Sumario

Chayotón

¿Cuánto le costó a Ismael "el Mayo" Zambada salir en la portada de la revistas Proceso? ¿Le cobró don Julio Scherer o simplemente el capo le dio un regalito cuando se despidieron? Regalitos que en ese medio y a esos niveles deben consistir en maletas llenas de billetes verdes, con millones de dólares, que para usted y para mí son demasiado dinero, tanto que jamás lo vamos a ver junto en la vida, pero para esa gente, que ya no lo cuenta (ni con máquinas), sino que lo pesa y lo cobra por kilos (igual que lo que venden), no son demasiados. Digamos... unos cinco millones de dólares, bien caben en una maleta.

No digo que eso haya cobrado o recibido don Julio Scherer, que es un periodista muy respetado (fundador de esa Revista), sólo pregunto, porque la publicación en la más reciente edición de Proceso acerca del capo, parece más bien publicidad y no algo periodístico. Digo, para lo que nos tiene acostumbrados don Julio, a quien muchos consideran un maestro del periodismo, si no es que el Gran Maestro del periodismo. Esta vez en realidad no hay entrevista, el capo Zambada no quiso contestar lo poco que le preguntó el periodista, sólo quería conocerlo, tomarse una foto con él y, supongo, aparecer en la portada de la revista sin haber dicho realmente casi nada, excepto que de nada sirve la guerra que sostiene el gobierno federal contra las bandas del narcotráfico, lo que también me suena a propaganda.

"Ismael Zambada me recibió con la mano dispuesta al saludo y unas palabras de bienvenida: Tenía mucho interés en conocerlo", escribió Julio Scherer.

"Lo esperaba para que almorzáramos juntos -me dijo Zambada y señaló la silla que ocuparía, ambos de frente. Al instante fuimos servidos con vasos de jugo de naranja y vasos de leche, carne, frijoles, tostadas, quesos que se desmoronaban entre los dedos o derretían en el paladar, café azucarado".

"Traigo conmigo una grabadora electrónica con juego para muchas horas -aventuré con el propósito de ir creando un ambiente para la entrevista". "Platiquemos primero (contestó el narcotraficante".

"Le pregunté al capo por Vicente, Vicentillo". "Es mi primogénito, el primero de cinco, le digo Mijo.

También es mi compadre. Tengo a mi esposa, cinco mujeres, quince nietos y un bisnieto. Ellas, las seis, están aquí, en los ranchos, hijas del monte, como yo. El monte es mi casa, mi familia, mi protección, mi tierra, el agua que bebo. La tierra siempre es buena, el cielo no".

"¿Y Vicente?" "Por ahora no quiero hablar de él, no sé si está en Chicago o Nueva York, sé que estuvo en Matamoros". "He de preguntarle -dice el reportero-, soy lo que soy, a propósito de su hijo, ¿vive usted su extradición con remordimientos que lo destrocen en su amor de padre?
"Hoy no voy a hablar de Mijo, lo lloro".

"¿Grabamos?"

Silencio.

"Tengo muchas preguntas, insistí ya debilitado".

"Otro día, tiene mi palabra".

Entonces ¿para qué citó el capo al periodista si no pensaba aceptar que lo entrevistaran?

Lo único interesante (¿?):

"¿Teme que lo agarren?"

"Tengo pánico de que me encierren".

"No sé si tuviera los arrestos para matarme. Quiero pensar que sí, que me mataría".

"¿Hay en usted espacio para la tranquilidad?"

"Cargo miedo".

"¿Todo el tiempo?"

"Todo".

"¿Lo atraparán finalmente?"

"En cualquier momento, o nunca". (¡Ooooooh!)

"Responde Zambada con un ejemplo fantasioso: Un día decido entregarme al gobierno para que me fusile.

Mi caso debe ser ejemplar, un escarmiento para todos. Me fusilan y estalla la euforia, pero al cabo de los días vamos sabiendo que nada cambió".

"¿Nada, caído el capo?"

"El problema del narco envuelve a millones. ¿Cómo dominarlos? En cuanto a los capos, encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí".

Eso era todo. Eso era lo único que Ismael "el Mayo" Zambada quería decir, y que don Julio Scherer transmitió a través de la revista política más famosa del país, sirviéndole de tribuna, sirviéndole de vocero.

Nada acerca del baño de sangre en el que los narcos tienen sumergido a este país, nada acerca de tantos periodistas asesinados por esas bandas de criminales, nada acerca de nada más. "Otro día, tiene mi palabra". Lo que quería el compadre del Chapo Guzmán era salir en la Revista, bien, bonito, chido...

"¿Nos tomamos una foto?"

"Sentí -dice el periodista- un calor interno, absolutamente explicable. La foto probaba la veracidad del encuentro con el capo. Zambada llamó a uno de sus guardaespaldas y le pidió un sombrero. Se lo puso, blanco, finísimo".

"¿Cómo ve?"

"El sombrero es tan llamativo que le resta personalidad".

"¿Entonces con la gorra?"

"Me parece".

"El guardaespaldas apuntó con la cámara y disparó".

El legendario maestro don Julio Scherer García, asesor de imagen de un legendario capo del narcotráfico.

Por eso pregunto cuánto costó la publicación, o de cuánto fue el regalito de despedida...
(Digo, para los que se quejan en la web de que al Semanario 7 días ya lo compró la señora Cecilia González...)

Rafael Rodríguez Castañeda, director de la Revista Proceso, dijo que Scherer dio (con esto) una clase de periodismo y marcó un hito en la relación prensa-narco en México.

Pues gracias por la cátedra esa, pero no estará completa hasta que no nos digan el monto del chayotón (a ver si aprendemos a salir de jodidos).