Apóstol de los presos

El Evangelio hasta la cárcel

+ Manuel Carrillo Sandoval,
“El Mofles”, una conversión

Por Oscar Maldonado Villalpando

Jesús llamó a los que él quiso, para estar con Él. Y así lo sigue haciendo sin importar las circunstancias adversas. Todas las personas pueden encontrarse con este llamado que transforma. Y esas personas son las que hacen un poquito mejor al mundo con sus ilusiones y su trabajo apostólico.

Manuel Carrillo Sandoval nació en 1936, el célebre 24 de junio, el mero día de San Juan, por más señas. Su rumbo fue el oriente, la zona hacia el pequeño poblado de San Pedro Tlaquepaque, la naciente Colonia Atlas. Sus padres murieron y Manuel se quedó huérfano y solitario en el mundo, bueno, sólo contaba con el amparo de su abuelo. Aprendió a vivir, fue un muchacho inteligente y práctico. Había barbechos y baldíos.

 ¡Con ganas de tantas cosas! Infancia de limitaciones, todo lo cual lo fortaleció sobre manera. Al amparo del abuelo se enseñó a ser muy suficiente para todo, en cuanto a trabajos y oficios, a tal grado que nada se le dificultaba. No pasaban sus días inútilmente. A los 18 años entró a trabajar en el taller de mofles de los señores Kawashima, resultó un gran soldador de mofles. Se vio con dinero en la prospera ciudad de Guadalajara, y empezó a “disfrutar” de su juventud.

La vida nocturna y alegre Tantas canciones, los boleros y ritmos de la época de los 50’s eran la música que movía su vida. Cumplido su trabajo, se dedicaba a visitar los lugares de baile y disfrutar, sino en los lugares muy elegantes, sí en los de nivel medio. Desveladas y cosas así.

El abuelo tuvo que intervenir para llamarle la atención. Pero, al fin abuelo, “El Mofles” le dijo que siempre había deseado muchas cosas, pero como no había dinero, se había privado de todo, que ahora, que ganaba suficiente, lo dejara divertirse. Su abuelo, en cierta forma, dobló las manos, así que siguió dándose la gran vida. Aprehendido por el Señor Jesús Aún casado, “El Mofles” no dejaba de ser hombre de mundo. Pero el Señor lanzaría sus redadas por medio del Los Cursillos de Cristiandad y "El Mofles" entró a la Casa de Cursillos en 1974.

Y el Señor puso sus condiciones y cautivó a aquel noble corazón, que pasaba, de la esclavitud del pecado a la conciencia y al compromiso del testimonio cristiano. Cambió la historia “Del Mofles”, señores.

Una vida nueva comenzaba para él. En 1975 el Señor fue más específico en la vocación apostólica del “Mofles”, cuando se realizó el primer Cursillo en la antigua Penal de Oblatos. Desde este evento el Señor le marcaba con mucha precisión el camino. Así que asistió a la clausura del II Cursillo de La Penal, en 1976. Marcas hondas dejó la experiencia en Manuel.

Se sentía profundamente conmovido antes las conversiones palpables: cómo tantos hombres, de facha terrible, dejaban su vida de pecado y se acogían a la misericordia de Dios. Nacía un nuevo discípulo y apóstol. Aceptó a Jesús y quiso ser de sus discípulos, para estar con Él durante el resto de su vida. Discípulo y misionero “Mofles” quería capacitarse, quiso aprender al lado del Señor Jesús.

Y tomó la determinación de asistir a la escuela de Cursillos, en la casa que se ubica junto al Seminario Mayor de Chapalita. ¡Pero no lo quisieron!, le dijeron que no era para él, que no había lugar, que, de plano, no. Sobre todo el encargado general, don Heriberto López que vive para el Estadio Jalisco. Él se quedó, por una orden superior y por sus propias razones, prácticamente lo corrían y él se quedaba.

Se quedaba a la escuela parado, había sillas pero no le permitían sentarse porque… no era de los mismos, según ellos. “El Mofles” seguía yendo a sus clases constantemente. Llegó el día en que los convenció y se convirtió luego en gran amigo de todos, especialmente de don Heriberto y los demás dirigentes y sacerdotes. ¡Conoce infinidad de sacerdotes!

Y como las indicaciones del Señor eran para el apostolado carcelario. Pues llegó también el día, en 1978, en que formó parte del equipo que coordinó el Cursillo número 13 de La Penal. Y de ahí para adelante. En su dedicación al apostolado de las cárceles, compartió el apostolado con el Padre “Trampitas”, capellán de Las Islas Marías.

Y “El Mofles” sigue en la Pastoral de los presos en muchos lugares, pero, especialmente cada 8 días encabeza un grupo apostólico de la Colonia Atlas, que va a atender a los presos en Puente Grande. ¡De verdad que al Señor no se le fuga nadie!

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