Pues la Suprema Corte ordenó que el matrimonio “igualitario” sea reconocido y aceptado en Jalisco, aunque eso no significa que los gays puedan acudir a cualquier registro civil del estado y pedir que los casen. Un diputado del PRD de la anterior legislatura local había tratado sin éxito hace unos tres años de impulsar el tema, pero lo que desecharon democráticamente la mayoría de los legisladores en aquel entonces, ahora es impuesto por la judicatura federal, cuyos integrantes son infalibles y mandan por encima de cualquier autoridad.
Antes de eso, en Jalisco lo que ya existía era la legalización de las sociedades de convivencia, que simplemente reconocía derechos y obligaciones entre personas unidas por algún lazo pero que no eran necesariamente marido y mujer o padres e hijos.
Lo anterior igual servía para que los gays pudieran equiparar su unión como la de cualquier matrimonio o concubinato y así por ejemplo, adquirir derechos ante instituciones públicas (como el IMSS) como dependientes de su pareja. La sociedad de convivencia también se creó para proteger a miembros familiares no descendientes, directos o ambas cosas, como un abuelo a un nieto o un tío a un sobrino.
Pero no, los defensores y promotores del movimiento gay, más fanáticos y radicales que el mismo movimiento que dicen apoyar, querían el matrimonio “igualitario” en Jalisco, para pregonarlo a los cuatro vientos y celebrarlo como una estocada que le han dado a la sociedad conservadora y convencional, a aquellos que padecen homofobia y a los que simplemente les tiene sin cuidado el tema.
Es un poco absurdo buscar a toda costa la celebración de bodas gays, cuando últimamente los heterosexuales ya ni quieren casarse y si lo hacen a los pocos meses se divorcian muchos de ellos. Es también algo sin sentido querer lograr a como dé lugar que los homosexuales puedan adoptar niños, cuando las parejas de hombre y mujer ya ni quieren tener hijos y en su lugar tienen perros o que haya varias madres solteras porque así lo decidieron ellas o porque el padre prefirió huir en vez de hacerse responsable del recién nacido.
Ahora resulta que las parejas del mismo sexo son más responsables y conscientes que las de heterosexuales y se quieren casar por todas las de la ley y adoptar niños (porque no los pueden engendrar). ¿No es raro esto?
Creo, que todo este rollo, más que un anhelo de las parejas del mismo sexo, es algo que buscan los grupos “progresistas y liberales” de la sociedad, que sienten que así le están ganando al resto de la comunidad y así se sienten realizados e intelectualmente superiores.
Y es que los primeros en festejar han sido aquellos autoproclamados defensores de la diversidad sexual y para pronto dijeron que al heterosexual que no le guste, se tendrá que joder, que así aprenderán a respetar el amor en cualquiera de sus formas y que eso les quitará lo intolerantes. Intolerancia combatida con intolerancia pues.
También creo que los gays tienen otros problemas más grandes, como la violencia y discriminación que sufren cotidianamente, incluso de parte de gente de su misma comunidad, que el ver si se pueden juntar y casarse ilegal o ilegalmente.
¿Acaso había sido un impedimento hasta ahora para vivir como pareja? ¿Entonces?
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