Por Ana Paula de la Torre
Cambiar de tajada las costumbres y usos de la población es una cosa muy difícil. Un cambio de cultura generado desde la misma sociedad es algo que toma muchísimo tiempo. Pero he aquí el papel del estado, que puede provocar un cambio de cultura mediante la implementación de leyes, mismas, que tal vez resultarían incómodas para muchos de los que estamos leyendo esto...
Esta semana en el marco de la celebración de la cumbre por el cambio climático en Cancún, representantes de todos los países se reunieron para tratar de lograr acuerdos concretos que de una vez reduzcan las emisiones de CO2 que estamos lanzando a la atmósfera.
El presidente Felipe Calderón presentó un plan para poner el ejemplo de acciones concretas que los gobiernos pueden realizar para reducir las emisiones con objetivos a plazos cortos y concretos. El día lunes por ejemplo, anunció la eliminación de los focos incandescentes en las casas y alumbrados públicos mexicanos, esto mediante un programa que se comenzaría a implementar desde ya, llamado "Luz sustentable", el programa cambiaría al rededor de 47 millones de focos y lámparas que existen en casas y alumbrados públicos (no sé de dónde sacaron la cifra, supongo que son muchos más) y los cambiarían gratuitamente al principio por otros menos contaminantes, para así, gradualmente, eliminar completamente para 2014 la venta de focos incandescentes en el país.
Esto es una acción concreta que se puede hacer en un país, si bien es un asunto mucho más complejo de lo que suena implementar un programa así, es una medida que evidencia, que si el estado se hace cargo de acelerar medidas (que bien pueden perjudicar a ciertas empresas, en este caso serían las de los focos) también a largo plazo si se pone los pantalones, puede originar grandes cambios gracias a las leyes con las que cuenta, o las que pueden crear, y hacer uso de, de ahí la necesidad y el valor de las legislaturas.
El día lunes en el marco de la cumbre, el presidente dijo algo impactante (cifra que no creo que se haya sacado de la manga por la cantidad de focos que están revisando o siguiendo las acciones de la cumbre). Dijo que en México, el 80% de las emisiones de CO2 generadas en el país, son generadas por los automóviles.
Resulta impactante si remontamos nuestros recuerdos a la típica imagen de la contaminación que nos enseñaban desde nuestros libros de primaria (la chimenea de una monstruosa fábrica de algo que no sabemos que era). De ser así, la verdad es que la cifra no creo que cambie mucho en otros países. A menos que sean países que no tengan tantos carros, cosa que es muy rara. Si los automóviles producen en 80% del CO2 generado en un país como México en donde aunque el uso del automóvil es una cosa muy común, no todos los mexicanos tienen acceso a ello, por lo menos la mitad por su nivel de ingreso.
Es un asunto que sí, puede ser muy controlable. Puede ser incómodo para muchos, puede ser falta de negocio para otros, pero también es cierto que el gobierno puede controlar la cantidad de automóviles que circulan en las ciudades, y sobre todo, condicionar la venta de los mismos. Un ejemplo es que no se pueda más de dos automóviles por familia. Otro es que las tiendas automovilísticas tengan un tope de venta al año. Otro es que en todas las ciudades del país no se permita más que cierto número de carros circulando por día, añadiendo el hoy no circula hasta por colores si es necesario.
Si en verdad se quiere llegar a un compromiso que dé resultados inmediatos y urgentes, este tipo de medidas son las que se tienen que tomar, aunque nos cueste comodidad a muchos de los que solemos usar el carro, y aunque les cueste a las empresas automovilísticas y a la misma venta de hidrocarburos que ha mantenido a nuestro país por mucho tiempo.
El paradigma tiene que cambiar, pero si lo queremos acelerar, tenemos que renunciar a nuestro nivel de vida que llevábamos, y sustituirlo por otro, en el que casi nos olvidemos de que existe el carro. Ese es un buen ejemplo de cómo acelerar procesos.
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