Por Rubén Arias Barajas
Vaya para Ustedes el saludo semanal de costumbre. Como dice aquella canción que hizo famosa Javier Solis “ya está llegando Diciembre y sus posadas” y las condiciones en que recibiremos esta temporada no parecen ser de lo mejor o por lo menos como quisiéramos. Qué triste es esta etapa de contrastes que vivimos todos yo creo que desde que tenemos uso de razón.
Se habla de crisis en este momento, pero nuestro País ha vivido siempre cíclicamente en crisis, así que solamente será novedad para los de ésta última generación que pueden estar conscientes de lo que está sucediendo. Muchas frustraciones y dudas surgían cuando éramos pequeños y el día 25 de Diciembre las calles y plazas amanecían atestadas de niños que jugaban con lo que “El Niño Dios” les había dejado en el arbolito unas horas antes, sin embargo ya desde entonces era triste observar las desigualdades.
Unos niños paseaban en bicicleta o en patines, mientras que otros jugaban en la banqueta con juguetitos muy modestos por no decirlo de otra forma. Y luego los niños cuestionaban “ por qué al niño fulanito que es tan grosero y mal portado, le ha traido tan buenos juguetes”?..” Y por qué a mí que me he portado bien me ha traído juguetes tan sencillos y pequeños”?, eran las preguntas que se formulaban entre ellos dentro de su infantil inocencia y claro que refunfuñaban considerando tal cosa como una divina injusticia.
Daban ganas de romper el encanto que significaba creer que era el Niño Dios quien repartía los juguetes, para que comprendieran que era la situación económica de sus papás la que definía la clase de juguetes que se recibirían. Pero aún así, lógico es que se debe entender que siempre han existido grandes injusticias y diferencias entre lo que ganan unos y lo que otros han heredado o han logrado conseguir por diferentes circunstancias que sería muy largo enumerar, pero que visto así no deja de provocar tristeza al pensar que no todos tienen realmente lo que merecen, no por lo menos en el corto plazo... o a lo mejor nunca, no lo sé.
Por ello, es obvio que a muchos les produce tristeza recordar aquellos tiempos pasados con grandes limitaciones, mientras que a otros, la bonanza les vino desde la cuna porque nacieron en el seno de familias adineradas y por lo mismo la Navidad les representa gratos recuerdos y aún hoy es algo que disfrutan pudiendo viajar a Europa o a otros Paises o en el menor de los casos, irse a la casa de la playa o a un buen hotel y pasarla de maravilla, sin apuros para estar y tampoco para regresar.
Es cierto que debe haber tales diferencias hasta para el sano equilibrio y funcionamiento de la vida social, pues si todos fuéramos ricos, ¿quién sembraría la tierra que nos alimenta?, ¿quién construiría los elegantes vehículos en que se transportan muchos? Y así la lista de cosas sería muy larga. Por ello debemos reconocer que todos somos necesarios. Los ricos emprenden negocios que emplean a muchas personas que así pueden llevar a su mesa los alimentos que sus familias necesitan fruto de su esfuerzo.
Lo ideal entonces sería que el equilibrio viniera en otra forma. Que los sueldos fuesen más acordes a lo que un ser humano necesita obtener de dinero para tener una vida digna y decente. Son malas y feas las comparaciones, pero uno se encuentra con que en el vecino Pais del Norte, el trabajo más modesto que desempeñe alguien, le proporciona un salario que está calculado para que con éste resuelva sus más elementales necesidades de manutención para su familia y hasta viva con ciertas comodidades o tenga ciertos privilegios de adquisición que en nuestra nación no se dan.
Eso es lo que yo considero una injusticia. Es cierto que el País del Norte tiene un sistema más equitativo, leyes justas que se aplican a quien sea, la corrupción es mucho menor que en México y algunas otras cosas como el pago de impuestos y condiciones laborales son muy diferentes, por lo que también es cierto que en México se deben cambiar muchísimas cosas para que podamos tener una vida “de primer mundo” en donde prevalezca el respeto por la Ley, todo mundo pague impuestos y se abata la corrupción.
No son sueños guajiros. Estados Unidos no está gobernado por extraterrestres, son seres humanos como nosotros. Dotados de inteligencia y con una formación que en México sería posible alcanzar si se hicieran algunos cambios, pero nuestra inercia, nuestra idiosincrasia, nos hacen vivir a base de trampas, de chapuzas, de mentiras, de “hacerle al Tío Lolo”, de ser egoístas y querer pasar por encima de quien sea y lo que sea para conseguir nuestros muy personales intereses y propósitos.
Mientras sigamos fomentando y tolerando la corrupción en todos los niveles, la irresponsabilidad, el desánimo, la desesperanza, la carencia de valores formativos en el seno de la familia, solo con un trabajo conjunto con iglesias y gobierno y por supuesto la sociedad en su conjunto pretendiendo legítimamente cambiar lo que está mal, podríamos avanzar por el camino correcto.
El problema es que parece ser que son muy pocos los que están dispuestos a poner lo que toca para corregir el rumbo de las cosas y su marcha en éste país. Lo siento por las nuevas generaciones… De verdad que se las verán muy muy duras para salir adelante. Oscilo entre la fe y la desesperanza entre nosotros los seres humanos habitantes de este México tan rico en muchos sentidos y al cual no se le vé la forma ideal ni cómo conseguirla… no al menos en el corto plazo. Nos leeremos en la próxima entrega.
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