De los tiempos de la Cristera


Por Oscar Maldonado Villalpando

¡Por su fe, a las armas toda la familia!

En San Diego de Alejandría. Parte II

Este es un episodio que las personas llevan muy en su corazón. La Cristera es un acontecimiento que han tratado y ubicado los importantes historiadores, pero ese asunto, para estas gentes, es algo muy propio, ellos han llevado su vivencia muy guardada y nadie puede arrebatarles su memoria o desvirtuar un suceso, para ellos tan entrañable y vital. Este drama comprometió su vida toda. Los descendientes y sobrevivientes de la familia de Tío Polín Ramírez (Apolinar) y Lázara Cruz, no tuvieron empacho en irse a la guerra Cristera.

En este corredor entre San Diego de Alejandría y Jalpa de Cánovas Guanajuato, el palenque de los Altos de Jalisco, la frontera y el inicio el Bajío de Guanajuato pero espiritualmente atendido por la Iglesia de Guadalajara, por este rumbo muy pocas personas se abstuvieron de involucrarse en la lucha por la libertad religiosa.

Algunos hoy dicen, que iban a matar en nombre de Dios, pero todos tenían claro, que tenían derecho a practicar su fe libremente, que podían usar los templos que sus abuelos habían construido y que nadie tenía derecho a acotarles esas prácticas espirituales, sin dejar de reconocer que eso, que ello podría ser estorbo a un gobierno con ideas preestablecidas e intransigentes o actitudes dominadoras e inseguras.

No todos los cristeros eran incólumes, entre ellos mismos se podrían calificar en muchos grados y distintas intenciones, ¡eran humanos! Ellos más que nadie vivieron desde dentro las injusticias, los abusos y pasiones entre compañeros. ¿Se equivocó la Jerarquía al consentir y alentar la lucha armada? El desarrollo de los acontecimientos da respuestas claras. Lo acontecido alrededor del cerro del Chapín y el Palenque, división de Jalisco y Guanajuato, es un pequeño, pero muy fiel espejo de lo acontecido, y sucedió en esta familia de Polín y los vecinos, como Margarito López (consuegro de Tío Polín) papá de Juana, la esposa de Roque Ramírez, otro vecino sería Eutimio hermano de Margarito, (Timio López), quien sufriría a manos de los cristeros un golpe terrible.

El gran silencio 

Asustados o arrepentidos, el tema de la Cristero fue vetado mucho tiempo. Cada quien sabía lo que había vivido. Las historias circulaban de 1930 a 1960 en memorias particulares, en novelas con seudónimos y en el ambiente familiar y privado.

La Familia Ramírez Cruz vivió algo parecido, y ahora los que quedan sienten entusiasmo por aquellos privilegiados momentos vividos.

Entonces Polín y Lázara recibieron 7 hijos, para 1927 todos eran ya hombres de trabajo y de campo, a saber: Roque, Jorge, Simeón, Evodio, Luis, Cesareo (Chayo) y Crescenciano, (Chano).  De esa casa de Huaracha salieron 8 soldados, contando al mismo Tío Polín.

Por este rumbo, los cristeros se alistaban a las órdenes de Toribio Valadez o de Víctor López, los comandantes en San Diego y Jalpa, respectivamente, un cristero sobresaliente era J. Guadalupe Martínez, muy valiente que traía como compañero a J. Refugio Mena, de hecho los dos murieron luchando muy cerca del Santuario de la Virgen de Guadalupe en San Diego.

La familia de tío Polín podía sobrevivir combinando su participación en las batallas y sus visitas a su casa, cuando lo permitían las circunstancias. Luego cuando se dictó la concentración, ellos solo brincaban la división entre Jalisco y Guanajuato, y luego tuvieron que ir hasta San Francisco del Rincón Guanajuato, que poco a poco los fue llamando y, años después se irían a vivir para allá. Los Ramírez Cruz eran muy valientes, de entre ellos Jorge, que seguía de Roque, era hábil para provocar la salida de los federales en los combates, era arriesgado. Roque ya tenía su familia y andaba al pendiente para moverla de sitio según se ocupaba, para protegerlos.

El lugar de reunión oficial de los alzados en este rumbo era el  potrero del Romeral, que no está lejos de estos ranchos de Huaracha, Santa María y el Vergel; hacia el poniente, y un poco adelante está la barranca de Coachalotes, un lugar de protección y resguardo.

Valientes y devotos

Su fe les daba valentía. Esta familia tuvo una actuación muy destacada. Los tres primeros meses de 1927 fueron de gran actividad y de triunfos cristeros. El levantamiento en San Diego es algo memorable, los hombres se van a un mundo desconocido. Es una escena dramática, una despedida trascendente. De ahí viene la toma de San Francisco y la misa celebrada por el Padre Vicario de San Diego, don Fernando Escoto. El 5 de enero del 27 es el combate de don Gerardo Mojica y su hijo Juan, en su casa de San José de Codornices, donde solo dos derrotan una contingente federal. El 27 de febrero, ahora yendo al frente Victoriano, toman por segunda vez la ciudad de San Francisco del Rincón Guanajuato. El 16 de marzo es la batalla de San Julián, donde la federación sufre una tremenda derrota. Ahí colaboraron en gran forma los miembros de la familia Ramírez Cruz de Santa María y Huaracha. Todos estos acontecimientos traían desconcertado al gobierno, que declaraba todo este rumbo como zona rebelde a tratar con máxima dureza. Luego, al mes de la segunda toma de San Francisco, y como venganza,  en San Diego son testigos del paso del Padre San Julio Álvarez, rumbo al martirio el 27 de marzo de 1927, que se consuma el día 30 de marzo.

Entre estos acontecimientos, ilusionados por las victorias, los cristeros de San Diego, Jalpa y San Julián van a buscar combates a tierra distante. Venían del triunfo en la guerra de San Julián, pues se dirigieron a Cuquio, al otro lado del río, fueron 5 días de caminar a caballo y el día 22 de marzo entraron triunfalmente al pueblo. Al frente iba el Catorce, Toribio Valadez, Víctor López y el P. Aristeo Pedroza, era una tropa respetable de 600 hombres, donde iban los Ramírez Cruz. ¡Un recibimiento heroico! El pueblo les brinda mil atenciones.

El enfrentamiento fue con las fuerzas del 74º regimiento al mando del General Waldo Garza. El terreno adverso. Así, con la falta de parque, los cristeros, aunque hicieron muchas bajas federales, tuvieron que batirse en retirada y ¡cae uno de los hermanos Ramírez Cruz, en forma valiente y generosa. Con él fueron otros 20 cristeros de San Diego.      

Casi todos los jóvenes combatientes cristeros eran miembros activos de La ACJM, grupo juvenil católico, entre ellos Francisco Maldonado, Casimiro López, Pedro Hernández. También de San Diego, Simeón (a quien algunos libros nombran como Simón) Ramírez Cruz. Pero este cristero, como sus hermanos y su padre, eran personajes sobresalientes en la vida parroquial de su pueblo. Simeón fue brazo derecho del Señor Cura Marcos Rivera en la organización, atención y visita a los centros de catecismo de los ranchos, que tuvieron mucho auge hasta antes del levantamiento. Un verdadero apóstol seglar.

La vela perpetua 

Ahora suena como algo aburrido, pero entonces era una verdadera guardia de Cristo, en la Eucaristía. Todo el día y cada día, había que estar, como soldado, en su puesto vital. Y eso suponía ir desde su rancho a hacer la guardia. Simeón fue de los organizadores de este grupo en San Diego. La Vela Perpetua tenía una celebración fundamental, cada día 4 del mes, se tenía la solemne Hora Santa llena de fervor y devoción, muy concurrida y estimada de los fieles, ahí Simeón era pieza muy importante. Su muerte en combate rubrica una vida sincera de fe y entrega al Señor Jesús.

En San Diego de Alejandría las inscripciones en la Guardia Nacional, o ejército cristero, provenían de los ranchos, entonces muy poblados.   

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