¿Por qué no comulgas?


Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

Entre los escritos de tantos santos que se han distinguido por su gran devoción a Jesucristo-Eurcaristía, nos encontramos con lo que San Bernardo escribió:

“Si te hincha el veneno del orgullo, toma este sacramento y el pan humilde te hará humilde. Si la avaricia se apodera de ti, toma el pan celestial y el pan generoso te hará generoso. Si la brisa nociva de la envidia sopla sobre ti, toma el pan de los ángeles y este pan te comunicara amor verdadero. Si te has entregado al exceso en al comida y en la bebida, toma el Cuerpo y la Sangre de Cristo -y este cuerpo santísimo que ha soportado tantas mortificaciones, seguramente se volverá más mortificado y te llevará a la moderación en el comer y en el beber. Si te ataca la pereza y la indiferencia y te vuelves frío como el hielo, de modo que te vuelves frío como el hielo, de modo que ya no te gusta rezar ni sientes entusiasmo  por hacer obras buenas, fortalécete con el Cuerpo de Cristo y El que ha sido el más incansable trabajador en favor de la salvación de las gentes, te llenará de esfuerzo, de piedad y de fervor por extender el Reino de Dios. Finalmente, si te sientes inclinado a la impureza, entonces, principalmente entonces, aliméntate con el mayor de los Sacramentos y este cuerpo de Cristo, completamente puro, te llevará a la pureza y a una admirable castidad”.

La Biblia nos habla de u pan que el ángel del Señor le llevó al prieta Elías; este hombre iba desalentado y triste por el desierto, pero al comer aquél pan, pudo caminar durante cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte Horeb, donde Dios lo esperaba.

Igualmente nos presenta a Jesucristo dando una explicación de sus palabras “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”.

Pero no es extraño que lo criticaran, pues ya sus antepasados habían criticado a Moisés en el desierto y a los demás profetas.

Jesucristo, sabiendo que a sus evangelizadores les esperaban también las más injustas xrítixas, nos dejó estas advertencias: Dichosos ustedes cuando los ofendan con palabras, los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra ustedes. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en el Reino de los Cielos.

Jesucristo, en vez de decirles a sus oyentes que se había equivocado, reafirmó con más engría diciendo:

“Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y se murieron. Este es el pan que baja del cielo, para que el coma de él no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”.

¿Por qué no comulgamos?

Ante el hecho de que muchos cristianos que asistimos a Misa el domingo no comulgamos, hoy es conveniente preguntarnos seriamente ¿por qué?

Sencillamente ¿porque no le creemos a Cristo que él sea el verdadero paran del cielo?

¿Sinceramente no creemos que tengamos necesidad de esa vida que es la única que nos permite vivir como hermanos y no como enemigos?

Quizá creemos equivocadamente que cada vez que vamos a comulgar hay que ir a confesarnos. Sólo hay que confesarnos cuando tenemos conciencia de haber cometido un pecado grave. Si ha sido un pecado leve, basta con que sinceramente y con un propósito firme de corregirnos nos arrepintamos.


¡Sería bueno pensar por qué no comulgamos!

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