El campanero hidalguense y su fe en la Virgen de San Juan

Por Oscar Maldonado Villalpando

Don Carlos Arteaga Jiménez se vino de Hidalgo hasta la Colonia Atlas en Guadalajara. Él nació en Tlahuelompa, Hidalgo, el 11 de septiembre de 1923. Aprendió el oficio de fundir campanas. Ahora es feliz vecino de La Colonia Atlas, al oriente de la gran ciudad. Es un enamorado y devoto de la Virgen de San Juan de los Lagos. Su empresa lleva ese nombre y está encomendada a la poderosa advocación de la Virgen. Por eso, cuando Dios le dio licencia, le mandó hacer un templo en su tierra, Tlahuelompa.

Desde entonces ese pueblito adormilado en los pliegues de las faldas de aquellas montañas del Estado de Hidalgo, cuenta con su templo a la Virgen de San Juan. Desde hace muchos años, don Carlos Arteaga mandó hacer una réplica de la Virgen de San Juan y la entronizó en su templo, allá en Hidalgo. Cuando el Señor obispo don Serafin Vázquez estaba por allá, bendijo la primera piedra del templo. En su casa, como en una capillita, cuenta con muchas imágenes y fotografías de la Virgen de sus amores. Porque además de campanas hace esculturas de santos.

Él siente que el Señor Cardenal don José Garibi Rivera se lo trajo a estas tierras con el fin de construir 500 campanas para los templos de la diócesis. En 1944, a sus 21 años, se casó con Eulalia Leyva Gres. Y llegó el día en que se trajo a toda su parentela y se estableció en este sector de la ciudad, donde tiene su casa y, no lejos, también su fundición. Con orgullo, ahora, y, en su momento, como argumento publicitario, cuenta con carta de recomendación del Primer Cardenal Mexicano don José Garibi Rivera, firmada de puño y letra. Dice: “Tengo noticias de que el Sr. D. Carlos Arteaga J., propietario de una fundición de campanas, es persona católica, honorable, y lo recomiendo como responsable y perito en el desempeño de su oficio.

Guadalajara, septiembre 20 de 1963. + José, Cardenal, Garibi. Arz. de Guadalajara. Sello ofial y clave. Del mismo modo tiene su recomendación actual, firmada por el Vicario General, don Ramiro Valdés Sánchez. Ha sido una historia de campanas. Una de ellas, la de Arandas, conserva las fotografías de distintos momentos. Ha seguido la historia de esa obra suya.

Pero además recuerda con gran cariño al P. Juan Pérez, juntos realizaron tan colosal aventura de la campana de las 15 toneladas y el badajo de media tonelada. Los años han pasado y don Carlos, se ve disminuido físicamente, aunque moralmente se siente rebosan de de alegrías, de fe, de motivaciones y satisfacciones. La historia de las campanas sigue adelante con su hijo Alfredo que está al frente de los trabajos.

Don Carlos sigue mostrando su gran devoción. Vive con esa armonía que da el estar cerca de Dios y de contar con el amparo de madre tan bondadosa como lo es la Virgen de San Juan.

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