Claridad



Hay quien se empeña en empañar el agua

 Las cosas son o se parecen.

Los políticos deben ser y deben parecer.

En Astepa, las cosas no son lo que parecen o parecen lo que no son.

Hay temas en los cuales los funcionarios han querido pasarse de listos. Con o sin intención, la señal que lanzan es que son tan vivos que se pasan.

 Hay una cantaleta, desde hace muchos años, de que no hay agua.
Ahora que ya se garantizó el abasto, la amenaza cambió a que no hay dinero.
Cuando haya dinero, a ver qué se inventan.

 Y, aunque hay gente que viene trabajando con todo ahínco, partiéndose el lomo para atender su labor como Dios manda, hay otros que nomás llegan a cobrar, muy altos sueldos por cierto, y esperan a que concluya el trienio para que les corran y lo indemnicen, ese parece ser su proyecto laboral.

 Hay temas que no se abordan con la seriedad suficiente en la cuestión del agua.
Por ejemplo, con eufemismos bajaron las tarifas básicas, pero ya no hay dispensas. Una casa deshabitada con contrato paga el mínimo (unos 80 pesos más impuestos), haya o no consumo, el pago mensual se hace.

 Ante la pregunta de por qué cobran cuando no hay consumo, la respuesta es: “así está en la ley”.

 En el recibo cobran el I.V.A.

 Dicen los directivos que en el consumo básico residencial no, pero sí en la “infraestructura” y en “saneamiento”; pero ni amplían las redes, ni las cambian, ni las modernizan ni invierten en “infraestructura” y, obvio, tampoco están saneando las aguas residuales.

 Entonces la pregunta es: ¿a dónde va a parar esos dineros que cobran con todo y el IVA?

 Por si fuera poco, la presión para recuperar la cartera vencida está muy ligada a los tiempos electorales, cada trienio, al margen del partido o la corriente partidista, se limitan las estrategias a no correr el riesgo del costo político. La simulación pues.

 Ahí viene el acueducto, ya habrá agua suficiente; no habrá más banderas políticas en campañas, no por lo menos con el agua. Ahora lo que necesitamos es tener un verdadero Organismo Público Descentralizado, que trabaje de manera sostenible y sustentable, que proyecte y aplique programas de abasto eficiente, cobranza eficaz, distribución suficiente, transparente contabilidad.

 Es mucho pedir, sobre todo cuando la prioridad –pareciera-, es colocar en el organigrama a los amigos, compadres, esposas, o cualquier persona que garantice votos internos en procesos electorales próximos.

 Ojalá algún día los ciudadanos nos atrevamos a quitarle ese control del agua a los políticos. Que se haga una verdadera administración del agua, sin colores, sin olores pero con mucho sabor a claridad.

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