Casi todo aquel que tenga al menos dos dedos de frente y un poco de sentido común, imaginaría que para el gobierno federal y el de Guerrero lo que más les urge es resolver el mega problema que se ha vuelto lo de los normalistas de Ayotzinapa y que nomás no aparecen ni vivos ni muertos.
Y por lo anterior, carece totalmente de sentido opinar otra cosa, como aquello de que a las autoridades no les interesa resolver el crimen, si están viendo que a nivel internacional el país está generando una imagen negativa, alimentada por artistas e intelectuales que desde sus palacios, lujos y comodidades se les hace fácil hablar y criticar al gobierno y dizque solidarizarse con los que verdaderamente se rompen la madre todos los días acá en la patria.
Y a nivel estatal, Guerrero, donde un día sí y el otro también, hay balaceras, narcofosas, policías sicarios y hasta huracanes, deben haber afectado ya considerablemente la actividad turística, una de las pocas entradas fuertes de dinero que tiene el estado. Entonces, a las autoridades estatales también se las debe estar llevando la tristeza en estos momentos y nada de que se resuelve lo de los de Ayotzinapa.
Sin embargo muchos miopes no ven o hacen como que no ven nada de esto y creen que ayudan a la causa protestando y diciendo exabruptos y romperle la madre cada que pueden a la figura de autoridad.
Nada nuevo, ciertamente hay en todo esto, esa gente siempre buscará trastornar cada que puedan al país. Lo que sí es que por lo menos un servidor, he aprendido algo nuevo con lo ocurrido a los de Ayotzinapa y es que “el pueblo bueno”, los defensores de causas sociales, marginados, anarquistas y contreras, no tienen ninguna preferencia política y cuando hay que hacer desmadre no importa de qué partido sea el que está gobernando.
Aunque las acciones de estos grupos de protesta tienen un tufo izquierdista, no significa que estén representados en esa ideología y partidos afines.
Ahí tienen que en Guerrero el gobierno estatal es de izquierda, así como el ayuntamiento de Iguala, donde ocurrió la desaparición de estudiantes y no hubo ninguna voz, ningún fiel de la balanza que calmara los ánimos y dijera: “aguanten, nosotros estamos identificados con este gobierno, hagámonos pendejos y le bajemos de huevos a las protestas”. No, nada.
De hecho, López Obrador, que ha prohijado este tipo de movimientos anti gobierno, ya también está padeciendo lo ocurrido en Iguala; no ha podido capitalizar políticamente el crimen, como acostumbra el tabasqueño y por intentos no ha parado, pero no ha hallado la coyuntura que le permita asirse, ponerse por encima del conflicto y navegar en él.
No ha podido el Peje porque todo ese tema ha salpicado parejo a los políticos, gobiernos y partidos, además de que los manifestantes ahorita no ven aliados sino enemigos, que son aquellos que tengan que ver con la política y el poder.
Y los doctrinarios de izquierda, que han pintado su raya de López Obrador desde hace buen tiempo y que podrían buscar alineados con los Ayotzinapos, no lo han querido hacer, por muchas razones y supongo que entre ellas estaría la prudencia, de evitar que los rijosos les llamen a ellos también asesinos o cerdos del poder.
La única que sí ha querido juntar el hombro con los manifestantes es la ancianita de Elena Poniatowska, que es buena nomás para dar discursos y filosofar hacia la izquierda, pero no entrarle a los chingadazos, no lo hizo cuando era joven y tenía fuerzas, menos lo hace ahora que está toda acabada y cuando bien le va la miran solamente como vaca sagrada de los intelectuales del socialismo, pero sin ninguna efectividad real.
El crimen y el conflicto por los normalistas a nadie conviene, solamente a aquellos que viven de hacerla de pedo. Los artistas e intelectuales o famosos que dicen estar solidarizados y exigen justicia, sólo cumplen con su cuota de protagonismo y de quedar bien con sus fans, pero no les interesa ninguna otra cosa.
Y entonces, volviendo al principio, las autoridades deben estar verdaderamente preocupadas por el problema y seguramente quieren que esto se resuelva ya, aunque posiblemente, por no decir que es lo más seguro, saben más, mucho más, de lo que dan a conocer a la opinión pública y no se atreven a informar más por temor de que se haga más grande el problema y el mitote y entonces la preocupación radicaría en buscar la salida, la versión más elegante y que menos conflicto cause al final.
Se habla de que pudieran seguir vivos los estudiantes, no puede descartarse eso, pues se han hallado varias fosas y cuerpos y hasta ahora ninguno ha correspondido a lo de los jóvenes. Solamente el gobierno federal tiene un aparato capaz de hacer investigaciones a gran escala y efectivas y si no halla muertos a los de Ayotzinapa, después de tanto buscar y desenterrar, aumenta, se quiera o no, la probabilidad de que estén vivos, ojalá, la esperanza muere al último.
Y si hallaran con vida y relativamente bien de salud a los 43 de Ayotzinapa, sería una buena para campanada para las alicaídas autoridades y un duro revés para aquellos que se quieren comer vivos a los gobiernos.
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