San Diego de Alejandría

80 años de una gran victoria


Los Mojica de San Diego de Alejandría


+ Los federales los persiguieron al inicio de la Cristiada


Por Oscar Maldonado

Este día cinco de enero de 2007 se cumplen 80 años de aquel día memorable. Día terrible y a la vez glorioso. El día primero de enero de 1927 fue el gran levantamiento en San Diego de Alejandría. ¿Quién sabía con claridad lo que estaba pasando? ¿Cómo iba a ser todo aquello? Indudablemente había muchos pensamientos encontrados. A decir de quienes vivieron ese día, algunos pensaban que era algo sencillo, saldrían de madrugada, tumbarían a Calles del poder y estarían pronto de regreso en su pueblo y en su casa. Ciertamente ese día prenderían la mecha de La Cristera pero lo demás no estaba en sus manos. Empezaba un tiempo de sufrimiento. Los de San Diego invadieron Guanajuato, tomaron Purísima y San Francisco, celebraron la misa en el kiosco y se regresaron raudos y veloces porque en la estación tren ya llegaban las tropas de León.
Don Gerardo Mojica y familiares eran de los cristeros más valientes y preparados, don Gerardo, con su pecho sano, su buena fe, firmó un recibo por los tres mil pesos de plata que confiscó en la oficina de correos para “la causa”, ese dinero se pagaría al cambio de gobierno y al triunfo de las armas de los cristeros. El Gobierno se organizó para hacer sentir su poder y se vinieron con aquel nombre metido hasta el centro de sus huesos "Mojica", unos Mojica...
Ciertamente eran de las familias más valiosas y dispuestas a servir a su santa religión. Al frente de la expedición punitiva venía la tropa del General Maximino Ávila Camacho. De paso agarraron preso al presidente que apenas había tomado posesión de su cargo, don Constancio Pérez, el papá del Padre Juan, para hacer un escarmiento, para matarlo... ¡cómo sufrieron aquellos chiquillos, aquella esposa buscando al jefe de la familia! La tropa pasó por San Diego e iba siguiendo el rastro de San José de Codornices al otro ladito de Los Sauces.
¿Quién lo iba a pensar? Don Gerardo había hecho su casa con muchas previsiones y precauciones, como una fortaleza, como un castillo, con sus buenas aspilleras, forrada de piedra, con una planta alta que le permitía dominar los alrededores. Ahora, a la distancia, se puede prestar a exageraciones. Pero la casa está en pie, con grandes daños más del tiempo que de otra cosa, y lo que queda es muestra bien elocuente de lo que fue.
El Gobierno bien sabía que no venía contra un ejército, pero tampoco vinieron cuarenta o cincuenta. La memoria general dice de más de cien soldados para esta sola misión, otra parte de la tropa estaba en el Comedero, la hacienda de los Valdivia, casi siempre se alían el poder y la riqueza. Y como dice el corrido: le corrieron a avisar a don Gerardo que venían por él y que se escondiera, que huyera, pero el dijo que no, porque se trataba de su religión y estaba en su casa... el hombre es su casa, su hogar, su familia y su fe.
Mando a su familia lejos, nomás se quedó su hijo Juan. Y él tenía parque de los cristeros escondido, tenia cohetes, y suficientes armas. Había que defender todos los lados de la casa. Juan cargaba las pistolas y los rifles y don Gerardo disparaba sin "jerrar blanco", con más rabia empujaban los jefes a sus pelones, a costa de mucha sangre avanzaron y lograron meterse a la casa. Dicen que más de un arma se calentaba al grado de no funcionar ya más.
Estaban en manos de Dios, también se menciona otra plática, que los federales veían que una mujer auxiliaba a los que estaban dentro de la casa. La lumbre llegaba a los aparejos. Pero los federales queriendo hacer mal le prendieron lumbre al rastrojo. Juan estaba tan apurado que le decía a su papá que ya se entregaran y don Gerardo le aclaró, "si te echas para atrás... mil veces preferible que yo te mate a que caigamos en sus manos". En eso de la lumbre y el humo, los muertos, los heridos y el miedo se escucharon descargas cerradas que a todos llenaron de miedo, pensaron que muchos cristeros estarían atacando para sitiar a los sitiadores, y se fueron los soldados con sus muertos y heridos que debieron ser bastantes, lo que es bastantes. Los cohetes, el parque los salvó, pues más bien Dios que quiso aquello, la misma plata estaba en el rastrojo y se fundió en una plancha enorme.
Ese fue el evento de hace 80 años, por eso ahora el Padre Álvaro y el Padre Juan, junto con muchos fieles admiradores de aquellos valientes lo celebran con una misa en La Peñita, también se colocará una placa que recuerde a todo mundo, esta victoria gloriosa de estos dos soldados de Cristo Rey. Así que este día cinco es la celebración por este aniversario tan especial.

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1 Comentarios

  1. Hola ya leí el libro y me gustaria saber como se llamaba el padre de Don Gerardo Mojica

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