Nace un municipio


+ 127 años de San
   Diego de Alejandría

Por Oscar Maldonado Villalpando

En plena época porfiriana San Diego de Alejandría vivía una etapa de bonanza, con sus haciendas funcionando cabalmente, sus peonadas laboriosas, sus familias arraigadas, sus devociones católicas, por el año de 1884 se manifestó un movimiento que se fue preparando en varias décadas, los vecinos se unieron para hacer llegar su petición al Gobierno de Jalisco para ser municipio libre y soberano.
Ese año el Señor Comisario Gertrudis Moreno y sus Concejales, el 27 de julio de 1884,  elevaron su petición al gobierno estatal para que San Diego de Alejandría fuera nombrado municipio.
En 1885 Porfirio Orozco era el comisario y el secretario Manuel González López. En el mes de octubre asumió el cargo de comisario el señor  Casiano Valdivia, de la familia del prohombre don Juan Nepomuceno G. Valdivia. En la Cámara fue aprobado el acuerdo el 26 de febrero y firmado y dado a conocer por el Gobernados, Francisco Tolentino, el 28 de Febrero de 1885.
Fecha misteriosa y significativa.  Y San Diego de Alejandría tuvo oportunidad de crecer  y consolidarse en su sistema social y económico.

Un pueblo noble y creyente

Uno de los grandes amores de este pueblo es la imagen preciosa de La Inmaculada Concepción. Una Virgen bellísima, como la que más. Así se escribió de ella:

“Güerita
preciosa
cual rosa,
bonita!

Festiva
y hermosa.   
Paloma,
 bendita.

Gotita,
 del cielo,
cautiva.

Rendida
te ofrezco
mi vida.

“Mi tierra del alma.
Mi Virgen querida.
Mi Madre adorada.

Un cielo de amores,
la casa de todos,
 el templo y su torre.

Canteras solemnes,
que lo alto se abrazan,
guardando un secreto,
 cuidando un tesoro:
La vida, el amor,
su gente y su historia.

Así vive este municipio un siglo XX de zozobras y atrasos. Pero está de nuevo de camino, como dice el poeta enrique González Martínez:

“Sólo tres cosas tenía
para su viaje el romero:
los ojos abiertos a la lejanía,
atento el oído y el p aso ligero”

San Diego de Alejandría celebra su aniversario, con el entusiasmo de que el mañana sea mejor cada día.

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