Les partimos la madre
Estoy convencido de que los mexicanos
somos una raza, si no especial, sí muy diferente a todas las demás (y entiendo
los conceptos de país y de nación, es simplemente una frase coloquial); a
nosotros, como decimos nosotros mismos, se nos guisa aparte.
Pongamos por ejemplo las redes sociales,
que inventaron los gringos -como inventan casi todo ahora, como antes lo hacían
los chinos que ahora lo copian casi
todo-, y que las utilizaron y utilizan con fines militares y para el espionaje;
y que tanto les sirvieron a los árabes para organizar sus revoluciones que
terminaron con la dictadura que padecían en varios países.
¿Aquí para qué nos sirvieron esas mismas
redes sociales?, (sin la televisión) para nada, aquí las echamos a perder en un
par de años. Le partimos la madre a esas herramientas de comunicación, usando
como instrumentos la frivolidad y las vísceras. No tienen credibilidad. Sin
exagerar creo que el 99.9 de los usuarios las utilizan para dos cosas: para
transmitir mamadas tratando de hacer reír a los demás, y/o para estar jodiendo
(inútilmente) al gobierno en sus tres niveles, con la crítica anónima (y
cobarde y destructiva por lo tanto) y con falsos rumores que afortunadamente ya
casi nadie cree.
En Egipto, en Túnez, en Libia… usaron las
redes sociales para convocar a las grandes manifestaciones de protesta que
terminaron por derribar a los dictadores; aquí para mostrar (criticándola) a
una cantante y actriz cuando anda de cacería con su novio, como si no fuera
libre de hacer lo que se le pegue la gana en su tiempo libre; y a un cantante
maricón encuerado, que tiene que enseñar las nalgas para provocar un escándalo
y que los medios tradicionales (prensa, radio y televisión) se ocupen de él,
porque su mediocridad no le da para más.
Ah… y para burlarse del presidente
municipal de Xalapa mostrándolo con chong y sin chon, con chong en una foto en
la que está saludando al secretario de Gobernación Osorio Chong, y sin chon en
un fotomontaje en el que le pusieron su cara al cuerpo del cantante maricón de
marras. Lo dicho, para tratar de hacer reír y para estar jodiendo nomás.
Hace poco más de un año, cuando empecé a
colaborar en las revistas Newsver y Veranews, mi primer comentario lo titulé
“¡Y ahora, la twitocracia!”, haciendo alusión a que al parecer el nuevo
gobierno de Veracruz tenía intenciones de gobernar a través del Twitter, hizo
caso de un rumor descabellado lanzado por esa red, según el cual estaban
sacando a niños de las escuelas, secuestrándolos y matándolos; para
contrarrestarlo se abocó a ubicar a quienes lo iniciaron (el rumor), a los que
luego acusó de terroristas y los metió a la cárcel, metiéndose a sí mismo en un
berenjenal que lo obligó a modificar el código penal para poderlos liberar.
Pronto modificó el gobernador su
costumbre de twitear (ahora lo hace muy de vez en cuanto y con asuntos poco
trascendentes), y un servidor la percepción y preocupación de que el gobierno
pretendiera gobernar atendiendo más que nada a lo que se dice en las redes
sociales.
Yo he usado muy poco el Twitter. En
contadas ocasiones para opinar acerca de asuntos o temas de interés general, y
una vez para avisarle a Caminos y Puentes Federales de un accidente en la carretera,
aviso que fue atendido de inmediato, me contestaron, lo retwitearon y dieron
parte enseguida a la Policía Federal para que acudiera al lugar del accidente.
El resto de las ocasiones en que entro a esa red es para tratar de enterarme de
si hay alguna novedad que valga la pena.
Pero me entero de la afición de Lucero
por la cacería, de que tiene buenas nalgas el cantante maricón, de que en días
pasados dejaron un reguero de cadáveres en la calle Clavijero, de Xalapa, falso
por supuesto; de que otra vez están secuestrando a niños, falso también; y de
cómo se ve el alcalde Américo Zúñiga con
chong y sin chon. Ya no les creo ni madre a las redes sociales.
Por supuesto que cada quien, como
persona, como individuo, es muy libre de usarlas (las redes) para lo que se le
pegue la gana, pero la cosa cambia cuando esa persona, ese individuo, es
gobernante y tiene la obligación y la responsabilidad de velar por el bien de
sus gobernados, no puede, no debe, como gobernante, atenerse a lo que se dice
en el Twuitter, porque por lo general son mentiras.
Echamos a perder las redes sociales. Con
frivolidad y con el hígado. O dígame usted ¿para qué (positivo) han servido?,
¿para meter a la cárcel a un judío agresivo que maltrató y golpeó a un
trabajador mexicano porque no le consiguió un gato hidráulico en el edificio
donde laboraba?, ¿para que renunciara el titular de la Profeco por culpa de su
hija la Lady prepotente que maltrató al personal de un restaurante? Eso se
logró porque lo retomaron la televisión y algunos medios impresos nacionales,
sin la TV de
señal abierta y sin Reforma y Milenio las
redes sociales no sirven para nada, lo que no sale en la tele o en los medios
tradicionales más importantes, no existe, no en este país.
Si algún gobernante pretende gobernar a
través del Twitter, pensaría yo que es un pendejo.
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