+ Oscar David y 8 días de sufrir
Por Oscar Maldonado Villalpando
1.- Las ilusiones
Su vida fue, como toda vida, un halo de
luz, alegría y esperanza.
Legó silencioso porque no pudo ni
siquiera llorar, quizá asustado con el mundo que hemos hecho.
Llegó el 1º de mayo suscitando ese raudal
de esperanza que significa la vida.
Sus padres lo esperaban en su casita con
la ropita nueva de bellos colores.
Las hermanitas brincaban de alegría
pensando en abrazarlo.
Pero no pudo salir del hospital había que
hacer complicados procedimientos quirúrgicos, 8 días de velar, 8 días
distintos, 8 días de abrazarse a lo mejor, 8 días de prenderse a la esperanza,
de ilusionar lo positivo, de esperar los mejores resultados.
Levemente asomaba la sonrisa bonificando
todo a su alrededor.
Hermosos encuentros a la hora de visitas
por la mañana y por la tarde. Encuentro con su mamá, encuentro con su papá
exclusivamente, porque así lo exige el reglamento de la Unidad Médica.
Las demás horas, era cuestión de estar
pendientes de los informes en las ventanillas.
Se llegó, al fin de tantos preparativos,
la hora de la intervención crucial y definitiva, la operación. ¡Qué horas de
espera! Nuevamente queriendo lo bueno, poniendo el amor por delante; él
ofreciendo su corazón a los instrumentos médicos.
2.- Las horas de dolor
Un viacrucis, un Calvario, una cruz para
el pequeñito. Todo por buscar vivir. Un corazoncito partido, roto, desbordando
su sangre; se apagó después de las tantas horas de operación. Dijeron los
doctores que no se pudo hacer más, que su corazoncito no resistió. A esas horas
cuando acaba un día y empieza otro. Entre una y dos de la mañana de este día 8
de mayo, todo terminaba así.
Cicatrices, marcas de los aparatos, así
arropado de dolor fue entregado a los brazos de su padre. Semillita que muere,
lucecita, destello de vida, en los brazos, ¡qué imposibles!
¿Acaba todo aquí?
Se quedaron en el armario los
pantaloncitos, los calcetines. Lo esperaban los juguetes y se han quedado tristes
y solos. Se quedaron los brazos con ansias de abrazarlo, se quedó la luz, el
agua, los colores, los dibujos, la escuela. Las niñas deben entender este
tránsito amargo, verlo de ese modo, con esas señas, con esas marcas. ¿Por qué,
dicen, por qué esto por qué aquello? Como todo niño, pero hoy más que nunca. Y
lo que sigue y lo que resta; a cambio, es preciso llevar su cuerpo tiernito,
como florecita cortada, al camposanto, donde la gente guarda tantas ilusiones.
Lo que pudo ser una fiesta fue esta
reunión familiar en un camposanto.
Abrazos de condolencia, abrazos de
consuelo, lágrimas estrujantes porque vienen de muy dentro, porque traen tantos
contrasentidos, tantas preguntas…
Cerrar la tumba, poner su nombre, su
fecha, para apegarse a este bendito recuerdo de lo que pudo ser, de lo que se
esperaba, como lo esperó su madre los 9 meses, como lo esperaba su padre, como
lo esperaban todos los familiares.
Está aquí el 10 de mayo. Y no tendrá su
madre el regalo que esperaba, como si sólo lo hubiera contemplado a la
distancia espacial, no tendrá el ramo de flores de sus ojitos, de sus
balbuceos, de sus movimientos. No tendrá en sus brazos el suave latido de su
corazoncito como lo tuvo en su seno por 9 meses.
3.- El consuelo
Pero el alma busca ese consuelo, ese
bálsamo que ayude a esta pena, y podemos decir, que como es mes de mayo la
Virgen bajó a tomar, en sus bendita manos, las flores más blancas, las rosas
más puras, y al verlo, lo llevó a su regazo.
Quizá él ofrecía, como todos los niños
vestidos de blanco, una rosa muy blanca a la Madre del cielo y Ella, por tomar
esa flor, le tomó de la mano para plantarlo en sus jardines del cielo. Y allá
debe estar; hasta allá le podrán cantar sus padres, sus hermanitas, sus familiares.
Y como cada noche rezan los niños, a su Ángel guardián, éste, por orden de
Dios, lo llevó al cielo, y cada noche, él podrá sonreírle a sus padres, los
mirará desde allá cuando parpadee una estrella, su estrella. Porque Dios ha
querido que sea él, este niño, el que lleve la luz que ilumine el camino, que
fuera esa lucecita que, felizmente, de rumbo y sentido a todo este viaje de la
vida, porque así era preciso, porque así se ocupaba.
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