una persona asiste por primera vez, es identificada de inmediato.
La invitación circula vía correo electrónico y en esta se anexa la dirección, el costo, así como los servicios o distracciones que habrá, como videos, botanas, bebidas, "dark room" y preservativos. Para asistir, hay que confirmar por teléfono.
Un joven de 24 años que pidió omitir su identidad describió paso a paso la dinámica de una de estas fiestas sexuales realizada en un inmueble de la colonia.
"Cuando llegas, el anfitrión te pide tus datos y te anota en una lista. Después te lleva a un cuarto en donde puedes quitarte la ropa, ya que todos están en ropa interior. Te presenta con los demás", narró.
Aseguró que el cupo de personas es limitado puesto que no hay mucho espacio y asisten alrededor de 25 hombres de entre 28 y 35 años.
Todos los invitados suelen ser hombres atractivos con cuerpos bien formados, precisó.
"Si la gente no se ve bien, si no llama la atención, no va a tener suerte de encontrar un poco de acción ahí. Son personas un poco elitistas".
La cita fue a las 19:00 horas y conforme avanzaba la noche el ambiente iba en aumento. Hay varias habitaciones a la disposición de quien quiera ocuparlas.
"Con un intercambio de miradas puedes pasar directamente a las habitaciones a media luz o casi a oscuras. Conforme avanza la noche llega gente, se va gente y hay momentos en que todos desaparecen de las áreas visibles y, bueno, hay una gran fiesta sexual", detalló.
El entrevistado explicó que en esas fiestas gay se pueden vivir momentos agradables y conocer personas.
"Conoces gente, pasas momentos excitantes si encuentras a alguien de tu agrado. Hay gente guapa y, ahora sí que, hasta que el cuerpo aguante".
Aunque a otros los matan por ser gays
La noche del viernes 27 de febrero de 2009 no fue igual para Jorge Viteri, empresario con un departamento en la Del Valle. Acudió a un bar de la Zona Rosa como de costumbre, salió del bar la madrugada del 28 de febrero, rumbo a su departamento.
Uno de sus vecinos sostiene que entraron tres personas pero no percibió ruidos anormales. Ileana Viteri, familiar de Jorge, intentó contactarlo vía telefónica sin obtener respuesta. El lunes 2 de marzo se dirigió al departamento y con ayuda de un empleado forzó la cerradura.
Al abrir el clóset de la recámara, vio el cuerpo desnudo de Jorge, atado entre ropa con una cuerda de varios metros. El cuadro del departamento en el instante en que el cadáver fue retirado era anárquico: cajones abiertos, libros en los pisos, objetos y documentos revueltos.
La autopsia indicó que murió de asfixia por estrangulación. No era el primero de varios asesinatos previos, algunos factores se repetían: cerraduras y ventanas se encontraban intactas, indicio de que las personas entraron con previo consentimiento.
Como Viteri, también Héctor Manuel García Vázquez fue encontrado muerto tres días después de haber sido asesinado. Vivía en la calle Magdalena en la colonia Del Valle, tenía 28 años. El Ministerio Público de Benito Juárez informó que el cuerpo presentaba lesiones de arma punzo-cortante y marcas de estrangulamiento.
Estos son sólo algunos ejemplos de tantos asesinatos que se han cometido. De acuerdo con la Comisión Ciudadana Contra Crímenes de Odio por Homofobia (CCCCOH), de 1995 a 2006 fueron asesinados 148 homosexuales. En el mes de febrero de este año fueron asesinados tres, dos de ellos en la Del Valle. Compartían el estatus económico y que vivían solos, en todos los casos hubo violencia.
La ex subprocuradora de Atención a Víctimas y Servicio a la Comunidad de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), Bárbara Illán, afirma, de acuerdo con un reportaje publicado en Chilango, que hay tres móviles para cualquier homicidio: la pasión, el dinero y el odio.
"No dudo un minuto que (los casos) son crímenes de odio. No hay ritual en el modus operandi, pero podría haber un patrón serial por cómo dejan la escena del crimen, la saña y la elección de las víctimas", menciona en el reportaje citado.
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