Rey del Drama

Por Georgina González Ontiveros



Recordar el cuento de Pedro y el Lobo sería caer en un lugar común demasiado fácil para describir el anuncio del Chelís, José Luis Sánchez Solá, de renunciar a entrenar al Puebla el próximo domingo si pierde contra el América. Ni Chelís es Pedrito ni su renuncia el Lobo. En este caso, Chelís es el Rey del Drama.

Últimamente el fútbol mexicano se está convirtiendo en un rosario de guiones de telenovelas a cual más de increíbles, pero efectivas, pues generan buen rating y nos tienen a todos pegados a las noticias de la liga. Mientras un prometedor portero aplica una estrategia equivocada para zafarse de una acusación de riña (cambiar de identidad con su primo porque “se parecen” sólo funcionaría en la novela de las 4), un lastimado delantero en rehabilitación literalmente huye del país y sus médicos declaran que “puede que jamás recuerde” el ataque de bala con que casi muere. Por otro lado, en la selección nacional un entrenador pierde cada vez más credibilidad cediendo a intereses de marketing y convocando a estrellas que la gente pide pero que no dan una en la cancha… y en el Puebla un técnico anuncia su enésima renuncia, tal vez cansado de que la directiva sea un auténtico caos.

No podría culpar a Chelís de querer bajarse del barco del Puebla que tanto trabajo le costó enderezar hace un par de torneos, pero sus intentos de salir siempre han estado acompañados de drama, advertencias, retos, ultimátums y manifestaciones masivas de apoyo que han convertido a Solá en un héroe local con pinta de mártir: Chelís salvó al Puebla del descenso y lo puso en una liguilla… ¿cómo dejarlo ir? Y entonces jugadores, aficionados y hasta el gobernador le piden, a él y a la directiva (inmersa, además, en su propia telenovela financiera) que lleguen a un acuerdo.

Y Chelís se queda pero advierte que en cualquier momento se va, que los pleitos de los directivos lo tienen harto (a nosotros también), que los jugadores no están conformes con la incertidumbre de su sueldo, que ya no se entiende con su plantel como antes, que perdió la fórmula mágica, que lo dejan pobre cada vez que la Federación lo multa por hablar de más, saca banderas blancas y amenaza con las rojinegras, renuncia un domingo y regresa el martes siguiente, aguanta ver cómo los directivos se eliminan judicialmente entre sí y al final de todo, ante un partido en el que La Franja no es favorita, Chelís anuncia que ahora sí se va.
¿Qué quiere Chelís? ¿Quiere realmente irse y lo hace de manera dramática, para no perder la costumbre? ¿Quiere que le rueguen que se quede? ¿Quiere negociar sus condiciones de trabajo? ¿Quiere empezar a buscar chamba en otro equipo para el siguiente torneo anunciando que está indudablemente disponible? ¿Quiere un premio TV y Novelas?

No sabemos cuáles sean los verdaderos motivos de Chelís para hacer tanto drama, pero su estilo le lleva cada vez más seguidores, quizá porque sabemos que en el fondo tiene algo de razón en sus protestas (el Puebla tiene más problemas que el Álgebra de Baldor), pero lo que sí puedo asegurar es que el domingo sí hay show.

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