Para cuando llegue este semanario a las
calles, puestos de periódicos y a las manos de sus lectores y suscriptores, así
como de sus enemigos y detractores o de gente que simplemente le cae mal este
periodiquito pero que aún así no hay sábado que no lo lea, Enrique Peña Nieto
estará en camino a tomar protesta como presidente de la república en el
Congreso de la Unión.
Esta columna fue escrita antes, a unas
pocas horas de que Peña Nieto aún no era presidente, pero sí ya había ejercido
su primera acción de gobierno, o quizás la única visible entonces: el poner
mallas y dejar aisladas cientos de cuadras, decenas de barrios y colonias y
miles de habitantes y trabajadores vecinos a la Cámara de diputados, ubicada en
la Ciudad de México.
Una primera acción de gobierno errada y
desafortunada y las protestas no se hicieron esperar, de aquellos que sólo
esperan una oportunidad para maldecir y descalificar, ya que aún no digieren
que cierto candidato haya perdido ante el ahora presidente de la nación.
La protesta fue exagerada, así como la
torpeza del nuevo gobierno federal también (aunque todavía no asumiera como
tal).
No había necesidad de poner kilómetros de
vallas, como si fuera la frontera de México y Estados Unidos y menos con tantos
días de anticipación, sobre todo en una ciudad donde, a pesar de ser la máxima
autoridad, se es oposición, como es la Ciudad de México, donde el jefe de
gobierno, los diputados estatales y federales, senadores y delegados, son de un
partido distinto, sin contar que más de la mitad de sus habitantes votaron por
ellos.
Las autoridades previeron un escenario
peor que en 2006, quien sabe por qué. Con haber restringido la entrada al
congreso, hubiera sido suficiente, si en condiciones normales, no cualquiera
pude entrar a la Cámara de diputados, pues en el día de la toma de protesta del
nuevo presidente, menos; afuera van a quedar y de cualquier forma hubiera
quedado los del 132, los del sindicato de electricistas, los seguidores del
Peje y todos aquellos que por motivos propios o ajenos quieren hacerse notar y
tratar de opacar la toma de protesta.
Adentro hubieran quedado los diputados de
todos los partidos, incluyendo los que no quieren al nuevo presidente y de
todas maneras hubieran tratado de acercarse y tomar la tribuna. Ahí es donde el
estado mayor y los legisladores priistas deberían echarle coco e idear una
manera de que los izquierdistas no se salgan con la suya e impidan el acto
protocolario.
El equipo del presidente imagina una
barbarie de dimensiones inimaginables y por eso mandó a poner todas esas
barreras que quién sabe de dónde habrán sacado tantas. Impresionante.
Lo bueno es que ya las retiraron, tuvo
que haber protestas, gritos y sombrerazos para que las quitaran. Lo ideal para
el PRI hubiera sido darse a cuenta a tiempo del error y quitar los muros
metálicos sin escándalo de por medio, pero eso no existió y pues ni modo, fue
una metida de pata y significó haber empezado con el pie izquierdo, aunque
tampoco es algo grave.
Y no se explica para nada el motivo de las
vallas, los diputados del PRD ni siquiera lograron ponerse de acuerdo sobre si
tratarían de tomar la tribuna o no, pues muchos dijeron convencidos que no lo
harían; los gobernadores de ese partido también se pronunciaron por mostrarse
civilizados y cordiales. Los del 132, aunque dijeron que harían un cerco
humano, cada vez es un movimiento con menos gente y han perdido fuerza y otro
que pudo haberla hecho de pedo, López Obrador, desde el principio dijo que iría
al Ángel de la Independencia a protestara.
Así que, parece que fue más el susto y
hubo más vallas que gente protestando.
¿Y qué será del nuevo gobierno? ¿Cómo
actuará y tratará a sus gobernados? A mí me preocupa una cosa, la corrupción e
impunidad que mostró el gobierno del Estado de México cuando fue gobernado por
Peña Nieto.
Desde años atrás, es imposible tratar de
entrar al Estado de México por carretera a bordo de un vehículo particular, sin
que un policía de tránsito trate de extorsionar al incauto provinciano. Es
difícil salir airoso de ésas y con Peña Nieto no mejoró nada esa situación en
favor de los automovilistas.
También, en el gobierno de Peña Nieto, se
desarrolló un deficiente y corrupto sistema de recaudación y emplacamiento
vehicular. Cualquier vehículo comprado en ese estado y emplacado ahí mismo,
quedaba con esas láminas de por vida, como si estuvieran tatuadas, pues el
sistema no permitía dar de baja las placas del Edomex y la patente seguía y
seguía siendo la misma, aunque el carro ya llevara diez dueños distintos e
igual número de estados de residencia.
Y luego las mujeres asesinadas, los robos
en las carreteras, la tala ilegal de bosques y todo lo demás que ocurría en el
Estado de México cuando gobernaba Peña Nieto…
¿Volverá a ser igual todo eso pero ahora
a nivel nacional? Ojalá que el nuevo se haya dado cuenta de todo eso y haya
ideado mecanismos para evitar que pase en todo el país. No es lo mismo gobernar
para un estado donde casi todos votaron por ti, que para una nación donde
ciudades enteras prefirieron sufragar por otro candidato.
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