Esclavitud moderna


Por Gonzalo “Chalo” de la Torre Hernández
chalo2008jalos@hotmail.com

Sin duda la canción más antiinflacionaria que existe es esa de Chava Flores que en sus letras dice : mira Bartola, ahí te dejo esos dos pesos; pagas la renta, el teléfono y la luz. De lo que sobre, dejas ahí para tu gasto, guárdame el resto para echarme mi alipús.

Dos pesotes. Híjole, un dineral en la imaginación irónica del autor, que ya desdendenantes reflejaba la situación económica general del país, que en ese entonces era conocido como el cuerno de la abundancia, tanto por su silueta geográfica, como por la enorme cantidad de recursos materiales dentro de su territorio.

Y lo sigue siendo; no se lo han acabado toda una serie de personas e instituciones propias y ajenas que ven a nuestra patria como fuente inagotable de riquezas. Sí que lo es, pero…

Pero es solamente para sus propios intereses. Es difícil creer que haya quien se interese verdaderamente por el bienestar de las mayorías. El imperio del dinero manda y regula las conductas humanas a través de las necesidades básicas de las inmensas mayorías.

Hace años, la inventiva popular atribuyó una frase (imaginaria) al presidente Fox, acerca del combate a la pobreza; se dice que declaró que en México, ya había dos millones menos de pobres. Claro, se murieron de hambre, dijeron otros.

La reflexión puede ser en su punto clave, aquella frase que dijo, no sé quién la dijo, pero la dijo, que hay que trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Esto es, que no resulta razonable, dejar de vivir para subsistir. Que el trabajo no absorba todo nuestro tiempo para conseguir unos pocos recursos económicos para medio comer y medio vestir y medio divertirse,.

En nuestra región alteña es muy común que los migrantes, cuando regresan a su tierra, muestran otro estilo de vida y ayudan a  crear esa imagen del “sueño americano”. Visten bien, en las fiestas se divierten públicamente, se construyen casas muy bonitas y dignas. Qué bueno que les vaya bien, pero…

Pero sucede que también cuando platicas con ellos, te da cuenta que tanto el hombre como la mujer en el matrimonio, tienen que trabajar jornadas muy extensas, incluso tener dos empleos. Aparte de las horas laborales, los traslados suelen ser de muchas horas por las grandes distancias desde su hogar al centro laboral. Los horarios, difícilmente serán los mismos de manera que les impiden convivir familiarmente, pues mientras uno descansa, el otro trabaja. Los hijos ven a los padres juntos, si acaso el fin de semana. Las vacaciones de ambos, muy rara vez coinciden.

La riqueza es muy abundante en nuestro país. Somos un país rico; qué digo rico: riquísimo. Estamos rodeados y envueltos en riquezas… que otros tienen. Las riquezas son muy abundantes, lo que escasea son los ricos, pero abundamos los pobres. Y cómo no, si se pagan sueldos que no satisfacen las necesidades básicas de una familia, a no ser que varios miembros contribuyan para el sustento familiar.

Mencionemos esa, no sé cómo llamarla, si payasada, perogrullada, tontería o marihuanada del salario mínimo. ¿A quién se le ocurre que una familia puede vivir dignamente con ochenta pesos diarios? Mire, nomás hagamos unas cuentitas alegres y rápidas.

Quien gana esa cantidad diaria, percibe mensualmente como 2, 500 pesos de los cuales, tan sólo el gas para su familia y comer calientito se llevará algo así como el 18 %, la luz eléctrica, como otros doscientos, si paga renta, si le va bien, pagará 500 o más. Nomás en esas tres cosas, ya se aventó el cuarenta por ciento. Le van a quedar después de esos “gastos fijos”, pobremente la cantidad de 1,400 pesotes para comida, transportes, vestido y otras cositas. O sea que con 46 pesos, podrá comprar un litro de leche (12), un kilo de frijol (20), un kilo de tortillas (14) y nomás. Ahí la mantequita y el aceite, a ver si se los regala algún compadre, porque el presupuesto ya no alcanzó.

Hay muchos poblados alteños, donde hay mucho trabajo, sí pero mal pagado y sin prestaciones. O sea, se vive para trabajar y enriquecer a los empresarios que no consideran a sus colaboradores, como eso, sino como un instrumento para incrementar desproporcionadamente sus recursos económicos. No hay seguridad médica ni social, no hay afore ni otras cosas.

Parece incongruente que grandes negocios que generan grandes utilidades, anden pagando 500 pesos a la semana a sus empleados. Bueno, eso en algunos casos, porque en otros ni eso pagan por jornadas más pesadas.

Vale la pena buscar una más justa distribución de la riqueza a través de empresas con compromiso social. Esas son las que hay que traer a los poblados, para que la población se beneficie de las prestaciones y desarrollo que pueden ofrecer para crecer. Hay quien dice que las empresas acaban con la tranquilidad de un pueblo. Puede que tengan razón; un pueblo sin gente porque no hay trabajo, suele ser un pueblo muy tranquilo, quizá demasiado.


Trabajar para vivir o vivir para trabajar. He ahí el dilema, como dijese el buen Shakespeare.

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