El Señor de la Misericordia y el Papa

Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

Hoy, como hace un año, en el Santuario del Señor de la Misericordia, se escuchan alegres cantos que nos recuerdan el hallazgo de tan bendita imagen el himno dice:

“Himno al señor de la misericordia

Elevemos el canto sagrado
Desde el suelo de Tepatitlán,
A Jesús nuestro Dios Humanado
En su Imagen, de amor gran señal.

En la vasta Región de los Altos,
Jesucristo su trono eligió;
Bendiciendo sus fértiles campos,
En las almas su fuego encendió.

Fue esta tierra por Dios preparada
Por designio de amor paternal;
En un árbol bendito fue hallado
El Tesoro de Tepatitlán.

En la hermosa Región de los Altos,
Nace un Sol que nos viene a alumbrar,
Jesucristo que, abiertos los brazos;
En encino se hizo labrar.

Y su Sangre por nos derramada
Esta tierra empapada quedó;
Nuestra deuda por culpa heredera
A Dios Padre, amoroso pagó.

Con el alma de amor abrazada
A su Madre María nos la dio;
Y en cambio la tierna mirada,
Con su Hijo muriendo cruzó.

Si el Sol con sus rayos calienta
A la tierra mandando su luz;
Cristo Rey,sus vasallos alienta,
Su Bandera nos muestra en la Cruz”

Fue el 8 de mayo de 1990 cuando resonó la voz clara y firme del Vicario de Cristo, desde el atrio de la Catedral y ante miles de personas reunidas en la plaza, el inolvidable Saludo a la Tierra de Mártires.
Ese día recibimos como una bendición de Dios la visita del Sucesor de Pedro, el Papa Juan Pablo II. A las once de la mañana se le dio la bienvenida en el helipuerto e inició el recorrido hasta la plazas principal de la ciudad de San Juan, donde dirigió un saludo a los ahí reunidos.

“He querido peregrinar hasta el Santuario de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, en esta mi segunda visita pastoral a México, para venerar a la Virgen María que aquí, como en Guadalupe, ha acompañado las primicias de la evangelización en la tierra mexicana.

El fervor multitudinario de los peregrinos que acuden a Ella, especialmente desde el estado de Jalisco, da prueba del afecto filial que todos tienen a la Virgen, venerada aquí en su imagen desde el siglo XVI y que ha hecho del Santuario de San Juan de los Lagos uno de los centros de piedad mariana más importantes de toda la nación.

La imagen de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos tiene el encanto de las cosas sencillas, como sencilla fue la vida de la Virgen de Nazareth. Una imagen hecha de material humilde por los artesanos de estas tierras, pero labrada con inmenso amor y fruto de luminosa fe; y que, a la vez, posee el misterio de la grandeza misma de la Virgen, en la que Dios hizo maravillas, desde su inmaculada Concepción hasta su gloriosa Asunción a los cielos.

Estamos ante una imagen que podríamos llamar resucitada, porque fue rescatada de un periodo de olvido y restaurada para gozo y consuelo de los hijos de estos lugares.

Al mismo tiempo, es como una imagen resucitadora, pues a su poder milagroso le atribuye la tradición el portento de haber vuelto a la vida una niña humilde.

María, la Madre del Resucitado, es la Madre de la vida. En su seno floreció Jesús que es la vida del mundo y al calor de su intercesión maternal nacen y crecen los hijos de Dios, desde las aguas bautismales hasta el ingreso en la vida sin ocaso, que es la gloria del cielo.

¡Con cuánto amor cuida la Virgen de la vida de todos sus hijos! La vida natural y la sobrenatural están bajo su protección y amparo maternal. Por eso, Ella se preocupa también de acércanos a las fuentes mismas de la vida, a la gracia de los sacramentos, en definitiva, nos acerca a Jesús Resucitado, que ha venido para darnos vida en abundancia y hacernos partícipes de su resurrección gloriosa.

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