La esperanza de un buen temporal
Por Oscar Maldonado Villalpando
Es bueno también acudir a este recurso de
la oración, porque la situación se torna cada vez más difícil, especialmente
para el campo en Los Altos. La fuerza de voluntad es mucha, el empeño en el
trabajo… Pero ahora hay muchos factores adversos. Ciertamente llueve, Dios nos
da la lluvia, pero en organización social estamos empezando o muy estancados.
En lugar de que las clases políticas, en realidad promuevan el bien integral de
los ciudadanos, y sobre todo el de los que trabajan y viven del campo, esos
grupos han abierto esas encarnizadas guerras de publicidad, y han dejado la
tecnología abandonada y nuestros campos son primitivos.
Podrían favorecerse sistemas de
almacenamiento suficiente de agua, en donde es posible, perforación de
pozos, nada de eso han atendido. ¡Cómo indigna esa estampa en que el campesino,
el pequeño productor de leche, ha de trasportar un poco de agua, a distancias
considerables para sostener su planta productiva. Ese desgaste no debería ser
indispensable. Y no hay esperanza por este canal, pues en las glosas políticas
no entra, en plenitud, la refacción del campo. Los campesinos aguantan y así se
les seguirá cargando la mano. Insumos inalcanzables, semillas, fertilizantes y
gasolina cara. Las ayudas establecidas son paliativos apenas significativos.
Dan un poco de consuelo temporal, pero el problema está en el fondo.
Y además, sobre todo los dos últimos
años, las lluvias han sido bien limitadas en esta región. ¿Qué hay que hacer?
Como les dijo Jesús a los fariseos: Sin
olvidar aquello… que es el replanteamiento de la modernización del campo,
hagamos también esto, de buscar siempre la ayuda de Dios. Se ahonda el tiempo
de lluvias. Con el aliento quisiéramos que ya estuviera aquí esa bendición del
cielo que es la lluvia. Estas tierras que, aunque si bien, son pobres, también
son agradecidas… y se regalan con magnificencia, con la lluvia y el trabajo del
hombre. Todo se puede hacer, y si aquello de la asistencia tecnológica y
económica, es necesaria pero se ve tan poco viable, que damos por más seguro
acudir a pedir por la lluvia, que puede tardarse unas semanas o un mes, pero
aquel asunto de la ayuda del gobierno puede tardar años, y como se ven las
cosas, quizá siglos. Por eso, manteniendo la esperanza, acudamos a la oración:
Padre Celestial,
que por tu Hijo Jesucristo has prometido
a todos los que buscan tu Reino y su justicia todo lo necesario para su
sustento corporal; te suplicamos en esta necesidad, que nos envíes las lluvias
necesarias, de suerte que podamos obtener los frutos de la tierra, para
provecho nuestro y honra tuya.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Oración del Papa Pablo VI para pedir la
lluvia
Dios Padre Nuestro, Señor del cielo y de
la tierra. Tú eres para nosotros: existencia, energía y vida. Tú has creado al
hombre a tu imagen y semejanza, para que con su trabajo, haga fructificar las
riquezas de la tierra, colaborando así a tu creación.
Somos conscientes de nuestra miseria y
debilidad. Nada podemos sin Tí. Tú, Padre Bueno, que haces brillar el sol sobre
todos y haces caer la lluvia, ten compasión de cuanto sufren durante la sequía
en estos días. Escucha con bondad las oraciones que tu Iglesia te dirige con
confianza, como escuchaste las súplicas del Profeta Elías que intercedía a
favor de su Pueblo.
Haz que caiga del cielo sobre la tierra
árida, la lluvia tan deseada, para que renazcan los frutos y se salven los
hombres y los animales. Que la lluvia sea para nosotros el signo de tu gracia y
bendición. Así, confortados por tu misericordia, te rendimos gracias por todo
don de la tierra y del cielo, con que tu espíritu satisfaga nuestra sed.
Por Jesucristo, Tu Hijo, que nos ha
revelado tu amor, Fuente de Agua Viva que brota hasta la vida eterna. A Él la
gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Señor: que te dignes enviarnos el
beneficio de las lluvias: te rogamos, óyenos (3).
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