Mensajes para este tiempo: Con María, en el espíritu, somos misioneros del reino

Por Oscar Maldonado Villalpando

Objetivo: Profundizar en el conocimiento de María como modelo de discípula-misionera de Jesucristo, para acercarnos a ella y encontrar el camino y la ayuda que nos lleve a Jesús y así dar sentido a nuestra vida.

María es testigo del abandono en las manos de Dios cuando no se tienen razones, cuando no hay palabras para explicarse o explicar a los demás la obra que Dios hace. María es testigo de la confianza sin límites, desde el silencio profundo, en la escucha de la Palabra, desde la fe sin miedos a la realidad de Dios. María es testigo de que el seguimiento de Jesús pasa por la persecución, por la incomprensión y la marginación.

Es testigo de que la cruz está en la raíz del llamamiento a la misión. María es testigo de que es en la cruz donde se prueba la verdad del seguimiento de Jesús.

Por eso nos volvemos hacia ella, y en ella vemos el modelo a seguir para anunciar con la firmeza de la fe. María ha aceptado la misión que el Padre le ha confiado desde la Anunciación, y la va realizando a lo largo de su vida, hasta al pie de la cruz de su Hijo; y la va a continuaren su solicitud con la primitiva Iglesia, animando a los apóstoles en su labor evangelizadora, hasta prolongarla en la misma vida de la Iglesia hoy y entre nosotros. Lucas 1, 26-38

Al sexto mes, envió Dios al ángel Aquí está la esclava del Señor, que me suceda como tú dices. Y el ángel la dejó. Palabra del Señor. No se puede dar testimonio de Cristo sin reflejar su imagen, la cual se hace viva en nosotros por la gracia y por obra del Espíritu.

La docilidad al Espíritu compromete además a acoger los dones de fortaleza y discernimiento, que son rasgos esenciales de la espiritualidad misionera. Hoy, cuando en nuestro continente latinoamericano y caribeño se quiere enfatizar el discipulado y la misión, es ella quien brilla ante nuestros ojos como imagen acabada y fidelísima del seguimiento de Cristo.

Ésta es la hora de la seguidora más radical de Cristo, de su magisterio discipular y misionero al que nos envía el Papa Benedicto XVI: «María Santísima, la Virgen pura y sin mancha es para nosotros escuela de fe destinada a conducirnos y a fortalecernos en el camino que lleva al encuentro con el Creador del cielo y de la tierra.

El Papa vino a Aparecida con viva alegría para decirnos en primer lugar: Permanezcan en la escuela de María. Inspírense en sus enseñanzas. Procuren acoger y guardar dentro del corazón las luces que ella, por mandato divino, les envía desde lo alto» (DA 270). Actuemos. ¿Qué exigencias conlleva nuestra fe y devoción mariana?

Desde nuestro bautismo, por la unción del Espíritu Santo, hemos sido llamados a ser discípulos-misioneros, testigos del Señor resucitado. Oración María, Madre de la Iglesia, primera discípula de Jesucristo, tú que lo llevaste en tu seno virginal y nos lo diste a conocer, ayúdanos a ser verdaderos discípulos y misioneros de tu Hijo Jesucristo, para que con palabras y sobre todo con las obras, demos vida a nuestros pueblos.

María de Nazaret, cantadora del magníficat, servidora de Isabel: ¡quédate también con nosotros, que está por llegar el Reino!, quédate con nosotros, María, con la humildad de tu fe, capaz de acoger la gracia; quédate con nosotros con el Espíritu que te fecundaba la carne y el corazón; quédate con nosotros, con el Verbo que iba creciendo en ti, humano y salvador, judío y Mesías, Hijo de Dios e hijo tuyo, nuestro hermano Jesús. (Pedro Casaldáliga).

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