Las crisis, que nadie las desea, son muy
buenas para quien sabe aprovecharlas y reinventarse, pues qué mejor momento
para el borrón y cuenta nueva que cuando está todo mal.
Así muchos se han fortalecido luego de
crisis familiares, en el matrimonio, de trabajo y ahora les va mucho mejor,
como no lo hubieran imaginado, cuando todo el panorama era negro y ningún
remedio servía.
La selección nacional, a la que yo
solamente veo sus partidos en los mundiales, pues no me considero fanático,
está en este momento en una crisis, aunque desde mi punto de vista, el problema
tiene ya varios años, unos 12 o 16, donde cada torneo de Concacaf para
calificar es un calvario para los ratones verdes y sustos más y sustos menos,
se pasa de panzazo o con cierta holgura y comodidad a la instancia final, pero
no sin ningún raspón propinados por equipos más chafas como Costa Rica,
Honduras o Jamaica.
Lograr que México le gane a equipos
centroamericanos y que pase al Mundial, es como tener un Mustang o un Camaro y
ganarle unos "arrancones" a un "voceo" o cualquier carrito
de ese tipo: el conductor del Mustang o el Camaro, por muy inexperto que sea
para manejar, le ganará sin problemas al dueño del miniauto, tan sólo con pisar
un poco el acelerador y hacer bien los cambios de velocidad.
Pero si el conductor del poderoso carro
es muy pendejo o el vehículo no anda funcionando bien, en una de esas le gana
el "vochito".
Así pasa con los ratones verdes
mexicanos. El material disponible es suficiente como para jugar con la mano en
la cintura y derrotar a los otros equipos pedorros de la Concacaf, pero no está
sucediendo así, México está batallando para mantenerse en el "hexagonal
final" y lograr un buen lugar y si ahorita está en tercer lugar es porque
otras selecciones se han descuidado y han perdido puntos.
Y de la Confederaciones, mejor ni hablar.
Aquí la única explicación que se me
ocurre es la del Mustang que anda con dos bujías bañadas de aceite y el
conductor es un pendejo. En el caso de la selección, el Chepo de la Torre,
aparte de inútil es soberbio, creído y se carga un humor de los mil demonios.
Inútil porque no gana y encima no puede controlar a un grupo de jugadores que
hacen lo que quieren y se van a un bule brasileño; soberbio porque le falta
humildad y ni siquiera es capaz de encarar a los medios de comunicación para
decir que andan mal; creído, porque sigue pensando que es un técnico chingón y
que nomás sus chicharrones truenan, de seguro sigue pensando en aquellos años
en que hizo a las Chivas y al Toluca campeones; y malhumorado, siempre y si no,
véanle la cara.
Y a los jugadores les quedan casi los
mismos adjetivos que a su entrenador. No dan la cara, se hacen los ofendidos,
se enojan con los medios y la afición y encima quieren el apoyo de estos y en
la cancha sólo dan el 10 por ciento, dando todo lo demás con las prostitutas
pagadas por los bolsillos de todos los incautos que compran camisetas de 1000
pesos y asisten a los estadios a ver a hacer el ridículo a los jugadores
mexicanos.
Y volviendo al principio de esta columna.
La crisis de la selección hay que verla como algo saludable y que hará que
toque fondo el sistema, empiecen de cero y creen un equipo a la altura de la
noble afición mexicana y que porte con orgullo la camiseta verde.
Si van a seguir jugando así, deseo
sinceramente que la selección no avance al mundial, pues cualquier otra cosa
sería una gran injusticia y algo inmerecido para los jugadores, la Femexfut y
las televisoras que se llenan de dinero vendiendo un producto francamente
chafa. Un robo.
¿No daría gusto que Televisa y TV Azteca
se quedaran sin su negocito que es la selección? ¿A quién no le gustaría que
esos directivos que se dan una vida de rey en Cancún cada que hay draft, fueran
ridiculizados a causa de los pésimos resultados del fútbol mexicano? ¿Y ese
jugador que sin ninguna pena pierde partidos y al rato va y se coge unas
pirujas brasileñas alegremente mientras usted se queda sin voz y rumiando de
coraje al maldecir cada jugada que no termina en gol o que termina, pero en gol
contrario, no le gustaría verlo repudiado?
A mí sí me gustaría ver todo lo anterior
y eso que no pierdo dinero patrocinando la mediocridad de los ratones verdes,
salvo una Coca o una cerveza Corona que me echo de vez en cuando y que lo que
pago, una pequeña parte se va para patrocinarle las prostitutas a los jugadores
y los hoteles de cinco estrellas en Cancún de los directivos, pero bueno, ni
modo de no tomar refresco y cerveza.
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