Nunca sigo a la selección nacional, salvo en los mundiales. Ya había escrito hace algún tiempo, pero el manejo que le dan al equipo tricolor sólo aumenta mi animadversión hacia sus dirigentes, algunos jugadores y el entrenador y eso hace que vuelva a escribir tontamente en este espacio, en vez de quizás aprovecharlo para otra cosa de mejor provecho.
El “piojo” Herrera quiso jugarle al estratega, a alguien que no es. Lo suyo es ser simpático, luchan, alguien que le pone ganas a la vida y que le transmite esa actitud a quienes estén a su lado, en este caso los jugadores que ha dirigido.
El actual entrenador de la selección, ya debería haberse dado cuenta que él no está para la precisión matemática, la estrategia fina, el cálculo frío, como quizás tienen algunos directores técnicos, sobre todos los europeos, muy efectivos en la táctica pero poco amigables y simpáticos. En general el futbolista mexicano es más vísceras que cerebro y ni modo que el “Piojo” sea distinto a eso.
Pero bueno, Herrera tuvo la ocurrencia (cuando no hay cacumen, no son estrategias sino ocurrencias y chiripadas si salen bien) de hacer un dizque equipo B de la selección y mandarlo a Chile. ¡Por Dios! Ni que el país derrochara talentosos futbolistas como para hacer dos selecciones o más.
La selección B fracasó o sacrificó la Copa América, según se quiera ver. Se ninguneó al torneo más importante del continente, se desairó a países que en fútbol son unas potencias o casi, como Argentina, Brasil o Uruguay, por darle importancia a la Copa Oro.
Y no nos preocupemos, México estará en la próxima Copa América a pesar del desaire y el fracaso y es que la Conmebol no dejará ir tan fácilmente la lana que representa el país en patrocinios y derechos de transmisión.
Pero la razón de desechar la Copa América y darle prioridad a la Oro es que la segunda sí da a México un lugar en la Confederaciones, aunque claro, para eso hay que ganarle primero a Estados Unidos, lo que últimamente se ha vuelto muy complicado.
O sea que, en teoría, México tenía para hacer un buen papel en la Copa América con un equipo segundón y en una de esas se llegaba a la semifinal o la final y todos contentos. Además, con el equipo A en la Copa Oro, pues también se haría un buen papel ahí y México chingón, triunfando en los dos torneos del continente.
Pero nada, la Copa América un fracaso y la Copa Oro una incógnita, con Estados Unidos fuerte y que ya tiene de cliente a nuestra selección.
Y lo peor de todo es que en un partido “amistoso” y de “preparación”, México pierde una de sus cartas fuertes en el Chicharito, que es fracturado por los nada blanditos de los de la selección de Honduras.
¿Para qué jugar ese tipo de partidos que no sirven para nada? Es como si un boxeador profesional se pusiera a entrenar contra unos pandilleros de cualquier colonia, con el peligro de salir navajeado o lastimado de fea manera contra alguien que se sabe que no juega limpio.
Los directivos mexicanos deberían dejar de ver el billete en todo -porque de eso ya hay mucho- y preocuparse por aumentar el nivel de la selección, que logrará cuando juegue contra equipos poderosos, no contra pendencieros de Centroamérica.
Y es bien conocido que el entrenador nacional no se manda solo, entonces ¿por qué no hubo nadie que parara las ocurrencias del Piojo en fabricar una selección B para la Copa América?
Y si se manda solo Herrera, ¿entonces por qué haber aceptado el partido “molero” contra Honduras, que ya sabía que no iba a servir de nada y se arriesgaba al equipo con las hachas catrachas?
Y a eso se le agrega la regada del Piojo en apoyar a un partido político en veda electoral.
A otros entrenadores por menos tarugadas que las de Herrera ya los han corrido. A ver cuánto más aguanta el estoicismo de los dirigentes.
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