¿Que tan astuto eres?


Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

Un viajero llegó a una posada en una noche de las más frías de diciembre y al pasar por la cocina vio que todos los asientos estaban ocupados por la mucha gente que había alrededor del fuego; el no poder acercarse a calentar las uñas lo fastidió bastante. 

-Mozo- dijo en alta voz al criado, darás al momento a mi caballo dos docenas de ostras. El mozo obedeció y todas las personas que estaban en posesión de la lumbre no pudieron resistir el deseo de ver un animal tan extraordinario; se levantaron y marcharon en tropel a la caballeriza. Entre tanto, el viajero tomó el mejor asiento junto al fuego y en un instante después llegó el mozo a decirle, seguido de los curiosos, que el caballo no quería comer las ostras. -¡Cómo! ¿No las quiere? -pregunta muy serio el viajero- Pues ponme aquí la mesa y me las comeré yo a su salud. 

Cristo no dice que haya que hacer lo que hizo el administrador, o lo que hizo el hombre rico, o lo que hicieron los que falsificaron los recibos, simplemente: “Mire, dése cuenta de cómo ellos obran, descubrir que uno puede aprender de eso y mirándolas con esos ojos nuevos que nos da Cristo, pudiéramos encontrar en ellas también cosas que aprender. Los tiempos en los que estamos van a necesitar que nosotros hagamos ese ejercicio; tenemos que ser creativos en muchas cosas, encontrando caminos nuevos en la meditación, la oración, la evangelización de otro grupos, asociaciones, fuera de la Iglesia, para hacer presente la riqueza del Evangelio.

Qué astuto fue aquél caminante que llegó a la posada pidiéndole al criado que ofreciera una comida rara para su caballo; de esa manera logró quedarse cerca del fuego en aquella noche tan fría.

Nosotros debemos ser muy astutos para buscar lo que más agrada a Dios, Nuestro Señor, para buscar también la manera de alejar a nuestros jóvenes y adolescentes de todo lo que está haciéndoles ofender a Dios.

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