Las dos ranas


Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

Un grupo de ranas viajaba por el bosque y de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo. Cuando vieron cuán hondo era el hoyo le dijeron a las dos ranas en el fondo que para efecto prácticos, se debían de dar por muertas. 

Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras ranas seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles. Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió. Se desplomó y murió. 

La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Una vez más, la multitud de rana le gritó que dejara de sufrir y simplemente se dispusiera a morir. Pero la rana saltó cada vez con más fuerza hasta que finalmente salió del hoyo, Cuando salió, las otras ranas le preguntaron: -¿No escuchaste lo que te decíamos? La rana les explicó que era sorda. Ella pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más para salir del hoyo. Una palabra de aliento compartida con alguien que se siente desanimado puede ayudara levantarlo y finalizar el día. Hablemos  de vida, de alegría, de esperanza, a todos aquellos que se cruzan en nuestro camino. Ese es el poder de las palabras…A veces es difícil comprender que una palabra de ánimo pueda hacer tanto bien ¿no te parece?

En mi vida de sacerdote he comprobado que las palabras de aliento ayudan muchísimo más que un regaño, una represión o peor todavía unos golpes dados con coraje y desprecio.

Recuerdo que cuando daba clases en la presa de Tepatitlán o de Jalostotitlán, me encontraba con muchachas y muchachos que al principio del año escolar sacaban de calificación 6 o 7 y poco a poco los iba alentando hasta que con un esfuerzo lograban 9 o 10 de calificación.

¡Hay que dar siempre palabras de aliento!

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