¡Agárrense!


A ver: En un mismo día oigo al presidente Peña Nieto decir en la televisión que según el INEGI la inflación en la primera quincena de enero fue de 3.08% anual, la más baja en el mismo periodo de los últimos 25 años, o sea que esto está a toda madre, que el panorama es halagüeño, que en las quincenas y los meses por venir la inflación va a ser aún menor… todo eso entendí por sus palabras, aunque no sé cómo se logró si tan sólo el precio de la gasolina subió 1.9%  al iniciar el año, pero eso dijo; y leo en los periódicos que Pemex recortará su gasto en 60 mil millones de pesos este año (un montón de dinero tal que no me cabe ni en la imaginación), y que la planta de Etileno XXI va a despedir a 12 mil empleados en Coatzacoalcos.
¿A quién le creo?, ¿al que dice que el panorama es alentador, o a los que dicen que ya nos cargó el payaso?, especialmente por la baja sin precedentes en los precios del petróleo.
El mismo día leo que el coordinador regional de la CONCAMIN en Veracruz, un señor llamado José Manuel Urreta Ortega, dice que la crisis por la que creemos atravesar es más una cuestión de percepción, que en realidad el país se encuentra en mejores condiciones que hace unos años; y veo que hasta los alcaldes protestan en Xalapa y bloquean el tráfico frente al Palacio de Gobierno cual viles ayotzinapos, para exigir que no les hagan recortes en la lana que les corresponde a sus municipios, y veo también que el Diario Milenio está despidiendo gente porque ya no les alcanza el dinero para pagarles. O sea, que se empieza a sentir ya una crisis galopante.
¿A quién le creo?, ¿a ese hombre José Manuel Urreta,  que por lo que se ve no conoce el significado de la palabra “percepción”, o nunca en su vida le ha hecho falta un carajo para sobrevivir, ni un buen empleo o un buen puesto directivo en alguna de las empresas de su papá, un buen ingreso pues, para vivir desahogadamente y hasta con comodidad y por eso su percepción de la realidad parece estar distorsionada; o lo que veo, a los alcaldes protestando y a gente que está quedándose sin empleo.

Parece una maldición


Y esto apenas comienza. La caída impresionante (e inexplicable para mí por más que le busco una explicación) de los precios del petróleo, al grado de que a ese paso va a ser mejor comprarlo que producirlo (de hecho ya se anunció que México empezará a comprarle a Estados Unidos), y la pérdida de valor del peso frente al dólar, lo cual se llama devaluación aunque los economistas y los políticos le llamen de otras mil maneras, anuncian para mí una inflación como en los peores tiempos del PRI (parece ser ésta una maldición para los gobiernos emanados de este partido) y una terrible crisis económica en general que no sé si va a resistir mucha gente, cuanto y más ahora que la agitación se está extendiendo de los estados de Guerrero, Oaxaca y Michoacán a otras entidades de la República…
En 1988 -no se me olvida porque fue impactante-, en el último año de gobierno de Miguel de la Madrid todos los días subían de precio los artículos de primera necesidad, todos los días, literalmente, y empezaron a escasear en las tiendas (lo que está pasando ahora en Venezuela) el azúcar, el aceite vegetal, la pasta de dientes, el arroz  y otros, que comerciantes voraces acaparaban y ocultaban durante días o semanas en espera de que subieran más y más los precios, personalmente vi tal ocultamiento por parte de un abarrotero gallego en Acayucan.
Y mientras nuestra moneda valía cada día menos y menos, al grado de que llegué a ser millonario, un día tuve en mi cuenta hasta 3 millones de pesos, que al día siguiente se convirtieron en sólo 3 mil, porque el 1 de enero de 1993 (en el cuarto año de gobierno de Salinas de Gortari) se volvieron Nuevos Pesos al perder tres ceros nuestra moneda.
No digo que eso vaya a pasar ahora porque hay más mecanismos de control y deslizamiento del peso frente al dólar, ya no se imprimen billetes a lo pendejo (eso espero al menos) como durante la Docena Trágica de los gobiernos de Luis Echeverría y López Portillo; eso en cuanto al valor de nuestra moneda, pero en lo que se refiere a la inflación y el desempleo el panorama me parece terriblemente obscuro, no sólo no se ve la luz al final del túnel, no se ve ya ni la entrada al túnel por el cual escapar de esta situación. Ojalá me equivoque, pero si no, ¡agárrense! que va a temblar.

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