Las tres tentaciones

Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

Nadie puede leer estas historias sin recordar un detalle importante: que la historia de las tentaciones la tuvo que narrar Jesús personalmente. Porque en el desierto Jesús estaba solo. La conocemos porque el mismo Jesús se los contó a sus discípulos.

Aquí tenemos a Jesús narrándonos su autobiografía. Debemos acercarnos a esta historia con una reverencia particular y única, porque en ella Jesús no está contado sus propias experiencias espirituales. Es la más sagrada quizá, de todas las historias de Jesús y nos está diciendo a cada uno qué pruebas debió soportar nuestro Maestro, y que El está en condiciones de ayudar a todos los que sufren tentaciones, porque en su vida también las tuvo que soportar.

Nos narra los conflictos que padeció en su espíritu para invitarnos a pedir su ayuda cuando los conflictos lleguen también a nuestro propio espíritu. (Satanás) Lo fue llevando por el desierto: al sur de Palestina, entre Jerusalén y el Mar Muerto. Las colinas con como acumulaciones de polvo. El suelo suena a hueco y las piedras parecen recién salidas de un horno. Hay precipicios de 400 metros. Todo es desolación. Soledad, quietud. El espíritu Santo lo lleva ahí a meditar. Dios había prometido: al alma preferida la llevaré al desierto y le hablaré. Dile a esta piedra que se convierte en pan. Jesús le responde con una frase del Deuteronomio: “No sólo de pan vive el hombre”. Quiere decir que el oficio principal del cristianismo no es aumentar los bienes materiales de la gente, aunque nunca la iglesia dejará de luchar por obtener que las gentes tengan unas condiciones materiales mejores y porque haya justicia social.

Pero el oficio principal de la doctrina de Cristo será obtener que cada uno llegue a ser una “criatura nueva”, alguien en mejores relaciones con Dios y con más elevados cualidades espirituales y morales. Nos puede suceder como a aquél Padre Capellán de una gran compañía comercial de la Costa Atlántica que dedicó toda su influencia a obtener mejores condiciones económicas para sus fieles, sin cuidar mayormente porque se convirtieran o fueran más espirituales y a los 10 años de estar trabajando incansablemente, exclamaba: “ahora las condiciones económicas de cada uno son tres veces mejores de las que tenían cuando yo vine a ayudarlos, pero también el que en ese tiempo tenía una esposa, ahora tiene tres mujeres y los vicios se multiplicaron descaradamente”.

Llevándole a lo alto el diablo le mostró los reinos del mundo y le dijo: te daré el poder y la gloria de todos eso si te arrodillas delante de mí. Jesús le responde con una frese de la Biblia: “Adorarás al Señor Dios y a El solo darás culto”. Unicamente debemos tener como norma lo que manda Dios y lo que a El agrade. Si a Dios tenemos contento ya habremos logrado la máxima gloria a la que podemos aspirar, aunque la vana prioridad ante la gente mundana no la logremos conseguir.

Esa popularidad es una gloria vana y pasajera como lo son lo que la ofrecen. Lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: “Si eres Hijo de Dios tírate de aquí a abajo porque está escrito: Encargará a los ángeles que cuiden de ti. Te sostendrán en sus manos para que tu pie no tropiece en las piedras”. Dese el alero del templo hasta el torrente Cedrón que pesa allá abajo, hay 150 metros.

La tentación es la de deslumbrar a la gente con acciones espectaculares cuyo efecto duraría varios días. Pero el sensacionalismo nunca perdura. En cambio al dedicarse a servir a los demás, a instruirlo en el camino del bien, a darles buen ejemplo y a sufrir por ellos, eso sí que perdura para siempre.

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