Tráilers



Recuerdo tantos percances vehiculares en carretera, donde siempre participa un tráiler, que no podría dar un número exacto de cuántos vehículos de este tipo y muertos y heridos han habido a consecuencia de estos accidentes, pero se me vienen a la mente estos:

- Un tráiler de doble remolque cargado de gas, que iba a exceso de velocidad por la carretera México-Pachuca. La unidad “culebreó”, chocó contra el muro de contención, explotando uno de sus tanques, el cual voló hasta donde se encontraban varias casas, dejando, si mal no recuerdo, decenas de muertos.

- Un tráiler, éste de Tepa, mal estacionado en la autopista México-Tinajas (por el rumbo del sur de Veracruz); un autobús repleto de turistas tabasqueños se impactó con la parte trasera del carguero, incendiándose y matando a 35 de sus 40 pasajeros.

- Otro tráiler, pero en la autopista México-Querétaro, que al parecer también había sufrido una falla mecánica, la cosa es que estaba estorbando en el camino, y otro tráiler y un autobús lo chocaron por detrás, incendiándose también las unidades, aunque solo se reportaron unos cuantos heridos leves.

- Y por acá más cerca, en la autopista, un autobús de pasajeros con cupo máximo se estrella en la parte trasera del remolque de un tráiler, lesionándose al menos una veintena de pasajeros. La cosa no pasó a mayores quizás porque no hubo fuego, como en los otros casos.

- Y en esta semana, un trailero que se mete a una casa en Lagos de Moreno y en una especie de justicia divina, sólo el conductor murió, aunque mandó a cuatro personas al hospital en estado grave de salud.

- Y al día siguiente, el viernes, entre San Juan de los Lagos y Jalostotitlán chocaron de frente otro tráiler y un carro compacto, falleciendo el chofer del segundo vehículo.

No es coincidencia que tráilers y otro tipo de vehículos de carga pesada participen en gran parte de los choques vehiculares que se dan en todo el país. El que haya tantos accidentes con este tipo de unidades se debe, más que nada, a la corrupción y a la poca preparación de los conductores, a diferencia de otros países, como Estados Unidos, donde los requisitos para manejar un transporte pesado son muchos y muy duros.

Pero acá, las mismas empresas dueñas de estos vehículos, mandan a sus conductores a tramitar la licencia federal de conducir a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, con un dinero extra por si se reprueban los exámenes y hay que mocharse con la SCT para poder recibir el documento.

Y van casi a ciegas los aspirantes a trailers, con poca preparación; se enseñan a manejar un vehículo de este tipo a través de un colega, que les transmite el conocimiento de manera empírica, a diferencia de las líneas de autobuses foráneos, que capacitan a sus choferes y los ponen a practicar con un camión vacío todas las situaciones a las que se enfrentarán una vez que transporten pasajeros.

La corrupción no sólo está en la obtención de la licencia, pues la ley, aunque exige cierto tipo de medidas y pesos para los transportes pesados, no hay autoridad que los haga valer y las empresas transportistas hacen lo que quieren. Tampoco hay revisiones médicas a los conductores, como las hay con las líneas de camiones; nomás en vacaciones hay por ahí puntos en la carretera con un médico del gobierno revisando esporádicamente a los choferes.

Y el estado de las unidades tampoco es revisado.

En pocas palabras, la seguridad del resto de los conductores en carretera depende de gente con poca preparación a bordo de unidades de gran tonelaje y en desconocidas condiciones mecánicas; casi equivale a pasar en medio de varios sujetos armados y con el dedo temblándoles en el gatillo.

¿Por qué nadie hace nada? ¿Por qué nadie protesta? Son buenos para quejarse de la reforma fiscal, la educativa, la supuesta censura que habrá en el internet, del presidente que no debió ser presidente, de los policías que se atreven a pegarle a los anarquistas asesinos en potencia, pero nadie dice nada sobre las muertes que causan los trailers en las carreteras y todos al menos alguna vez en nuestras vidas debimos usar una para trasladarnos a otra ciudad.

Y el gobierno no hace nada, porque, según dicen, hay muchos intereses de por medio; las grandes empresas nacionales e internacionales que operan en México, tienen a su vez flotas con decenas o cientos de vehículos pesados y meter al orden a los camioneros sería bronquearse con las mismas empresas que “generan cientos de empleos”, pagan millones en impuestos al año o simplemente aportaron para las campañas electorales.


No hay semana, si no es que día, en que un tráiler participe en un accidente en el país. A ver hasta cuándo alguien para esto.

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