La conversación

Que el secretario del alcalde quería verme para platicar conmigo, que “en relación a la nota que publicaron donde sale él”, me explicaba Álvaro González, director de Comunicación Social. Le dije que sí, que ahí estaría.

Me han dicho varias veces y con razón, que nunca debo ir cuando alguien quiera tratar un asunto conmigo, que el interesado debe venir a la oficina del 7 días y exponer y rebatir todo lo que crea pertinente, pero bueno, por gentileza mía o pendejez más bien, casi todo ese tipo de asuntos no los arreglo en la redacción y voy a donde se me cite, mal hecho tal vez.

Felipe Razo, quien también es médico y también trabaja o trabajaba en la Secretaría de Salud al igual que Hugo Bravo, es su secretario y después de un rato me hizo pasar a su oficina.

Después de un rollo de varios minutos me dio a entender que casi todo lo publicado lo de la camioneta chocada en Chapala era falso y que si el que me había dado la información era alguien del mismo ayuntamiento, era simplemente un funcionario incompetente, mal informado y malintencionado y que el periódico se estaba prestando a esa campaña en su contra.

Le dije que se publicaría su réplica y asunto arreglado, pero no era eso lo que quería el secretario.

Otra cosa que alegaba el doctor Razo era que cualquier información referente al ayuntamiento debía obtenerse por medio de la única instancia que existe para ello, Comunicación Social, cuyo titular depende del secretario del alcalde o el alcalde mismo.

Le dije que en esta ocasión yo no fui a obtener ninguna información del ayuntamiento, que la nota se hizo posible gracias a que alguien del mismo se acercó al periódico y el médico alegaba que cualquier información que hable del ayuntamiento o de sus funcionarios forzosamente proviene del mismo y no se puede obtener si no es por la vía ya mencionada y con autorización, o sea por Comunicación Social y con permiso del jefe, según entendí (¿Vivimos en Cuba, Corea del Norte o la Unión Soviética -que ya ni existe-?).

Y por consiguiente, cada vez que yo publicaba algo del ayuntamiento de Tepatitlán sin el procedimiento previo ya señalado, contravenía las disposiciones municipales y no sé cuánto más.

Le dije entonces que también los funcionarios que he entrevistado han contravenido las disposiciones municipales al darme la información así nomás.

Aquí aprovecho para recordar que en el trienio pasado, el entonces director de Comunicación Social también nos quiso acotar con aquello de que toda entrevista a cualquier funcionario o información debía ser gestionada a través de esa área; pronto la disposición fue más estorbosa que efectiva y quedó en el olvido.

Hasta ahí todo más o menos, pese a las veladas amenazas de demandas por difamación y procedimiento legales por andar de violador de las disposiciones municipales (perdón por la cacofonía).

En donde de plano no hubo capitulación fue en aquello de proporcionar el nombre de la persona que nos pasó la información de la nota de la camioneta. Le dije que no se podía y que si acaso había que preguntarle primero a dicha persona si se decidía a hacer pública su identidad.

Ahora el que tiró un rollo fui yo. Le dije que no estaba obligado a proporcionar el nombre de la fuente, que me bastaba su confiabilidad para replicar lo que me dijo sin indagar más y sin revelar la identidad y que si acaso yo revelaba quién era, esa persona ya no tendría confianza en mí para darme más información y todo eso…

Sin embargo el médico no daba su brazo a torcer y por último me dijo que como autoridad municipal me requería dicho nombre y de nada valía lo que yo le dijera.

No pensaba dar el nombre por muchos requerimientos y contravenciones municipales que hubiera, así que ya estaba preparándome mentalmente para quizás irme corriendo de ahí o salir de pleito con Felipe Razo, cuando en eso llegan otros dos funcionarios municipales que más o menos metieron la cordura ahí.

Creo yo que salí con la dignidad intacta y quizás con un doctor Razo frustrado pero al menos no tan molesto conmigo como hubiera podido ocurrir.

Ojalá vuelva a coincidir con el médico Razo, en otra ocasión menos tensa y por ende más cordial.

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