Agravio a lo más sagrado del pueblo


+ Despojo en el templo de San Diego de Alejandría

Por Oscar Maldonado Villalpando

Se destruye un tesoro material, humano y cultural. Es lo que ha sufrido este pueblo Como una verdadera puñalada en el corazón, ha sentido este pueblo católico de Jalisco, el robo de objetos preciosos de muy alta estima tanto en el valor económico como histórico y emblemático. Se llevaron una preciosa corona de oro y piedras preciosas, una caja fuerte y algunos objetos más.
Lo que también duele es la falta de sinceridad y de información de parte de los responsables. Se ha publicado alguna información, pero llena de verdades a medias, así se dio a conocer en el periódico “7 días” de Tepatitlán, correspondiente al sábado 9 de junio de 2012, así como en algunos diarios de León, Gto.  Se dan datos de dicha corona que no corresponden a lo que históricamente está registrado en crónicas fidedignas.

La fe y el alma de un pueblo

Se ha hablado con tanta confusión que desconcierta y desalienta a la comunidad, como con un espíritu de insensibilidad e indiferencia ante la desdichada realidad.
Yendo a la historia, el libro “Memorias de mi pueblo” el acontecimiento de la Coronación a la Inmaculada Concepción de San Diego de Alejandría, así como la confección de la Corona de Emperatriz, forma parte esencial de esa obra histórica y literaria, especialmente en las páginas 245 a 251, así como en el resumen de Efemérides, pág. 258, correspondiente al 9 de enero de 1946.
Todo inicia el mes de junio de 1945, cuando el párroco, don Marcos Rivera, expone a su pueblo el gran sueño de coronar a la Santísima Virgen con hermosa corona de oro y pedrería.

Los trámites

El Señor Cura Rivera, manifestó este anhelo al Excmo. Señor Arzobispo don José Garibi Rivera, quien aprobó la iniciativa con mucho gusto, por ser un pastor muy devoto de la Virgen, por cierto, su nombre completo es el de José Mariano; seguidamente el Arzobispo aconsejó que se acudiera al Ilmo. Señor Canónigo don José Ruiz Medrano, para recibir sus sabios consejos, ya que se trata de un gran artista, amante de la Virgen promotor de la Maternidad Espiritual de la virgen, vocero de México ante el mundo. El Señor Ruiz Medrano, entre otras cosas, aconsejó que la corona fuera, no de reina, sino de emperatriz.
El Señor Cura Rivera hubo de presentar el historial de esta parroquia, erigida en enero de 1869, que venía a suceder y sustituir a la antiquísima parroquia de la hacienda de Jalpa de Cánovas.  Reportó el párroco, que desde 1837, ante el párroco de Jalpa, esta comunidad pidió, por aclamación general, tener como celestial patrona a la Inmaculada Concepción, años antes de la misma declaración del dogma de fe por la autoridad pontificia.
Conociendo tan hermosa historia, el señor Arzobispo expidió el decreto de la solemne coronación litúrgica de la virgen, en el mes de agosto de 1945.

Manos a la obra

En la ciudad de Guadalajara se acudió al más prestigiado orfebre, don Manuel Peregrina, él se comprometió a tener la corona para los primeros días del mes de enero de 1946, día 8, cuando se celebra la fiesta patronal. El presupuesto quedó de la siguiente manera, para el oro, no menos de 3 kilos, y la pedrería se ocupaban 22,000.00 veintidós mil pesos y 3,000.00 para la mano de obra, un presupuesto muy grande considerando el tiempo en que se vivía. Ahora era necesario reunir esa cantidad. La fecha para tan gran acontecimiento fue elegida por el Pastor diocesano, sería el 9 de enero de 1946.
Todo el pueblo se puso en actividad, se difundió la noticia, se invitaba a los hijos ausentes, a los sacerdotes originarios de San Diego, y todo esto fue uniendo a las personas en este noble propósito, con gran esfuerzo el gran sueño se iba haciendo realidad. Se dice que las familias de abolengo regalaron  joyas preciosas para su ornato.

¡Qué día más hermoso!

A las 11 de la noche, del 8 de enero, llegó al pueblo el Prelado don José Mariano Garibi Rivera. ¡Noche de vela, vigilia de espigas, jubiloso recibimiento! Todo el pueblo acudió a dar la bienvenida a su pastor; no hubo noche, en realidad, por la inmensa alegría de la fiesta.
9 de enero de 1946:
A las 12 del día empezaba la ceremonia, muchos sacerdotes, hijos de la parroquia, los sacerdotes de las parroquias vecinas, los hijos ausentes, el pueblo todo, formaba una multitud llena de amor a la Virgen. Primeramente el Pastor bendijo la corona, la ofrenda de este pueblo fervoroso, luego él mismo, ascendió a trono de la Virgen toda blanca y azul, como el cielo de esta tierra, colocó, con gran solemnidad y temblorosa emoción, la corona preciosa sobre la cabeza de la Emperatriz celestial. La coronación significó una vida feliz, una satisfacción, un deber cumplido, una deuda saldada, todo eso se dejaba sentir en cada amorosa mirada de los fieles al trono de su Madre, resplandeciente con tan significativo regalo.

El lamentable suceso

Ni siquiera se han difundido datos precisos, se dice que los sacerdotes del lugar, el párroco y uno de los vicarios, tuvieron un viaje a las playas de Cancún con un numeroso grupo de sacerdotes, esto fue del lunes 21 al viernes 25 de mayo de 2012, sólo permaneció otro de los vicarios, pues al regreso se encontraron con esta dolorosa novedad. Pudieron, los maleantes, sacar caja fuerte y sus valores así como la preciosa corona de La Inmaculada, dejando en su lugar una corona de fantasía, que servía para tener bajo seguridad la corona original.
Las personas de esta comunidad están sumamente consternadas, perdidas las esperanzas, por las deficientes o lentas gestiones de las autoridades correspondientes. ¿De dónde puede esperar ayuda este pobre pueblo olvidado que ha sido herido en los más vivo, precioso y sagrado?
Es la corona y todo lo que ella significa: su historia, su identidad, el respeto a sus antepasados que realizaron está hazaña de coronar a la amadísima Madre. Es el legado precioso, la tradición, los valores y la cultura. Quién se hizo o ha colaborado en este atraco tremendo, no alcanza a valorar la maldad que ha perpetrado. Dios quiera, que una acertada investigación, haga que “le vuelva el alma al cuerpo” a estas personas que se sienten tan dañadas por dichos acontecimientos.

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