Tras las huellas del Maestro

+ Humberto Miguel Jara Sánchez, 69 años dedicados al sacerdocio







Por Oscar Maldonado Villalpando.- En realidad son familias, muchas familias donde trasciende y marca el llamado al sacerdocio. Ahí se rejuvenece y se fortalece la historia cristiana. En esta hora de hipersensibilidad contra lo clerical, es justo volver la mirada para descubrir tramas admirables que Dios realiza en las familias, en los distintos lugares y tiempos.



Esto fue allá por Villa Guerrero, al norte de Jalisco, no lejos de Totatiche, en los primeros años del siglo XX; una congregación muy pequeña, en 1917, objeto de las incansables misiones del señor cura San Cristóbal Magallanes.







Un gran pastor, un padrino santo







Casi todas las familias vivían en el rancho. Así los de la estirpe del señor cura Magallanes. Gabriel Jara Gaeta y Anita Ávila, uno de sus hijos Maximino, que nació en 1871, se ordenó sacerdote el 30 de noviembre de 1897, otro hijo, Francisco se casó con Gaudelia Sánchez Bedoy, a partir del 17 de enero de 1910. El señor cura Maximino después de ejercer su ministerio, falleció el 29 de junio de 1916. El señor cura Magallanes llegaba a la casa de Francisco y Gaudelia, compartió la tristeza por el fallecimiento del sacerdote, pero al poco tiempo nació Humberto Miguel, el 7 de noviembre de 1917. Cuando el señor Cura Magallanes conoció al niño, los papás se lo ofrecieron para que lo bautizara y fuera el padrino y aceptó; una vez bautizado; dijo el párroco: “Este niño va a ser sacerdote y a suplir al señor cura Maximino”.



Cuando el niño tenía cuatro años, el señor cura Magallanes, en una de sus correrías apostólicas llegó a la casa, donde era bien atendido, el niño, ese día había comido caña. El muchacho se chorreaba la camisa como suele suceder, la camisa se volvió dura. Por eso el papá le dijo: “Niño, camisa dura, salude al señor cura, su padrino”. Y entonces el sacerdote lo abrazó y dijo: “Este niño, camisa dura, va a ser cura”



En la cristera los vecinos sufrieron lo indecible, tremendas injusticias en tiempos de la Cristera.







Al seminario de Totatiche







Humberto entró al Seminario, el 2 de noviembre de 1929, oficialmente había terminado la Cristera, aunque la hostilidad duraría varias décadas. Fresco el acontecimiento del martirio de San Cristóbal y San Agustín Caloca, a ese poderoso influjo, Humberto Miguel estudió sus dos años en Totatiche. Luego pasó al Seminario de Guadalajara, un seminario que no tenía casa propia, pero tenía mil casas en la caridad de las familias cristianas de Guadalajara.



El rector era don Ignacio de Alba. A Humberto Miguel le tocaba recibir clases sentado sobre los trozos de cantera del que sería el templo expiatorio. Entre hospedaje, desayuno, clases, comida y cena, era un eterno recorrer toda la ciudad.







Los primeros alumnos. Montezuma, N.M.; USA







Fue enviado a Montezuma. Este grupo estrenó la experiencia que plantearon los obispos de México. Llegaron a la nueva casa en agosto de 1937. Se trató de agarrar el talache y acondicionar los espacios, ellos hicieron el campo de futbol.



Al terminar sus estudios fue ordenado allá, por el señor obispo de Santa Fe, un 30 de marzo de 1941.







Otro gran signo







El mismo día, a la misma hora, con un clima lluvioso, pero 25 años antes, su tío Maximino era llevado al cementerio 5 p.m., hora en que él entraba al templo para ofrecer su primera misa, el día de San Pedro y San Pablo, 29 de junio de 1941, se cumplía lo anunciado por San Cristóbal Magallanes, el muchacho camisa dura cumplía llegaba al sacerdocio como lo dijo su padrino tan estimado.



Su primer destino fue Mezquital del Oro, llegó el 16 de agosto de 1941, se enseñó a todo, el señor cura salió dos meses de vacaciones y le dejó toda la responsabilidad y el trabajo. El 16 de agosto de 1942 llegaba a la parroquia de San Pedro Apóstol en Zapopan, como segundo destino.







Una singular visita







La Virgen de Zapopan salía de su Basílica para visitar los templos de la ciudad, pero no la parroquia. El padre Humberto Miguel fue con el guardián a pedir la visita de la Virgen, luego con el Arzobispo, con el superior general. Al fin se aprobó su propuesta. Fue una celebración esplendorosa, por lo menos, 70 muchachas vestidas de blanco, numerosos angelitos.



El siguiente destino fue Zapotlanejo, sólo por 7 meses. El cuarto destino fue a Cd. Guzmán, el 20 de abril de 1950. Su párroco era don Adolfo Hernández Hurtado. Trabajó incansablemente por la educación, tuvo, al menos, 15 centros de catecismo. El 3 de octubre de 1956, celebró unas Primeras Comuniones extraordinarias, fueron 758, no cabían en el templo. El desayuno para todos fue en el gran hotel de Cd. Guzmán, una fiesta inolvidable con el mariachi.







Nuevo párroco







Nombrado párroco de San Andrés Ixtlán, en 1957, donde fue incansable en el esfuerzo por actualizar religiosa y culturalmente al pueblo, las mujeres no usaban calzado, los hombres andaban de calzón blanco. Solamente don Jesús Ramírez no aceptó la nueva vestimenta.



Destino número 7, fue como párroco de San Juan de Dios desde el 10 de agosto de 1961. Un día preparó un grupo de matrimonios, para regularizar las uniones libres. Fueron más de 70, el señor Cardenal Salazar, hubo un momento que dijo, “Yo ya me cansé, síganle ustedes” Eran otros tres ministros.



En 1975 pidió ser destinado a la capellanía de La Inmaculada, cerca del Santuario. Llegó el 19 de marzo. El templo cuasi abandonado. Al mes, la encargada le dijo: “En caja hay 500 pesos, o se paga usted o me pago yo, no hay para los dos” Trabajó con mucho entusiasmo e hizo muchos arreglos al templo.



En 1995 estuvo en el templo de La Guadalupana. En 1996, el señor cura Ramiro Valdez, lo convidó a ejercer su ministerio en El Rosario –Del P. Galván. Empezó a enfermar de sus piernas, el 1 de octubre de 2009, celebró misa y luego fue sometido a una operación y desde entonces no se ha recuperado totalmente y yace imposibilitado y desde esa situación de enfermedad y limitación vive su sacerdocio, allí reza, allí suspira y agradece al Señor el don inmenso del sacerdocio.

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