Por el padre Miguel Ángel
Había una Señora muy sencilla que vendía verduras en los barrios,
cierto día tía Juana, como era conocida por todos, fue a vender sus verduras a
casa de un protestante y perdió su rosario en el jardín de la casa.
Pasados algunos días, Juana volvió nuevamente a aquella casa para
ver si encontraba ahí su querido rosario. El protestante la vio y le dijo en
tono sarcástico.
¿Has perdido a tu Dios?
Ella humildemente le respondió:
¿Yo, perder a mi Dios? ¡Nunca!
El protestante tomó el rosario y dijo: ¿Este no es tu Dios?
A lo que ella respondió:
Gracias a Dios que encontró mi Rosario, Muchas gracias.
Y él le dijo: ¿Por qué no cambias esa cadena de semillas baratas por
la Biblia?
A lo que ella dijo: Porque la Biblia no la sé leer, y con el Rosario
yo medito toda la palabra de su rosario, la tía Juana respondió:
Primero toma la cruz y recuerda que el Hijo de Dios ha dado toda su
sangre elevado en una cruz para salvar a la humanidad.
Esta primera cuenta gruesa, me recuerda que hay un Dios
Todopoderoso.
Estas tres cuentas pequeñas representan las tres personas de la
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y el Espíritu Santo.
Esta otra cuenta gruesa me recuerda la oración que el mismo Jesús
Nuestro Señor, nos enseñó: el Padre Nuestro. El Rosario tiene cinco misterios
que me recuerdan las cinco llagas de Jesucristo clavando en la cruz, y en cada
misterio rezamos 10 avemarías, que me recuerdan los 10 mandamientos que Dios
mismo entregó a Moisés.
El Rosario de Nuestro Señor tiene 15 misterios que son: 5 gozosos, 5
dolorosos y 5 gloriosos.
De mañana cuando me levanto para iniciar la lucha del día rezo los
gozosos, pensando en los pobres y en la sencillos y humilde vida de Jesús,
María y José.
Al mediodía, en medio de mi gran cansancio, mi fatiga por el
trabajo, pensando en lo que me falta para terminar el día, y poder descansar,
rezo los misterios dolorosos, que me recuerdan la dura caminata de mi Señor
Jesucristo hacia el Calvario, con tanto dolor y tanto cansancio. Cuando llega
el din del día, con los retos superados y las metas cumplidas, rezo los
misterios gloriosos, que me recuerdan que Jesús venció a la muerte por amor,
para traer la salvación a toda la humanidad.
Ahora, dígame usted ¿dónde está la idolatría?
El protestante, después de escuchar todo esto, simplemente dijo: yo
no sabía todo eso, ¡Por favor, enséñame a rezar el Rosario!
El Papa Juan Pablo II, acrecentó el piadoso rezo del Rosario con los
Misterios de la luz, que nos ayudar a meditar la vida pública de Jesús.
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