Por Gonzalo “Chalo” de la Torre Hernández
-Estimado pinche o galopín de cocina, o si prefiere otro término, señor mesero; ¿Pudiera y quisiera hacerme el favor de obsequiarme con un recipiente cilíndrico, vítreo y cristalino, repleto del extracto de la glándula mamaria de la consorte del toro?
- Ah jijos. Y eso ¿qué es?
-Pues un vaso con leche.
-¿No m…ás eso va a desayunar el señor?
Tantas palabras para solicitar un simple vaso con leche. Ya imagino como pediría una pieza de pan.
-Ahora para complementar mi alimento matutino, pues estoy a dieta, solo solicitaré de usted una pieza cuyo origen son los innumerables granos de trigo sometidos a un proceso de molido y separación de elementos que derivan en un producto denominado harina y que nuestros artesanos de la rama alimenticia transforman mediante la añadidura de otros ingredientes nutritivos como el huevo y la leche y dándole un tratamiento de batido, reposo y cocimiento adecuados, deriva en un alimento muy rico en vitaminas, minerales y proteínas y de un sabor exquisito, que lo convierten en la pareja ideal para acompañar en la ingestión, al líquido solicitado con anterioridad.
-Vóitelas. Y ahora, ¿qué me pidió?
-Pues una pieza de pan.
-Ah!. Pos ya está. Pa´ que tanto brinco estando el suelo tan parejo.
-Y si no representa molestia alguna para usted, agradecería que inmediatamente después de que se digne poner a mi alcance los alimentos referidos para ser degustados por este su servidor, me informase de la remuneración económica que deberé desembolsar para cubrir los costos con sus respectivas utilidades, además de una merecida recompensa pecuniaria, bien merecida por sus excelentes servicios.
Válgame, tanta vuelta para pedir un vaso de leche, un pan y la cuenta respectiva.
Sí que a algunas personas nos gusta dar rodeos o adornarnos al utilizar el lenguaje. Se habla mucho y se dice poco y con frecuencia no se entiende nada de lo que se quiere decir.
No es crítica, pero qué difícil es en ocasiones, poder decir las cosas de una manera sencilla. Como decían mis mayores cuando yo era mucho más joven de lo que soy ahora; hablar claro, breve y sustancioso.
La pretensión de esta ocurrencia es brindar un merecidísimo homenaje a nuestro querido comediante de toda la vida y que perdura por su obra en nuestra memoria; CANTINFLAS.
Es gratificante que una persona y su estilo de comunicación, hayan conseguido que la Real Academia Española de la Lengua, integrase un verbo más a nuestro ya de por sí riquísimo y romántico idioma.
Cantinflear es conocido de todos y conocemos su significado: hablar mucho y decir poco.
No sé ni juzgo si hablar mucho sea bueno o malo. Lo que sí sé es que casi siempre el hablar mucho le da sabor a la conversación y más si ésta es enriquecida con la pimienta del léxico tan utilizado en México y que parece indispensable en cualquier diálogo entre amigos.
Espero no haberle dado muchas vueltas al asunto; lo que diré brevemente pero con énfasis y cariño es que DIOS BENDIGA A CANTINFLAS.
Muchas Gracias.
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