• La Mafia del Poder, ahora del lado de AMLO
• No castigará a corruptos para no desestabilizar
Hace una semana, el sábado anterior platicábamos en el jardín dos amigos jóvenes (Chava y David) y yo, acerca de lo que cada quien espera del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
A donde quiera que voy parece ser éste el tema de conversación favorito. Trato de eludirlo a veces, cuando sé que se va a armar la discusión, pero es difícil evitarlo. Sobre todo cuando escucho algo que considero que es una barbaridad.
Me explico: en esa ocasión uno de los amigos, David, dijo estar seguro de que va a bajar el precio de la gasolina. Yo estoy seguro de que no será así y escuchar eso me pareció una barbaridad, así que ya no pude evitar el debate. Chava es más moderado, no es fanático y con él se puede platicar sin discutir.
Bueno, para que se dé una idea, los tres dijimos -como ya lo mencioné- lo que cada uno espera del próximo gobierno. Chava dijo que en el primer año se verá y se podrá hacer un pronóstico más certero -o más aproximado a la realidad- de lo que nos puede esperar en los siguientes cinco años; David dijo que no hará falta un año, que en los primeros cien días de gobierno se sabrá. Y yo, que creo estar seguro de que a este país ya se lo cargó el payaso, dije que no se necesitan ni los cien días, que ya está claro que López Obrador pretende establecer una dictadura de izquierda y que nos va a ir como en feria a todos.
De los tres cada uno estaba en su derecho de darle un plazo a López Obrador para mostrar sus intenciones. Pero si alguien más hubiera tenido que escoger uno de los tres pronósticos, alguien inteligente, sin apasionamiento y con madurez, lo más probable es que hubiera escogido el de David, el intermedio, y hubiera considerado que Chava y yo nos habíamos ido a los extremos, uno dispuesto a esperar un año, y el otro (yo) a no concederle ni un día más el beneficio de la duda a López Obrador.
Quizás yo estoy equivocado. En ese mismo momento acepté que la posición de David era la más sensata, por ser de suyo la más centrada (la única al centro). El problema es que López Obrador no me permite abrigar ninguna esperanza de un cambio, de un cambio para bien se entiende, que es lo que todos quisiéramos.
¿Cómo esperar un cambio? cuando anuncia que sus asesores serán Bernardo Gómez, de Televisa; Ricardo Salinas Pliego, de TV Azteca; Olegario Vázquez, de Imagen Televisión y Excélsior; Carlos Hank González, nieto del profesor del mismo nombre; y Miguel Alemán Magnani, nieto del ex presidente Miguel Alemán Valdés e hijo del exgobernador de Veracruz Miguel Alemán Velasco, entre otros.
Además de que ya formaban parte de su equipo de asesores otros empresarios como Marcos Fastlicht, suegro del presidente de Televisa, Emilio Azcárraga; Miguel Torruco, consuegro de Carlos Slim; y el regiomontano Alfonso Romo, que será el jefe de la Oficina de la Presidencia, es decir, el jefe o coordinador de todo el gabinete. Y bueno, agregue usted a Porfirio Muñoz Ledo, a Ricardo Monreal, a Manuel Bartlett…
¿Pues qué no eran esos la famosa Mafia del Poder? Sólo falta ahí Carlos Salinas de Gortari, que me imagino es el artífice de todo esto, de todo lo que tiene qué ver con la Cuarta Transformación. ¿Cómo esperar un cambio con las mismas personas?
Y a eso agréguele usted que lo que dijo López Obrador en repetidas ocasiones durante su campaña, de regresar al Ejército y a la Marina a sus cuarteles, ahora dice que siempre no y ya están reformando la Constitución para que sea permanente y legal la actuación de los militares como policías, es decir, se está legalizando de una vez y para siempre la militarización de la seguridad pública en el país.
Esto tiene molestos incluso a muchos ciudadanos que votaron por Él, eso y el hecho de que no piensa castigar a los grandes corruptos de este gobierno y de gobiernos anteriores, que porque sería tanto como desestabilizar al país. A nadie le gusta que esté optando por la impunidad.
Al ser entrevistado por Ciro Gómez Leyva y al hacerle ver éste que eso iba a decepcionar a muchos de sus seguidores que votaron por él, porque esperaban que combatiera a la corrupción castigando a los corruptos, López Obrador dijo y lo repitió “no me importa, no me importa, son mis convicciones”.
Pero esas no fueron las convicciones que mostró durante su campaña, ésta la basó siempre (durante 18 años) en que combatiendo a la corrupción se acabarían los problemas de México, y ahora que sus 30 millones de seguidores que votaron por Él esperan que castigue a los corruptos empezando por Peña Nieto, López Obrador invita a comer a su casa a Enrique Peña Nieto. ¿A quién o a quiénes invita usted a comer a su casa?
Esto evidentemente está decepcionando a sus electores, pero dice que no le importa… A quienes no votamos por Él no nos decepciona, ni siquiera nos sorprende porque nunca le creímos, no logró engañarnos a todos.
Aun así puedo estar equivocado. David cree que va a bajar el precio de la gasolina dentro de tres años, cuando el nuevo gobierno haya construido dos nuevas refinerías; Chava dice que él se conforma con que acabe con la corrupción, y yo les dije que a mí lo que más me gustaría es que logre disminuir la violencia y la delincuencia, que si lo hace seré el más fan de Andrés Manuel López Obrador.
Y déjeme decirle algo que tal vez le va a sorprender: veo algunas señales en ese sentido, las reformas a la Constitución para crear la Guardia Nacional (que estaría bajo el mando del Ejército Mexicano) y la reciente muerte de Héctor Beltrán Leyva de un infarto en el penal de máxima seguridad de La Palma, me dicen que algo se está planeando… Pero de eso hablaremos en la siguiente entrega.
Me parece poco menos que imposible que haya un cambio para bien en nuestro país, pero si lo hay bienvenido. David dice que lo veremos en cien días, Chava que en un año, a ver…
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